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En el jardín y en contacto con sus alumnos, gracias a internet, pasa la cuarentena Montserrat Obeso. DM
«¿Queremos un mundo mejor o más de lo mismo?»
La cultura desde dentro

«¿Queremos un mundo mejor o más de lo mismo?»

Montserrat Obeso - Soprano ·

La soprano Montserrat Obeso es profesora en el conservatorio de Valladolid, tarea que compagina con sus recitales, y aboga por disfrutar de «las cosas pequeñas»

Rosa Ruiz

Santander

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Lunes, 20 de abril 2020, 07:26

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A la soprano Montserrat Obeso este confinamiento la permite disfrutar de la primavera. «Soy de las afortunadas con jardín», reconoce al otro lado del teléfono. Pasa la mayor parte del día pegada al ordenador, teletrabajando, porque este curso imparte clases en el Conservatorio de Valladolid, y el resto del día disfruta de tantas aficiones que se mantiene bien ocupada. «Soy cocinillas, me gusta hacer ganchillo y también disfruto con la lectura», explica. Además práctica con distintos instrumentos musicales como el monocordio y la que es su gran pasión, la musicoterapia, sin dejar de meditar.

-¿Cómo se imparte clase de canto desde un ordenador?

-Como se puede y créeme que no es fácil. Tendremos que ponernos las pilas para que sí vuelve a ocurrir una situación como esta estemos mejor preparados. Me consta que en los conservatorios de Cantabria cuentan con más herramientas informáticas y lo están haciendo mejor, pero nosotros en Valladolid no disponemos de ellas así que mi trabajo estos días consiste básicamente en enviar a mis alumnos vídeos con ejercicios que a su vez me devuelven con sus grabaciones. Previamente les hago llegar las partituras. Mis herramientas ahora son el 'skype' y el 'zoom'.

-La musicoterapia es una de sus especialidades. ¿Puede ayudarnos a superar una situación de confinamiento como la que vivimos estos días?

-Está claro que uno de los componentes más importantes de la musicoterapia es la improvisación, bien sea con la voz o con distintos instrumentos. Soplar una flauta o tocar un tambor es una buena forma de volcar emociones, así que estoy segura que estos días improvisar cualquier sonido con una flauta, una pandereta o una cazuela puede resultar un desahogo. Hay un libro que lleva por título 'Las voces del desierto' que escribió Marlo Morgan, una escritora estadounidense que convivió con una tribu de aborígenes australianos errante que se comunicaban telepáticamente y que utilizaban todos los elementos que encontraban por el camino para improvisar música. Es un libro que me gusta mucho.

«Me preocupa que cualquiera sin ser profesional irrumpa en las redes»

LA MÚSICA

-Supongo que, como casi todo el mundo, tendrá su propia reflexión sobre lo que supone esta crisis sanitaria. ¿La puede compartir?

-Mi reflexión seguramente coincidirá con la de muchas otras personas y es que nos habíamos olvidado de lo mucho que necesitamos la naturaleza, el medio ambiente que nos rodea. La Tierra puede prescindir del hombre, pero el hombre no puede prescindir de todo lo que nos proporciona la Tierra. También creo que esto nos sirve para darnos cuenta de la importancia de cosas pequeñas como pasear por la playa o pasar una tarde en el monte y, sobre todo, espero que nos sirva para preguntarnos si queremos un mundo mejor o más de lo mismo.

-Coincidirá también en que este parón supone un nuevo bofetón para los músicos.

-Desgraciadamente la música no estamos considerada como un bien de primera necesidad, así que supongo que seremos los últimos en volver a trabajar con normalidad.

-¿A usted le ha pillado con algún recital programado?

-En estos momentos estaba centrada en las clases del conservatorio. Permanezco en Valladolid de lunes a viernes y los fines de semana regreso a Santander, así que estaba aquí cuando se decretó el estado de alarma.

-La música alimenta el espíritu. ¿Deberíamos aplaudir a los músicos desde los balcones como hacemos con los empleados de los supermercados?

-El trabajo de los empleados de los supermercados es importantísimo y el aplauso, junto con el de los sanitarios merecidísimo, pero sí es verdad que la música y sobre todo en situaciones como esta es necesaria. Escuchar música es lo mejor para aliviar el estrés que provoca tantos días en casa. Otra de las enseñanzas que se puede sacar de esta cuarentena es que debe producirse un cambio de valores porque consumismo es una cosa y consumir otra. Y hasta ahora predominaba lo primero.

«Improvisar cualquier sonido con un instrumento es una buena forma de volcar emociones»

LA ENSEÑANZA

-Ya que hablamos de aplausos y de balcones. Últimamente proliferan los músicos que cantan o tocan algún instrumento para los vecinos. ¿Qué le parece esa práctica?

-Me parece que es algo bonito y que sirve para relacionarnos unos con otros y salir un poco del aislamiento. Tener bien alto el estado de ánimo es importante en estos días.

-También se escucha mucha música por internet de manera gratuita. ¿Le costará al público pagar para volver a una sala?

-Esto es algo puntual y estoy segura de que a la gente que le gusta la música está deseando volver a disfrutarla en vivo. La música no sólo entre por el oído, lo hace por todos los poros de la piel. Provoca un gran bienestar sea del estilo que sea y eso no se percibe en los conciertos que vemos en pantallas. A mí lo que me preocupa más es su vulgarización y que cualquiera sin ser profesional irrumpa en la red. Parece que cualquiera canta porque internet lo soporta todo. Sería una pena que el público llegase a perder el sentido crítico. Tendríamos que formar al público también.

-¿Cómo saldrá la música y la cultura de esta pandemia?

-Habrá que reinventarse una vez más. Cuando te mueve la pasión por algo, y la carrera de música será posiblemente de las más pasionales que hay, no queda otra que volverse polifacéticos. Los que tenemos una titulación como es mi caso aún tenemos la suerte de poder impartir clase, pero el resto lo pasa fatal. Antes del coronavirus ya lo pasaba fatal. El mercado es reducido y no da salida para tantos como somos.

EL PERFIL

  • Trayectoria: Aunque nació en Llanes (Asturias) está vinculada desde su infancia a Santander. Becada por la Fundación Marcelino Botín y la Diputación Regional de Cantabria, se tituló en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Desde 1993 compagina sus intervenciones en el campo del oratorio, ópera, ópera española, zarzuela, recital, y obras sinfónico- corales. Entre otros galardones cuenta con el primer premio Internacional de Canto Alfredo Kraus y el Jaume Aragall.

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