Abriendo nuevos espacios para la práctica artística ecosocial
La artista e investigadora cántabra Seila Fernández Arconada dirigió un taller para generar marcos de creación «poco habituales en España»
Con el paso de las horas, en un grupo de personas reunidas en torno a un periodo formativo común, la timidez desaparece dejando paso a « ... muchas cosas que hacer».
En el taller de 'Prácticas artísticas para una renovación ecosocial' que la pasada semana impartió Seila Fernández Arconada en la UIMP, se dieron cita de psicólogos a periodistas, personas vinculadas al arte, procedentes de distintos puntos de España y de diversas edades. «Un grupo intergeneracional y biodiverso en muchos sentidos», explica la docente y creadora cántabra.
Un abanico de perfiles a los que exponer unos mismos contenidos. «Intento abordarlo desde otros lenguajes en un espacio permeable que, considero, son las prácticas artísticas, donde un diálogo más transversal puede acercar».
Sabe bien de lo que habla. Arconada lleva años trabajando con ese planteamiento y cimentando la posibilidad de «comprender también otras perspectivas de otras disciplinas».
Licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco y con un máster en producción y crítica de arte (con distinción) por la University of the West of England (2012), integra en su práctica metodologías participativas, transdisciplinares y ecofeministas que facilitan diálogos multisensoriales y con comunidades. Su obra, que combina arte, ciencia y compromiso social, se ha expuesto en museos, centros culturales y entornos naturales, fomentando la participación ciudadana y el pensamiento crítico. A través de instalaciones, talleres, acciones colectivas y publicaciones, Fernández Arconada busca generar espacios de escucha, reflexión y creación compartida en torno a los retos del presente y del futuro.
El programa que ha impartido en la UIMP se organizó integrando ponencias, debates y actividades prácticas para crear de forma individual y colectiva. Los participantes trabajaron tanto de forma individual como colectiva en mapeos, creaciones transdisciplinares, actividades colaborativas y experiencias multisensoriales, con el objetivo de repensar la relación con la naturaleza, imaginar futuros sostenibles y generar propuestas artísticas que integren pensamiento crítico, sensibilidad ambiental y compromiso comunitario.
El término clave en su práctica es crear. «Reflexionar, dialogar y a partir de ahí encontrarnos para crear desde el lado individual», combinando un proceso creativo colaborativo «que está emergiendo a lo largo de los días».
En este aprendizaje «el proceso lo es todo». Parte de las incertidumbres ecosociales actuales, «y buscamos centrarnos en cómo sucede». Sin anticipar los resultados «centrarse en el proceso tiene una riqueza única», con la aportación que representa cada una de las personas participantes.
El arte ecosocialmente comprometido busca tejerse con otras realidades, con problemáticas que «normalmente pertenecen a otras disciplinas y las trasladamos temporalmente a un espacio de ambigüedad, a un espacio en el que se generan preguntas hacia ellas y se busca el análisis o la reflexión sobre ellas».
La práctica artística de Arconada se vertebra en diferentes proyectos y en colaboraciones entre arte y ciencia o relacionadas con el trabajo con comunidades, más allá de los museos y las galerías. Desde el Amazonas a Polonia. De Alemania a Ucrania. De ahí su identificación como artista e investigadora multidisciplinar. Ha desarrollado proyectos internacionales como The Land of the Summer People (Reino Unido), Unconscious Power (China), Disonancia Sugerida (Colombia), Estudio Flotante – Cuando el río suena a Amazonas (Perú), y actualmente coordina Post Truth? Countering Disinformation Narratives (Ucrania, Alemania, Polonia, Francia). Es, además, cofundadora de colectivos como Functional Collaborative Futures y Mixing Fields, ha sido galardonada por entidades como la Fundación Botín y Arts Council England.
La mayor parte de sus proyectos son «situados, algo muy importante para su integración». No tiene formatos repetidos, «sino que siempre son proyectos nuevos que se entrelazan con otras culturas y realidades», en marcos muy diferentes, que implican trabajar con distintos saberes. La meta es «que tenga un legado local, para lo cual debe adecuarse al lugar donde sucede». Crea metodologías ad hoc, «algo que se nutre a lo largo de los años y que genera una narrativa común al trabajo que desarrollo».
A la artista, este encuentro e intercambio de experiencias le aporta «muchísimo». «No solo aprendo de ellas y ellos –dice– también me enriquece mucho este diálogo de saberes que es como tejernos desde las formas diferentes de entendernos».
Si bien la actualidad relacionada con los desastres climáticos, desde inundaciones a incendios y olas de calor, ha despertado «mucha sensibilidad» y animado a algunas personas a acercarse al concepto de compromiso ecosocial, si bien este tipo de prácticas, Fernández Arconada reconoce que este tipo de prácticas «no son tan comunes en España».
«En otros lugares hay oportunidades para que este tipo de proyectos sucedan y creo que aquí se podría hacer más para ello», sostiene. Por ello, en ese futuro casi distópico, es importante «buscar y experimentar en marcos de creación». Por el momento, la semilla ya se ha sembrado en las aulas de la Menéndez Pelayo.
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