Álvaro Pombo
Con motivo de la publicación de su 'Poesía completa', de la mano de ediciones Vitruvio, el santanderino y Premio Cervantes reinvidica un género «que no ha sido eclipsado por la prosa»
Álvaro Pombo, reciente Premio Cervantes «por su extraordinaria personalidad creadora, su lírica singular y su original narración» se siente poeta «Mucho más un poeta ... que ha escrito novelas», según indica con motivo de la publicación de su 'Poesía completa' de la mano de Ediciones Vitruvio. Además de este volumen, en perspectiva está prevista la aparición de una Antología poética de Pombo, en manos de la Fundación Gerardo Diego y Renacimiento, cuyo artífice es el poeta santanderino Juan Antonio González Fuentes.
–¿Podemos empezar por una afirmación tajante?
–Dale.
–Álvaro Pombo es un poeta que ha escrito novelas.
–Eso está bien dicho. Me gusta esa frase de que «soy un poeta que ha escrito novelas» y no «un novelista que ha escrito poesías».
–Por eso está bien que hablemos de sus poemas, ¿no?
–Yo soy mala guía de mis propios poemas. Tengo tal lío con las poesías... Aquí tienes un gran poeta fallido y cojo y encima viudo. He acumulado tantos libros que ahora no me puedo mover... Mira, podías hacer un comentario de este poema: «Ninguna hormiga / arrastró a través de tantas fábulas como yo / el espejismo de su fabulosa simiente / Ninguna especie de ave migratoria / regresó cada año como yo / a los ciclos prescritos / Ninguna caverna fue más triste». Este verso me gusta mucho, «Ninguna caverna fue más triste»...
–Esos versos son de una de sus variaciones y son muy hermosos como todas las variaciones de ese libro. Ahí precisamente marca un regreso, como en un ciclo repetido hacia la tristeza.
–Que te conste, querido, que el mejor poema que yo he escrito es esta casa, este cuarto me parece muy logrado, con su terraza al lado y las lagartijas entrando y saliendo y el gato cazando: el gato caza una lagartija entre mil.
–En sus libros de poesía, especialmente en los últimos, hay una exaltación de la naturaleza y una exaltación del cielo.
–El fenómeno físico del cielo permite conseguir imágenes poderosas desde siempre, desde tiempos de Aristóteles. No es un intento ni complicado ni, en sentido estricto, metafísico. Eso lo he escrito. El cielo es mi paisaje favorito, que depende de la luz del sol; el cielo es el lugar de la luz donde florecen y declinan todos los lados de todas las cosas y todos los paisajes. El cielo es el fundamento y el sumidero de mi exaltación más continua. Por eso son 'Protocolos para la rehabilitación del firmamento'.
–Y sin embargo tiende a no releerse.
–Yo no podría hacer ahora mismo una nota sobre mi poesía, me sería imposible. Porque cuando la recito de memoria me parece un canto aceptable, pero cuando la leo me canso.
–¿Cree que la prosa ha eclipsado a la poesía, en general?
–No lo creo. Llamamos poesía a la poesía porque ciertamente no es prosa, es otra cosa muy diferente.
–Y además sus cinco libros de poesía publicados hasta hoy son muy diferentes entre sí.
–Un poema como el que comienza «En la red de San Luis» (la variación final del libro 'Variaciones') es un poema de corte más clásico y cerrado; sin embargo lo que he ido haciendo después son más bien impresiones.
–Pero hay obviamente en estos libros claves comunes, como el amor.
–Yo no he tenido amores románticos, excepto Nacho, que fue mi amor romántico y ahí estamos los dos desfigurados por nuestra juventud y nuestra vida, supongo. Recuerdo que José Antonio Muñoz Rojas decía «nos queríamos de otra manera»: de otra manera a como se quiere la gente ahora. Nos queríamos inolvidablemente. Supongo que en eso es en lo que estoy más anticuado de todo: he llegado a los 85 en la flor de la castidad.
–Acaba de publicarse la edición de su 'Poesía completa'.
–Estoy muy agradecido con la edición de Vitruvio, que lleva más de mil títulos de poesía. La de Pablo Méndez es una edición hermosa, sin tener que voltear las páginas para editar los largos versos de los 'Protocolos para la rehabilitación del firmamento' como pasaba en la recopilación de Lumen.
–En esa edición de Lumen, por cierto, de 2004, se recopilaban varios textos clave sobre su poesía.
–Es muy genial ahí el prólogo de José Antonio Marina sobre mis poemas. A mí me gusta todavía mucho ese libro de Lumen con los cuatro primeros libros de versos, los publicados de 1973 a 2003.
–Pero en esta nueva edición de Vitruvio se incorpora su último libro de poemas, 'Los enunciados protocolarios', que es un libro muy apegado a los recuerdos, a la enumeración y a la geografía... Venta de Baños, Sevilla, Badajoz, Berlín, La Mancha, Bahabón de Esgueva... ¿Recuerda que habla de los silos de Peñaranda de Bracamonte?
–Sí y, por ejemplo, a mí eso me parece un hallazgo. «En Peñaranda de Bracamonte dos silos en memoria del Servicio Nacional del Trigo». Y sigue «debo detenerme en la ondulación de los barbechos de la provincia de Ávila». Es un libro muy divertido, donde salen hasta «los picoletos de la DGT» incluso: «Con la ansiosa caligrafía erótica de los nublados / los picoletos de la DGT han escrito en el horizonte pluvioso: conduzca con cuidado».
– Eso es muy lorquiano: sacar a la benemérita romanceada. Ese libro es de verdad divertido, apegado a lo conocido. Salen Obama y Carrefour, por ejemplo. Pero no me diga que no hay ahí también otros poemas verdaderamente cruciales para conocerle, como el que comienza «Las llanuras son mi juventud castellana / Era horrible abandonar la Bahía en verano olvidar El Puntal…».
–Sí, en ese poema cuento mi juventud literaria, ni más ni menos.
–Me consta que Méndez quería editar su poesía hace tiempo. En la contracubierta de esta nueva edición se dice que usted es «una de las mejores voces» poéticas del último medio siglo.
–Me alegro que digan que soy «una de las mejores voces». Es lo único que sé hacer, esta clase de juegos verbales. Soy un escritor monopatín, que voy en un único monopatín y es lo que hago bien, ir en monopatín.
–Se incluyen en esta edición algunos poemas no publicados en libro.
–El del protocolo del caballito lento, por ejemplo, es bárbaro. Son poemas en homenaje a Lorca, en realidad. Yo he utilizado mucho las copillas populares, me parece que pueden ser muy intensas. Mira: «Hay toda una hermenéutica de labios / y tu pelo castaño / que no podía acariciarlo nadie / Una letrilla popular existe / que dice que tú eras inasible». Ese es Nacho.
–Y entre estos otros poemas se recoge nada menos que una 'Nana para la muerte de Álvaro Pombo'.
–Vamos a recordarla, aprovechando la ocasión de que me voy a morir ahora mismo: «Oh, esqueletos de ballenas celestes / que imitaron las nubes solamente esta tarde / Costillares mamíferos del tamaño de todo el firmamento / blanqueados por las artesanías famélicas de todos los océanos / ¿Es ya la hora, Señor? / Hay ya una clara sumisión limonar en todos los senderos que van de este a oeste / La esperanza se ha sentado esta tarde en el jardín con nosotros y el buen tiempo del sur / Y al hilo de las cucharaditas de miel, el té-citrón y las tilas / y el escaramujo con su poco de malva / Oh Álvaro / nuestra hermana la muerte».
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