Álex Grijelmo, o cómo el periódico impreso le puede dar la batalla al algoritmo
Escuela. El periodista habló en Santander de verdad, autorregulación en los medios y anonimato en las redes. «Me gustaría que tuviéramos un colegio profesional»
Con su portada, sus secciones definidas, sus titulares a distinto tamaño, su materialidad, un periódico impreso ofrece una «jerarquización informativa» a la que merece la ... pena seguir asomándose. Un periódico en papel estructura la realidad, ofrece límites, un marco temporal y la posibilidad de burlar al algoritmo con una noticia en las páginas de internacional sobre una (hipotética) guerra en una minúscula isla del sudeste asiático. Todo esto les dice Álex Grijelmo a los alumnos de la XXIV Escuela de Gramática Española Emilio Alarcos; parte de ellos estudiantes de grado o posgrado, y, por tanto, nativos digitales. En los Cursos de Verano de la UIMP, donde intervino con una ponencia titulada 'Periodismo y verdad', Grijelmo se dirigió a los más jóvenes para recomendarles que «lean mucho», y que, «si es posible, lean en papel». «Que busquen ese periódico en papel, que tengan esa experiencia de disfrute. En el periódico en papel las noticias vienen a tu encuentro, en el resto de los medios eres tú quien va a por ellas. Y quizá nunca vayas a busca un conflicto en Timor Oriental, pero en el periódico en papel, si ese conflicto existe, estará en sus páginas y te enterarás de lo que ocurre». El papel contra el algoritmo, ¿una idea revolucionaria? Grijelmo suelta una gran carcajada.
Su clase en el campus de Las Llamas, donde la pasada semana participó en la escuela que dirige el catedrático Salvador Gutiérrez Ordóñez, sirvió para aproximarse a la idea de los silencios con efecto manipulador, un concepto al que el periodista y escritor ha dedicado numerosos textos en el diario El País y libros como 'La información del silencio'.
«No he visto que se haya producido ningún avance en la codificación del silencio como elemento manipulador»
Es un truco que puede ir de la mano de otras maniobras, como la de convertir en relevante algo que no lo es, la ambigüedad o la yuxtaposición de hechos o datos que inducen al lector a pensar algo que no es verdad. Es un tipo de silencio que abona el terreno a la manipulación porque, según se encargó de recordar Grijelmo, implica la omisión de información importante en una noticia; y encima puede hacerse contando hechos que son verdaderos. Es decir, se puede mentir sin mentir abiertamente, simplemente hurtándole contexto, información al lector, según expuso el también doctor en Periodismo, exdirector de la Agencia Efe y artífice, entre otras cosas, de la Fundéu. Explicado el asunto desde el punto de vista de la gramática, la psicolingüística o la jurisprudencia, el debate al término de la clase estuvo animado.
¿Y hacer pedagogía sirve de algo? «No he visto que se haya producido ningún avance en la codificación del silencio como elemento manipulador», responde Grijelmo al término de la charla, y eso le lleva a pensar que «no se ha estudiado lo suficiente» ese efecto. Al contrario, la tendencia es al alza, por ejemploy sobre todo, «en los cálculos de las manifestaciones», cuajados de datos dispares y, en ocasiones, poco ajustados a la realidad.
Al margen de normativas y jurisprudencias, Grijelmo apuesta por una autorregulación del sector para frenar este tipo de situaciones. «Me gustaría que tuviéramos realmente un colegio profesional, como tienen otras profesiones, como tienen los médicos», con «unos órganos deontológicos independientes» y constituidos por profesionales de «prestigio máximo, que resuelvan las reclamaciones de los ciudadanos perjudicados por las informaciones». Y además de ese colegio profesional y de esa FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España) «renovada» a nivel de estructura, la autorregulación podría expresarse en una toma de conciencia de los medios, es decir, «que sean conscientes de que tienen que imponerse limitaciones éticas».
Deben disponer de unos «órganos deontológicos independientes» para resolver las reclamaciones de los ciudadanos
Grijelmo también apuesta por que los medios defiendan sus fortalezas en este contexto dominado por las redes sociales, la inmediatez. Lo deseable es no es «contaminarse» de las maneras del «rival», sino hacer valer y «refugiarse en tus fortalezas», a saber, «la seriedad, el rigor, titular bien, consultar a la parte perjudicada [dentro de una información], saber que no es igual una palabra que otra, no poner trampas... [...] En lugar de consolidarnos en nuestros valores nos estamos contaminando con los defectos de los demás y no puede ser», sostiene Grijelmo. A nivel práctico, es mejor dar la noticia un poco después, pero darla mejor.
El anonimato
Gijelmo sigue sin tener cuentas en las redes sociales ni ganas de abrirlas. Sus hermanas detectaron hace tiempo un perfil en Facebook de un tipo que se hacía pasar por él dando «consejos gramaticales» y «no lo hacía mal», cuenta con gracia. «Yo no entraría en un bar donde el 70% de la gente estuviera encapuchada», argumenta. La capucha es el anonimato, concepto al que dedica uno de sus últimos libros: 'La perversión del anonimato. El nombre propio y el peligro de sus máscaras'.
Cuando se puso a averiguar y a buscar literatura al respecto, no encontró ejemplos, tampoco en inglés o francés. «No digo que no existan, sino que no los he encontrado», dice con prudencia, y esa moderación es otra de las actitudes que ha reivindicado en clase; los grises. Entonces, ante la ausencia de títulos se decidió a hacer un tratado que se remonta 5.000 años atrás y que va componiendo la historia del anonimato en todas sus formas y variantes para terminar en el que prima en las redes sociales, que es una fuente de dilemas.
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