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Alabanza del presente
Poesía

Alabanza del presente

Estos poemas de Martín López-Vega no están exentos de esa ficción que, erróneamente, limitamos solo al ámbito de la novela, aunque solo sea por el carácter ficcional inherente a la memoria

Viernes, 2 de mayo 2025, 09:21

En un texto de ficción ―así consideramos al género novelístico― es habitual distinguir entre el autor y el narrador, incluso en la reciente, por más que tenga más de cuatrocientos años, autoficción, en la que la frontera entre ambos sujetos queda más borrosa. En la poesía, sin embargo, tendemos a confundirlos. Da la impresión de que la escritura de los versos, en el caso de Martín López Vega, está enfocada únicamente a reconstruir el yo, un yo debilitado por la tensión de la experiencia, de ahí que sea preciso ensayar una superposición identitaria, con el fin de subsanar las grietas, las facturas vitales. Estamos pues, ante una poesía autobiográfica, sí, pero eso no significa que debamos leer los poemas como si fueran una confesión, o acaso sí, porque ¿no es cierto que también en el confesionario la verdad se inventa? En cualquier caso, estos poemas no están exentos de esa ficción que, erróneamente, limitamos solo al ámbito de la novela, aunque solo sea por el carácter ficcional inherente a la memoria: «La memoria nos devuelve errores y aciertos, pero la poesía sobrepasa la dinámica del arrepentimiento y la alegría», escribe Luis García Montero en el atinado prólogo.

La obra

  • Titulo Ábrete, Sésamo. (Poemas nuevos y escogidos 1994-2024)

  • Autor Martín López Vega

  • Editorial Editorial Renacimiento

  • Páginas y precio 184 precio: 14,00€

Dos polos unen el pasado y el presente, dos épocas que colisionan en estos poemas de manera abrupta en ocasiones, y con sutileza en la ... mayoría de los casos: por una parte, las vicisitudes de una historia familiar que dista mucho de parecerse a ese estado idílico que algunos vinculan a la infancia y, por otra, la historia personal situada en un presente que se erige como símbolo de la felicidad. Quizá esa sea la razón por la que el autor ha querido ordenar esta antología de sus poemas en sentido inverso al de su escritura. Tras el prólogo ya citado nos encontramos con 'Ábrete, Sésamo', un libro inédito que, como vemos, da título a toda la selección., y un primer poema, «La renuncia a Jerusalén», en el que renuncia a compartir las verdades irrefutables de quienes se creen en posesión de la verdad: «prefiero los enigmas a las falsas certezas», escribe. No en vano, el paso del tiempo le ha enseñado a dudar, a preguntarse, a elaborar hipótesis sobre un posible futuro, un futuro sobre el que están puestas muchas de sus esperanzas, sobre todo a partir del nacimiento de su hijo. Esta línea temporal no está exenta de altibajos ―ver poemas como, por ejemplo, «El correlato objetivo», del que proceden estos versos que rayan en el estoicismo: «Por más que nos empeñemos / en cuidar y construir, la vida es cruel / y siempre somos felices entre paréntesis». A pesar de la cronología más reciente de estos últimos poemas, muchos de ellos giran en torno a las mismas preocupaciones ―esa disposición al tránsito permanente, sin embargo, se va aplacando, acaso porque, como sugiere García Montero, el amor significa el final del peregrinaje―, y a los mismos homenajes que en libros anteriores. Por aquí desfilan pintores como Goya, Vermeer, Cézanne o Chagall y poetas como Baudelaire, Dickinson, Machado o su admirado Adam Zagajewski, a quien dirige una emocionada carta en verso. La franqueza con la que nos contagia esa emoción no siempre es fácil de lograr, pero Martín López-Vega exprime en este contexto toda su audacia, por otra parte, puesta en práctica en numerosas ocasiones en poemas de este calibre, porque solo así puede ordenar una serie de detalles casi accesorios y convertirlos en materia vivida; con esos mimbres, logra que nos sintamos cómplices de sus argumentos. Su capacidad para penetrar en el pensamiento y la imaginación de estos personajes, generalmente del ámbito literario y artístico, o para describir escenarios y situaciones memorables, es admirable. Léanse, por ejemplo, poemas como 'Alfama' o 'Canción del rinoceronte', por citar solo dos ejemplos.No afirmo nada nuevo si digo que López-Vega desafía los patrones rítmicos al uso, como hacen muchos grandes poetas que no se dejan encorsetar por las convecciones. En el caso que nos ocupa, no cabe duda de que la faceta de traductor de numerosas lenguas ha contribuido a afianzar una prosodia personal en la que rompe las formas cadenciosas homogeneizadas y se deja llevar por la fluidez de su pensamiento. 'Ábrete, Sésamo' recoge poemas de muchos de sus libros ―ignoramos el criterio de selección―, pero concede mayor relevancia a sus últimas entregas, algo habitual en un poeta que acostumbra a cuestionarse su propia obra, y en todos ellos advertimos una misma pulsación de los estados de ánimo que asedian al poeta, estados de ánimo intercalados con fragmentos de memoria, que no hacen otra cosa que apuntalarlos. Si los poemas son un mapa sentimental, las coordenadas de ese mapa señalan un nuevo territorio del lenguaje y del pensamiento. En dicho mapa, las voces discrepantes del pasado quedan acalladas por un presente que se revitaliza. Ya no se trata de indagar sobre lo desconocido. Martín López-Vega ha encontrado al fin lo que buscaba. Si en un poema de juventud, escribía: «Soy un animal propenso a la elegía», ahora, por el contrario, reivindica la dicha y escribe: «estar junto es nuestra forma de estar despiertos».

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