José María Ezquiaga
Premio Nacional, impartió la lección de clausura de los Cursos de Verano centrada en «repensar» los entornos urbanos
Eel arquitecto y urbanista José María Ezquiaga dictó ayer la lección de clausura de los Cursos de Verano de la UIMP. El objeto de su reflexión no podía ser más actual: cómo repensar y habitar las ciudades del siglo XXI (y sucesivos), entornos en los que vive más de la mitad de la población del mundo y el 85% de la que lo hace en España. «Hablar de ciudades es hablar del planeta», dijo Ezquiaga ante el auditorio.
Ezquiaga fue el primero en tomar la palabra en la ceremonia con la que se dio por concluida esta edición de la UIMP. El profesor de la Universidad Politécnica de Madrid y Premio Nacional de Urbanismo en 2005, que también ha dirigido esta semana en Santander un encuentro sobre 'Arquitectura y vivienda', trayendo al frente el problema que más preocupa a los españoles, habló ayer de cómo nuestra vida es eminentemente urbana –«las ciudades constituyen nuestro modo de ser y vivir»– y de cómo, teniendo esto presente, «las ciudades deben cuidarnos».
¿Y qué se necesita? «Necesitamos una agenda renovada de objetivos para una transición urbana» que, entre otras cosas, permita «repensar» e «innovar» los contextos urbanos y dar respuesta a los retos que entraña vivir en las ciudades del presente. ¿Cuáles? El decálogo de Ezquiaga dio para una tres cuartos de hora de ponencia: salud; sostenibilidad y límites ecosistémicos; cambio climático; vivienda y equipamientos; movilidad y uso del vehículo, o las necesidades de una población diversa, que son heterogéneas y que deben atender a niños y mayores. Como predica el pedagogo italiano Francesco Tonucci, que probó con su proyecto 'La ciudad de los niños' que una ciudad pensada para la infancia es una ciudad segura y plena, Ezquiaga también recordó que un estándar de calidad urbano está en el uso que los niños pueden hacer de sus espacios. Y lo mismo con las personas mayores, muchas de ellas «cautivas» en sus domicilios. Un «desastre».
«El vehículo ya no puede ser el único artefacto que se mueva por el espacio público»
La sostenibilidad ha de 'parametrizarse' y abandonar el terreno de lo impreciso, apuntó también Ezquiaga. A lo largo de la ponencia, el urbanista se detuvo en asuntos como la autosuficiencia urbana, los cinturones verdes, el replanteamiento de los equipamientos en los barrios, o como la necesidad de «recuperar» para el debate de lo urbano «algo despreciado» hasta ahora, como es el agua, como son las escorrentías. En ocasiones, «tenemos mejor conocimiento científico que gobernanza», aprecia.
Repensar las ciudades en relación al cambio climático también es esencial. Al margen de las medidas de mitigación, «hay obligación» de poner en marcha medidas de adaptación. Y esto enlaza con otro asunto que es preciso repensar: el uso del vehículo particular, la «dependencia» del coche. «El automóvil ya no puede ser el único artefacto que se mueva por el espacio público», ha de convivir con bicicletas, patinetes, coches y motos de alquiler, respetando siempre al peatón, soberano en la ciudad, expuso Ezquiaga en la ceremonia de clausura de la UIMP.
La mirada de un arquitecto
Al margen de estas cuestiones, José María Ezquiaga también habló en la Universidad InternacionalMenéndez Pelayo de aquello que atrae su mirada como arquitecto y urbanista en una ciudad. «Lo que hace atractiva la ciudad, también para los visitantes, es esa vitalidad en el espacio público, esa vitalidad que se traduce en la renovación y calidad de su arquitectura, en el cariño y la conservación que los habitantes han ido poniendo sobre sus propias casas», apuntó.
No obstante, hay otras cuestiones atractivas e importantes que no se aprecian a primera vista, como la distribución de los servicios en la trama urbana, la posibilidad de desplazarse de forma «sensata» para trabajar o hacer recados básicos, la sensación de seguridad y confortabilidad de la ciudadanía, o esos «itinerarios seguros» de casa a la escuela para los niños y niñas.
«Las ciudades constituyen nuestro modo de ser y de vivir. Las ciudades deben cuidarnos»
¿Y puede una ciudad avanzar u organizarse sin un plan general? Un plan general antiguo «es una es un es una piedra en el zapato», entiende Ezquiaga, porque contiene «planteamientos obsoletos en cuanto a la integración de usos o la flexibilidad», entre otras cuestiones. En cualquier caso, Ezquiaga es partidario de que, en el futuro, «empecemos a pensar en planes de nueva generación» que puedan atender a estrategias de calado en vivienda, espacio público, movilidad o seguridad.
La vivienda
¿Y la vivienda? La vivienda es lo que más preocupa a los españoles, concretamente, a uno de cada tres, según el CIS. Desde varias perspectivas, la cuestión residencial se ha debatido esta semana de la mano de Ezquiaga y el plantel de expertos que ha invitado al curso 'Arquitectura y vivienda'.
Suelo y burocracia son dos cuestiones que es preciso abordar y agilizar para no dejar por el camino el proyecto residencial –el proyecto de vida, en muchos casos– de toda una generación en España. Además, «hay que movilizar los suelos públicos y privados», apuntó Ezquiaga el día previo al acto final de la UIMP, y también habló de la necesidad de revisar esos espacios en los entornos urbanos –dotacionales, por ejemplo– que podrían alojar viviendas.
En el ámbito social, Ezquiaga también valora el papel de la banca y de los gobiernos en la financiación y en el hecho de procurar garantías a los promotores. «Tienen un papel muy interesante para volver a fomentar otra vez la financiación de la vivienda social para jóvenes» y, en el caso de las Administraciones central o autonómica, también para «conveniar garantías» que permitan movilizar el parque de vivienda de alquiler y dar respaldo a quienes las levantan.