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Un verso de la poeta neozelandesa Hera Lindsay Bird sirve como título al libro de Sebastián Martínez Vanegas (Pereira, Colombia, 1996) con el que obtuvo el Premio Emilio Prados organizado por el Centro Cultural Generación del 27 de Málaga: 'Tener un cuerpo es mala poesía'. Pese a su origen, no es este poeta un desconocido en nuestras letras, en su momento fue merecedor del Premio de Poesía Joven RNE-Fundación Montemadrid en 2021 y ha disfrutado de una beca de creación en la Fundación Antonio Gala, fundación de la que están saliendo tantos buenos poetas. La relación -conflictiva, como podremos ver- del poeta como su cuerpo se remonta a la infancia. Así lo podemos constatar en el poema titulado 'Recepción', cuando una situación comprometida le hace ser el centro de las miradas y sentir, por ello, vergüenza: «a mi cuerpo se le hizo tarde y empastó la vergüenza debajo de las nalgas/ […] / y yo era / un niño /en el centro del mundo // y estaba llorando».
Autor Sebastián Martínez Venegas
Editorial Pre-Textos/ Centro Cultural Generación del 27
Páginas 128
Precio 17 euros
El libro está divido en tres secciones. En la primera de ellas asistimos a la transición del niño hacia la pubertad. El niño «despierta» y ... ya no se reconoce ni reconoce lo que hay a su alrededor. La dicción es clara e informativa: «pero hoy abro los ojos / y no escucho esa voz / ya no veo / este mundo / todo pareciera indicar que ahora soy adulto», pero un adulto aún en proceso de alcanzar la madurez, Los poemas que integran este libro son eminentemente narrativos y en ellos se combinan versos de largo aliento que tienden hacia la prosa con otros mucho más breves, de arte menor. En esta combinación adquieren gran importancia, de cara a mantener un ritmo envolvente y, también fracturado, los encabalgamientos y las pausas versales. No abundan los recursos propiamente poéticos porque predomina el propósito de extraer de la memoria los hechos de la forma más verosímil posible, ya que el paso del tiempo la traiciona, de hecho, en algunos de estos poemas menudean las reflexiones de orden metapoético: «No sé las palabras precisas, no las anoté. No se puede / registra cada momento, Ni tampoco se puede confiar en lo escrito». El poeta, lo confirma poco después, renuncia al efectismo en favor de la precisión memoralística, si es que esta es posible –uno de los poemas, uno de los más simbólicos, se titula 'Estudio de la memoria'–― para rememorar ciertos hechos del pasado que cobran vida al establecer una comparación con el presente. Preguntarse por cómo y en qué momento se ha sufrido la transformación, cuándo se produjo el cambio de estatus, de verdugo a víctima es lícito, pero la respuesta no está dentro del poema, sino en el interior de cada uno de nosotros.
No cabe duda de que Sebastián Martínez Venegas está familiarizado con la corriente confesional de la poesía norteamericana de los años sesenta y setenta y con algunos de los que la practican hoy en día, como el poeta norteamericano de origen vietnamita Ocean Voung, con el que une además la indagación sobre el desarraigo. En el extenso poema 'Hoja de vida' Martínez Venegas desgrana un resumen de vidas familiares en las que se los recuerdos infantiles de algunos hechos en concreto se perfilan como determinantes a la hora de elegir un camino, en este caso, el literario, que queda explícito en un excelente poema en prosa titulado 'Poética válida para ocasiones especiales'. Advertimos en ese poema toda una teoría de la escritura formulada de modo ensayístico que va desde los motivos para no escribir y la obligación a hacerlo que ha contraído –―«Pienso que últimamente invento excusas para no escribir. Pienso en la vida. En que para mi hoja de vida está muy bien la beca de escritura»– a la, siguiendo a Eliot, defensa de la imitación: «Pienso que, teóricamente, robar recursos literarios es estimulante»: La originalidad no se denuesta, pero está vista a la vez «como fuente y como obstáculo». No debemos olvidar que la lectura de Hera Lindsay Bird ha sido fundamental para configurar la idea de este libro, lo que no implica que el autor, al aceptarlo, no se sienta desconcertado: «Todo se ha dicho y las influencias y los palimpsestos y las ideas que se roban y los autores que contaminan y etcétera / Pero cuando escribo como alguien / Siento que no estoy escribiendo como yo / Pero quién soy yo? / Y qué es escribir como yo?», el problema reside, según el autor, en que se le «meten los autores como dedos en la carne». Son, como decía más arriba, muchas las reflexiones sobre acto de escribir que hay en estos poemas porque son el hilo argumental, junto con el análisis de la infancia, de este libro, más que recomendable para todos aquellos lectores que huyan de la ironía o de la hipérbole conceptual. La historia personal se ha hecho poesía, muy buena poesía.
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