Darío Villanueva
El filólogo, catedrático y escritor, exdirector de la RAE, ha conducido un foro sobre Antonio Maura en la UIMP
El lunes fue el primer día, después de 53 años, en que Darío Villanueva (Villalba, 1950) no comenzó septiembre pendiente del calendario académico. «Ceso como ... profesor universitario», indica sentado en la segunda planta del Palacio de la Magdalena con su conversación pausada en la que cada palabra está en el lugar correcto, sin dubitaciones. Ha terminado su periodo como emérito. Una labor, la docencia, que inició en el año 1972. «Es un día de celebración para mí; no melancólica, ni triste, sino de agradecimiento positivo».
El exdirector de la Real Academia Española (RAE), miembro de buena parte de las academias hispanoamericanas y escritor –su último libro, publicado el pasado año es 'El atropello de la razón' (Espasa)–, ha estado al frente del encuentro 'La memoria académica de Antonio Maura', en la UIMP, de la mano de la Asociación Plaza Porticada.
Villanueva ha sido alumno, profesor, decano y rector. Con ese bagaje considera que «La universidad tiene una mala salud de hierro». Siempre ha estado en crisis, pero «es un pilar de la sociedad», sobre todo si cumple con sus funciones básicas: la transmisión del conocimiento, la formación de los profesionales, la investigación y ahora también la transferencia. «En mi época de rector he sido muy partidario, a pesar de ser humanista, de la función de la universidad como factoría de conocimiento que debe de transferir a la sociedad para producir riqueza», explica.
Consciente de que en este momento hay «problemas», menciona el caso de «un país que ha sido una referencia universitaria»; Estados Unidos, donde lo que está pasando en instituciones como Harvard, lo encuadra en ese atropello a la razón que titula su libro, «pero estoy seguro de que la universidad resistirá; cualquier propuesta política de un presidente tiene una vida limitada, mientras que la universidad desde Bolonia, lleva siglos funcionando y así seguirá».
Conoce bien la realidad estadounidense, pues fue profesor visitante en el país a partir del año 82. «La irrupción de la corrección política en la docencia universitaria ha puesto en solfa la propia libertad de cátedra», lamenta. Y eso, «son palabras mayores», a su juicio. «Si a los profesores se les cercena la expresión de sus ideas, sean cuales sean, estamos atentando al fundamento propio de la institución universitaria».
Su defensa del valor de la razón y el criterio crítico, choca con el devenir de una sociedad que profundiza en el conocimiento a través de herramientas como el ChatGPT. Pone sobre la mesa otro fenómeno: la infodemia, «una pandemia excesiva de información no siempre acreditada y filtrada». Se posiciona Villanueva como partidario de los medios fundamentales de comunicación «que pueden tener sus sesgos, pero en todos hay profesionalidad, control y una autoridad que rige». Frente a ellos, las fakes news y la posverdad. Añade otro concepto: la infocracia. «Esos sistemas de comunicación están condicionando la gobernanza e influyendo en los políticos». El caso de Antonio Maura, cuya figura centra el Encuentro en la UIMP, «es un buen ejemplo de político con sus ideas, coherente e incluso intransigente, en el sentido de que no ocultaba cuáles eran esas ideas y procuraba llevarlas a la práctica». Hoy en día, lamenta «la política está totalmente entregada a la infocracia de las redes sociales, donde hay muchísima frivolidad, superficialidad y atropello de la razón».
«La corrección en la docencia universitaria ha puesto en solfa la libertadde cátedra»
Al igual que Villanueva, Maura fue presidente de la RAE. Entre los aspectos asombrosos de su figura está que un político al mismo tiempo presidiera dos academias; la Española, «donde tuvo un papel destacadísimo» y la de Correspondencia, y fuese elegido miembro de otras dos –Ciencias Morales y Bellas Artes– «Era una persona dotada de un interés intelectual muy amplio». Es, precisamente esa dimensión académica la que se ha abordado en el encuentro de dos jornadas. «Siendo un hombre de gobierno se entregó totalmente a los trabajos específicos de la academia». Como detalle; Maura fue quien cambió el título de diccionario de la lengua castellana por el de lengua española.
El papel del intelectual, el escritor o pensador que se mete en el barro y se mezcla en el conflicto, hablando de aquello que conoce, con un determinado criterio, «está bastante disminuido hoy en día, cuando los youtubers e influencers tienen tanto auge en las redes sociales, y no se recatan en opinar sobre lo divino y lo humano como todólogos·.
Lo que no va bien
En el inicio de su último libro, Villanueva menciona el afamado ensayo de Umberto Eco y le pedimos que se ubique en uno de los márgenes: ¿apocalíptico o integrado?
«Apocalíptico no soy por carácter, porque no soy pesimista –dice– y, además, creo que es peligroso bajarse de un tren en marcha!; y considera necesario «escribir sobre aquellas cosas que me parece que no van bien». Se reconoce enamorado del Siglo de las Luces, de la Ilustración, «de donde viene casi todo lo bueno que la modernidad consagró; la democracia, las constituciones, el liberalismo, el feminismo, la separación de iglesia y estado, el apoyo al desarrollo científico, acabar con la tradición como fuente de conocimiento y sustituirla por la empatía, los derechos humanos…». Una lista a la que podrían sumarse otros acontecimientos esenciales «que están sufriendo ataques en diversos frentes».
Darío Villanueva sostiene que las cosas existen y después se le pone nombre. Como director de la RAE «vivió muy intensamente la confusión de que las palabras crean realidades, de manera que hay que extirpar las palabras que se refieren a realidades desagradables, una soberana tontería». Como insiste: «el nombre no es culpable de la cosa», pero es parte del proceso de revisionismo al que se está sometiendo a la lengua «que lleva a soluciones realmente ridículas y grotescas en la mayoría de los casos».
«La política está totalmente entregada a la infocracia de las redes sociales»
'El atropello a la razón' incluye en su inicio una cita de Machado: «¿Tu verdad? No, la verdad, y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela». Ante las diferencias a priori inmensas de una sociedad que deja de lado el diálogo, cree el filólogo que «la razón aporta referencias que son incontestables». Menciona a los terraplanistas, que a pesar de mostrarles con todos los medios su error, «siguen con su actitud de irracionalismo agresivo, negando la razón». Frente a esas opciones, el lenguaje permite acercarse a las distintas perspectivas y «las modas raras e inconvenientes, tampoco hay que pensar van a durar para siempre; la verdad se impone por sí misma».
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