Borrar
Abella, tras novelar la historia de 'El hombre pez', presenta hoy 'Trampas de niebla : dm
Abella: «Este es un país difícil, donde parece imposible ponerse de acuerdo en las cosas más sencillas»

Abella: «Este es un país difícil, donde parece imposible ponerse de acuerdo en las cosas más sencillas»

El escritor presenta hoy en Estvdio las historias del territorio imaginario que configuran su libro 'Trampas de niebla'

Guillermo Balbona

Santander

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Martes, 22 de mayo 2018, 17:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Trece relatos articulados entre sí dibujan la narrativa de 'Trampas de niebla'. El caleidoscopio de José Antonio Abella -título que hace referencia a las redes invisibles para la captura de pequeños pájaros, ya prohibidas-fue publicado recientemente por Valnera. En la editorial cántabra de Jesús Herrán ya vio la luz su sorprendente 'El hombre pez', que acaba de ser reeditada. Las Tierras Altas de Eliambroz, comarca remota donde la brutalidad, el caciquismo, la ignorancia y la envidia son el pan de cada día, enmarcan esta «alegoría de una España pasada pero que no debemos olvidar».

La librería Estvdio acoge hoy (a las 19.30 horas) la puesta de largo de un libro en el que el autor estará acompañado del escritor y crítico, Javier Menéndez Llamazares y del editor. Abella espera que el lector se vaya dando cuenta de que «cada relato es un capítulo con entidad propia, que apenas necesita de los otros. Pero es hacia el final cuando va quedando claro que el protagonista principal de todos ellos es el propio territorio».

- Bajo la hermosa poética de 'Trampas de niebla', ¿qué elementos narrativos ha priorizado para construir su nuevo libro?

-'Trampas de niebla' es una novela-de-relatos (denominación que robo a Tomás Sánchez Santiago) situados en épocas diferentes, con lo que los elementos narrativos de tiempo y de atmósfera han de adaptarse a esas épocas, lo mismo que los personajes. Diríamos que el elemento más constante en la obra es el ambiente, entendido como territorio y escenario común a los distintos relatos o capítulos. Así que de algún modo el protagonista esencial es ese territorio imaginario, las Tierras Altas de Eliambroz, donde transcurren todos los acontecimientos de la novela, que sólo pueden ser calificados como históricos en ese escenario propio y puramente literario.

«Las envidias y la ignorancia son ahora más injustificables pues hay infinidad de recursos»

- ¿Es la confirmación de que trata de escribir una obra de historia y con historias que eluden casi que desprecian, el calificativo de 'histórica'?

-No exactamente. Hay momentos concretos de nuestra Historia que se reflejan en esta obra como en un espejo empañado, en el que podemos reconocer ambientes o circunstancias, pero no hechos fidedignos. Algunas novelas son calificadas de 'históricas' con demasiada alegría o ligereza. No por construir un personaje llamado Rodrigo Díaz de Vivar y situarlo en el siglo XI, valga el ejemplo, estamos haciendo una novela histórica.

-¿Hay un empeño inherente al ser español en buscar al mismo tiempo que negar, esa identidad?

-Es posible que sí, especialmente cuando estamos inmersos en el día a día de esta España de nuestros amores y desamores. Supongo que vivir, o asumir que vivimos, en una 'nación de naciones' hace más difícil encontrar esa identidad, tan llena de diferencias y matices que uno acaba por sentirse peregrino en su patria, parafraseando a Lope de Vega.

-Su libro refleja una España en la que «el infierno suele estar en nosotros mismos». ¿La hoguera y las llamas son siempre las mismas?

-Lo fácil sería decir que no, que la hoguera es diferente según quién prende la llama y quién arde en ella. Pero la verdad en que yo creo es bien distinta. En la balanza del sufrimiento humano, el dolor de los unos no se equilibra con el dolor de los otros. Todo el sufrimiento está en el mismo platillo; en el otro está la barbarie, la intransigencia, la ignorancia... Creo que si se enfocara la recuperación de la memoria histórica desde este punto de vista, habríamos dado un paso de gigante hacia la reconciliación. El infierno y el paraíso están o pueden estar en cada uno de nosotros, nadie tiene el monopolio del bien o del mal.

-¿Cuántas Tierras Altas de Eliambroz hay en el presente?

-Me gustaría decir que ya no queda ninguna, pero sería engañarme a mí mismo. Vivimos en un país difícil, donde parece imposible ponerse de acuerdo en las cosas más sencillas. Las envidias y la ignorancia siguen siendo el pan de cada día, más injustificables ahora, cuando tenemos en nuestras manos infinidad de recursos y mucha más riqueza material de la que nunca hemos tenido.

-¿Qué opina de la memoria histórica y su zarandeado uso?

-Haría falta una verdadera intención de cerrar heridas y de aprender de esas heridas, para que nunca más vuelvan a producirse. Es verdaderamente triste el abandono institucional que han sufrido y todavía sufren quienes quieren recuperar los restos de un familiar asesinado. Durante muchos años, ser familia de una víctima era un estigma, algo así como una mancha que había que ocultar. Hay que acabar de una vez con ese doloroso asunto, entender que todas las víctimas, como antes comentaba, están en el mismo lado: son víctimas de la barbarie y de la intransigencia de unos o de otros, pero víctimas. ¡Qué gran ocasión para alcanzar una identidad y un sentido como pueblo están perdiendo nuestros gobernantes!

«Algunas novelas son calificadas de 'históricas' con demasiada alegría o ligereza.»

-¿La política muchas veces impone hoy esa bruma o niebla que impide tener la perspectiva adecuada de lo que somos?

-La sociedad de la información es también la de la desinformación, y esto es algo que saben mejor que nadie los políticos. Enturbiar lo esencial con asuntos menores, esparcir los excrementos para que todo acabe oliendo del mismo modo, llevarnos al 'sálvese quien pueda', hacernos creer que todo es lo mismo para que se pierda el interés por mejorar el mundo... No es nada nuevo.

-¿No sobran charlatanes y predicadores y nos faltan cráneos privilegiados, que diría Valle ?

-La disciplina interna de los partidos, el obligado 'amencismo' hacia sus líderes (amén, amén, amén), la inexistente libertad de voto dentro de las instituciones y la propia mediocridad imperante hace que los 'cráneos privilegiados' de Valle, los librepensadores y muchas personas de gran valía renuncien a la posibilidad de meterse en política... Y así tenemos lo que tenemos, no sé si lo que nos merecemos, me resisto a creerlo.

-De ese espejo roto, cuyos fragmentos se reparten por su libro, ¿qué reflejo más nítido ha obtenido?

-La imagen de espejo roto me sirve para explicar la estructura fragmentaria de la novela, pero son varios los fragmentos en que me veo reflejado. Supongo que algo así pasará con sus lectores, que son finalmente quienes reescriben cada libro que leen. A mí me ha servido, al menos, para saber de dónde provengo, a dónde quiero ir y a dónde no quiero volver.

«El lenguaje es a los libros como la pincelada a los cuadros. Todo libro ha de ser un desafío»

-De la leyenda de 'El Hombre pez' exprimió la realidad, y ahora de un territorio imaginario exuda simbólicasrealidades de la Historia. ¿Cree que haya un terreno metaliterario, a medio camino entre ficción y realidad, que aún mantiene zonas vírgenes?

-Creo que ese terreno, a medio camino entre la ficción y la realidad, es el más fértil para la Literatura. Zonas vírgenes quizá no existen, ya decía el Eclesiastés que nada nuevo hay bajo el sol... En cualquier caso, aunque la novedad no esté en las cosas mismas, lo estará siempre en los ojos que las miran por vez primera.

-¿Se atrevería a novelar esta colisión Cataluña-España. ¿Con qué tono?

-No es fácil, pero tampoco imposible. Precisamente ahora estoy documentando la historia real de un maestro catalán asesinado en tierras de Burgos en 1936. Esto me ha hecho viajar a Cataluña y entrevistarme con personas que piensan de forma muy distinta a la mía, pero con las que he mantenido un diálogo fructífero. El problema peor de los nacionalismos, de todos los nacionalismos, es que tienden a escribirse con mayúscula y con zeta.

-¿A qué conclusión ha llegado tras firmar 'Trampas de niebla'?

-Groucho Marx dijo aquello de que «desde la nada más absoluta hemos alcanzado las cotas más altas de la miseria», pero mi conclusión es casi la contraria: saber del mundo miserable de donde procedemos debería hacernos algo más orgullosos del mundo en el que estamos. Esto no significa, por supuesto, que vivamos en el mejor mundo posible, ni que debamos olvidarnos del pasado, como ya he repetido hasta la saciedad.

-¿El lenguaje es el alma del libro? ¿Hay más desafío y ambición, en este sentido, en su libro?

-El lenguaje es a los libros como la pincelada a los cuadros, o dicho de otro modo: el cómo, en la literatura y en todas las artes, importa tanto o más que el qué. En este sentido sí que considero que soy ambicioso y que todo libro ha de ser un desafío. El escritor gallego Xabier Docampo me dijo hace años algo muy gracioso que hago mío: «No puedo escribir mejor... Si pudiera, lo haría».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios