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Eva Amigo
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Eva Amigo
El primer Día del Libro en la librería Gloobal en Santander ha sido una experiencia «muy buena, mucho mejor de lo que me esperaba con una acogida muy cariñosa». Así lo explica Eva Amigo, la propietaria de la última incorporación a la calle Cisneros (número 106), que concentra la mayor cantidad de librerías de la ciudad. En este desembarco desde Unquera a Santander, se ha encontrado con «gente muy agradable con muchas ganas de participar en cultura y en el barrio».
–¿Qué carta de presentación tiene su librería, Gloobal?
–Bueno, es principalmente infantil y de álbum ilustrado, con una sección importante de narrativa de adultos. Al final, es una librería donde puedes pedir cualquier cosa y si no la hay, se pide, no pasa nada. Siempre digo lo mismo: los niños son lo primero. Si quieren cojines para sentarse, los hay, si quieren una mesa, también o libros de colores, pues lo mismo, siempre dentro de unos mínimos de calidad.
–¿Por qué sitúa su su foco en los niños como público?
–Los niños tienen una mirada de la literatura tan diferente de los adultos…Entienden perfectamente con metáforas. Le cuentas a un niño un 'Caperucita Roja' y entiende perfectamente el doble sentido, el entre líneas. No te lo puede explicar, pero está formando parte de su aprendizaje. Y tienen una inocencia que todo les gusta. A nada que les hagas caso son tan agradecidos que es un gusto trabajar con ellos. La Literatura Infantil y Juvenil es lo que más me gusta. Lo disfruto mucho.
–¿En qué punto está hoy esa literatura infantil y juvenil que defiende?
–En mi opinión está bastante bien. Están saliendo cosas de mucha calidad y juegas con una ventaja; un álbum ilustrado o un cuento, hay que verlo, tocarlo y enseñárselo a los niños. Eso por internet es más difícil. Se puede hacer, pero no resulta igual. Hay ilustradores con una calidad tan especial que hay que ir a las librerías a verlo y disfrutarlo, o a las bibliotecas, porque hay auténticas maravillas.
–Además de librera, ¿lectora apasionada?
–Sí, me gusta leer de todo. El álbum ilustrado para mí no tiene edad y me encanta, porque no solo lees con palabras, sino también con imágenes. Cuando buscas encuentras maravillas que se disfrutan muchísimo.
–¿Sigue siendo ese álbum ilustrado un desconocido o ya se pide con normalidad?
–Está en ello. Sigue habiendo esa diferencia de entenderlo como algo más serio de mayores y se buscan cuentos para niños, aunque en realidad, todos son álbumes ilustrados.
–¿Qué opina de la reflexión generalizada de que cuesta mucho que los niños presten atención por su inmersión en la tecnología?
–No es cierto. No estoy nada de acuerdo. Los niños lo que quieren es que les hagas caso y estés con ellos y una forma fantástica de hacerlo es compartiendo lecturas o juegos. Hay que reconocer que a veces son los padres los que por comodidad les ofrecen una pantalla, atención inmediata, pero a un niño, de cualquier edad, lo que más le gusta es que estés un rato con él leyendo. Le encanta.
–Viene de otra zona.
–Sí, estuve diez años con una librería en Unquera.
–¿Y a qué responde el cambio de la periferia rural al centro de la ciudad?
–Son casualidades a las que la vida te va llevando. Me encantaba mi trabajo y tenía calidad de vida, pero no me estaba dando suficiente como para vivir de ello. Estaba trabajando por afición y una cosa es que guste tu trabajo y otra que trabajes sin cobrar. Aparte, mi marido trabaja en Santander, mi hijo va a estudiar aquí y a la vez, surgió la propuesta de un chico de Oviedo que quería montar una librería aquí y dijo que lo haría si yo la llevaba. Para mí fue un orgullo absoluto y una suerte impresionante, porque hago lo que me gusta cobrando un sueldo. Esa confianza de alguien que me conoce por mi trabajo y planteara esta oportunidad ha sido una satisfacción tremenda. ¡Tengo muy buena relación con mi jefe! (ríe).
–Está en la calle que concentra más librerías en la ciudad. ¿Qué tal respira el ecosistema librero?
–Creo que bien. Como cualquier sector, vas a encontrar de todo, pero los libreros suelen ser gente que se mueve mucho, aunque parezca que no, para hacer actividades, hablamos mucho entre nosotros. Si aguantamos este tirón de crisis que está pasando todo el mundo, no solo las librerías, funcionaremos bastante bien.
–¿Qué objetivos se pone?
–Mi objetivo es llegar a la gente del barrio y hacerme parte del barrio. Que la ciudad esté en general tomada por las personas y no por comercios cerrados, que dan mucha pena. Que los niños pasen por aquí y estén satisfechos. En Unquera conseguí que los niños que no suelen leer, al pasar por delante o ir a un cuentacuentos, lo pidan. Estás fomentando su amor a la lectura y me gustaría conseguirlo también aquí. Que los niños empiecen a leer en esta librería.
–Para terminar, ¿nos recomienda una lectura?
Eso es muy difícil, pero te voy a recomendar uno que acaba de salir y las dos autoras son cántabras. Se llama 'Olor a mandarina' y es de Ainara Bezanilla con ilustraciones de Paula Vallar. Es una gran combinación y cuando lees este libro, sientes el olor a las mandarinas.
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