«La República quiso formar ciudadanos libres, el franquismo súbditos obedientes»
María Jesús Martín-Díaz presenta en La Vorágine 'Franco en los pupitres', los ejercicios escolares de una niña entre 1931 y 1941, espejo de un país que pasó del pensamiento libre al adoctrinamiento
Los 22 cuadernos escolares de una niña de pueblo, escritos con una caligrafía infantil y frágil entre 1931 y 1941, se han convertido en un ... documento excepcional sobre uno de los grandes virajes de la historia de España: el paso de la educación republicana a la franquista. María Jesús Martín-Díaz (Madrid, 1955) los encontró un día entre las pertenencias de su madre, Aurora Díaz Blasco, y, lo que empezó como una curiosidad familiar, terminó transformándose en un ensayo revelador. Esta tarde, a las 19.30 horas, la autora presenta en La Vorágine 'Franco en los pupitres' (El Mono Libre), un trabajo que, según confiesa, «nació del deber de compartir un testimonio que ya no era solo mío, sino histórico».
Docente de profesión y apasionada por la pedagogía, Martín-Díaz comenzó publicando los ejercicios escolares de su madre en un blog. La buena acogida y la insistencia de unos amigos -uno de ellos escritor- la animaron a articular el material en un libro. «Me llevó cinco años, pero aprendí muchísimo», dice. En esas páginas encontró condensadas las transformaciones de una época: la educación como motor de progreso durante la Segunda República, su aniquilación durante la Guerra Civil y el posterior adoctrinamiento que impuso el régimen franquista.
Los primeros cuadernos, correspondientes a los años republicanos, reflejan el impulso de la llamada Escuela Nueva, influida por las corrientes pedagógicas de Dewey, Montessori, Decroly o Freinet, y por la Institución Libre de Enseñanza. Era una educación activa y participativa, que buscaba formar ciudadanos críticos, responsables y solidarios. «Los maestros republicanos no concebían a los alumnos como cajas vacías que había que rellenar, sino como personas capaces de razonar por sí mismas», explica la autora. En los textos de aquella niña se aprecia una enseñanza integral, que abarcaba lo físico, lo intelectual y lo moral. Hasta la higiene o el ejercicio corporal formaban parte del aprendizaje de una ciudadanía libre.
Con el estallido de la Guerra Civil, el tono de los cuadernos cambia bruscamente. «De una educación concebida para transformar la sociedad se pasa a otra destinada a apuntalar el régimen y formar súbditos obedientes», resume Martín-Díaz. La guerra irrumpe literalmente en las aulas: los ejercicios escolares registran la toma de cada ciudad por las tropas franquistas -Gijón, Bilbao, Barcelona, Castellón, Lérida-, y los niños son obligados a seguir la contienda casi como si fuese una lección. La República había adelantado el curso 1936-37 para proteger a la infancia; el franquismo, en cambio, la convirtió en partícipe de la guerra y del odio. «En los cuadernos se percibe la aparición del ellos y el nosotros, la deshumanización del enemigo», señala la autora de este libro.
El papel de la Iglesia, «omnipresente» durante la posguerra, fue determinante. Aunque algunos falangistas defendían la separación entre Estado y religión, la educación acabó dominada por el catolicismo integrista. En los últimos cuadernos, Martín-Díaz observa cómo las referencias al llamado Movimiento Nacional van dejando paso a ejercicios religiosos, oraciones y lecciones de moral cristiana. «La Iglesia ganó esa batalla», asegura María Jesús Martín-Díaz. «Lo religioso desplazó incluso al nacionalismo político en la formación de los escolares».
La represión educativa fue especialmente dura con las mujeres. Martín Díaz recuerda que antes de la dictadura las españolas habían conquistado derechos como el divorcio, el aborto o la participación pública, logros que el franquismo laminó por completo. La función femenina quedó reducida a dos espacios: el hogar y la iglesia. «La educación de las niñas se orientó a que aceptaran con agrado ese papel», apunta. En una de las actividades del cuaderno, la madre de Martín-Díaz incluso escribió una carta al dictador agradeciéndole el lugar que había dado a las mujeres. «Esa carta me produce una tristeza enorme», confiesa. «Refleja hasta qué punto el adoctrinamiento llegaba a moldear la conciencia».
El libro, cuidadosamente editado por El Mono Libre, permite leer y observar los ejercicios originales. «Yo quería que las figuras fuesen claras, que se pudieran leer tal cual, porque los cuadernos hablan por sí solos», explica. De hecho, la autora propone dos lecturas: una visual, en la que el lector puede recorrer los dibujos y ejercícios de la niña, y otra reflexiva, donde sus comentarios ayudan a contextualizar cada etapa. En conjunto, el volumen ofrece una mirada única sobre la historia de la educación española y la forma en que el poder quiso modelar las mentes desde la infancia.
Martín-Díaz no elude las comparaciones con el presente. Considera que el sistema educativo actual se sitúa «en una línea media» entre aquellos dos extremos: ni laico y público como el republicano, ni dogmático como el franquista. Recuerda que los centros concertados - «privados subvencionados con dinero público», enfatiza- surgieron como una solución subsidiaria a la falta de colegios públicos, pero hoy en algunos lugares los sustituyen. «Estamos lejos del ideal republicano», lamenta.
En última instancia, 'Franco en los pupitres' es una invitación a reflexionar sobre el poder de la educación como instrumento de cambio o de sometimiento. «Me gustaría que el lector pensara en la importancia de formar ciudadanos libres, no creyentes ciegos de una ideología», dice Martín-Díaz.
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