Las mujeres de nuestras vidas
«Cabría preguntarse si las numerosas piezas de la exposición evocan un universo personal eminentemente femenino»
Compartir un tiempo con Maruja Mallo, gracias a exposiciones como la que estos meses ofrece el Centro Botín, permite navegar muchos océanos. El genio atípico ... de Mallo sugiere un cerebro efervescente y una creatividad sin fronteras. La entrevista que le realiza la periodista Paloma Chamorro, recuperada en la muestra y que conviene seguir en su integridad, es un compendio de destellos de ingenio y afirmaciones agudas. Refleja, además, un poso de lecturas y reflexiones que sirven de complemento perfecto a las obras exhibidas.
Subraya la gallega universal en esa pieza audiovisual la dimensión del arte como esencia de la vida, junto a la ciencia. Y su periplo vital refleja una forma de afrontar la realidad con gran intensidad y con pasión estética, mientras que su obra se percibe en muchas ocasiones como el resultado meticuloso propio del método científico. Es el caso, por ejemplo, del 'Canto de las espigas', perteneciente a la serie 'La religión del trabajo', un conjunto de obras que se ubican en un contexto histórico e ideológico concreto y que responden a una geometría propia y reconocible.
Cabría preguntarse si las numerosas piezas de la exposición evocan un universo personal eminentemente femenino. Mallo responde tajante en la entrevista en sentido negativo, pero la observación de las obras sí permite jugar con la idea del retrato personal de una vida, así como de las mujeres de su entorno: en la religión del trabajo, en las verbenas, ante la muerte. Se muestra firme cuando señala en la entrevista que la imagen de la Virgen con su madre y el niño no es sino la evocación de las tres edades, del principio al fin. No obstante, también podría concluirse, siguiendo ese hilo de pensamiento, que, en definitiva, esa representación icónica lo es siempre de la mujer de nuestras vidas, de la madre, que debería ser eterna.
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