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De izquierda a derecha: Ricardo Moreno, Rodrigo Avezuela, Raúl Magallón, Javier Moncayo, Jimena Molina, Iratxe García, Diego Espejo, Javier Rubio, Diana Domínguez, María Sánchez, Elena López y Samuel Gómez. Javier Cotera
UIMP

Doce jóvenes mentes en circunstancia con la excelencia

Los mejores expedientes de Bachillerato de toda España muestran su talento en la UIMP como alumnos del Aula Ortega y Gasset, donde han descubierto que «el conocimiento crece cuando se comparte»

Rosa M. Ruiz

Santander

Lunes, 18 de agosto 2025, 14:58

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Apunto de comenzar sus estudios universitarios, los ochenta mejores expedientes en Bachillerato participan en el XXIV Aula de Verano Ortega y Gasset en la UIMP. Tienen entre 17 y 18 años, llegan de distintos puntos de España con muchas ganas de aprender, de vivir y compartir la circunstancia de ser brillantes. Durante cinco días han escuchado a destacados expertos en el campo de la inteligencia artificial, la ciencia, historia o pensamiento crítico. Han debatido con ellos y aprendido, pero también han tenido tiempo para desplazarse hasta Torrelavega y disfrutar de las Fiestas de la Virgen Grande, de bañarse en las playas de Santander y seguir tertulias en la Plaza de Cañadío. Doce de ellos han compartido su experiencia con El Diario Montañés «muy enriquecedora» –coinciden todos– y en la que, según apuntan se combina aprendizaje, reflexión y debate. Un intercambio de ideas en el que han descubierto que «el conocimiento crece cuando se comparte» y que, tal y como les aseguró en una de las ponencias, la directora del Aula y profesora de Matemática Aplicada, Clara Grima, «aprender es lo más bonito del ser humano y la felicidad que da comprender algo es el mejor sentimiento».

Después de todo, en ellos, en su talento y juventud, están puestas las esperanzas de un futuro más prometedor para la sociedad. Así lo reconoce Elena López Santos, una joven de Jumilla (Murcia) apunto de iniciar estudios Lengua y Literatura en la Universidad de Murcia (UMU), quien reconoce que de toda la experiencia de estos días en Santander se queda con la posibilidad de debatir y compartir inquietudes con otros jóvenes como ella «y, sobre todo, conocer diferentes visiones sobre el mundo que nos permiten tener un frente abierto de esperanza para el cambio porque estamos viviendo unos tiempos muy difíciles y convulsos y creo que nosotros tenemos las herramientas para intentar solucionar todos esos problemas que nos están dejando otras generaciones».

Durante una semana, 80 alumnos se aproximan a las grandes corrientes del saber

En general a la hora de elegir carrera prima la vocación por delante de otras motivaciones

Como Elena, el resto de los estudiantes que participan en este reportaje, ha escogido sus estudios universitarios por vocación aunque alguno como Javier Rubio Doca, de Huércal-Overa (Almería) empezó el Bachillerato convencido de cursar Matemáticas y ha acabado matriculándose en Medicina, también en la Universidad de Murcia, con la esperanza de «empezar una vida completamente nueva, hacer nuevos amigos, vivir nuevas experiencias y, sobre todo aprender».

Jimena Molina García, también pensaba que acabaría estudiando Matemáticas, aunque finalmente hará un doble grado de Matemáticas y Física en la Universidad de Oviedo. Ella es de Albacete y confiesa que aunque lo suyo son los números, en los últimos años ha ido creciendo su interés por las ramas más teóricas de la Física, como la Cuántica. «Así que este doble grado parece que está hecho para mí».

Y pese a su brillante expediente, no le gusta nada –como al resto– que se le considere una bachiller de elite: «No comparto esa palabra, creo que si tuvieran que definirnos de alguna forma sería como personas con una gran curiosidad y con muchísimas ganas de aprender. Y ese sentimiento lo estamos viviendo estos días en la UIMP, porque pese a que todos venimos de distintas disciplinas compartimos la misma pasión».

Las matemáticas también son la debilidad de Javier Moncayo de Cartagena (Murcia), una pasión que comparte con la filosofía y ha tenido la gran suerte de que este año se imparta un nuevo grado que aúna estas dos disciplinas en la Universidad de Córdoba. «Me sorprende que mucha gente se eche las manos a la cabeza y le llame tanto la atención de que se haya creado un grado de Matemáticas y Filosofía. Así que cuando me preguntan qué tienen que ver yo les respondo que más bien que es lo que no tienen que ver».

El estudiante que se confiesa más seguidor de Pitágoras que de Platón– «que en el fondo fue un poco caradura», según afirma– también dice que el Aula Ortega y Gasset ha reunido estos días en La Magdalena «a gente de distintos orígenes, que estamos abiertos al diálogo y a debatir en el más puro sentido griego pues nos gusta hablar y discutir de una manera amorosa. Lo que está resultado maravilloso».

El reto de la nota de corte

En esos debates no faltan las opiniones de Samuel Gómez Rico, de Daimiel (Ciudad Real) quien a parte de recomendar a todo aquel que le escuche que visite el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, reconoce que estos días está aprendiendo mucho de esas otras ramas académicas «que no controlamos tanto». Él va a estudiar Ingeniería Física en la Universidad Carlos III de Madrid –en la que coincidirán varios de los alumnos de este grupo. Una institución que, según dicen, tiene mucho prestigio y una nota de corte –la que marca el número de alumnos que inician el curso– muy elevada. A este joven, conocer otros puntos de vista distintos a los suyos, le está pareciendo «muy enriquecedor».

La que también sufrió hasta que salieron publicadas esas notas de corte en esa misma universidad madrileña fue María Sánchez González de Parla. Al final fue admitida en su primera opción: Ingeniería Biomédica, y ahora, más tranquila, disfruta de la experiencia en la UIMP. «Reconozco que está superando mis expectativas y que cada vez que salgo de una charla tengo un montón de preguntas, pero a la vez siento que estoy aprendiendo un montón».

Destacan la diversidad de temas y la posibilidad de aprendizaje reflexión y debate los ponetes

La directora del Aula, Clara Grima, afirma que los ponentes también aprenden de estos jóvenes

Diego Alfaro, de Puente Genil en Córdoba va un poco más allá y asegura que «pocas cosas he vivido que se asemejen a lo que estoy viviendo estos días. Es una experiencia maravillosa que nos permite conocer y comprender opiniones diferentes». Y eso que fue una amiga, que también participa en este Aula, la que le animó a matricularse.

En su caso, y tras alguna pequeña duda, se decantó por seguir una vocación que le viene desde la infancia y estudiar la carrera de Historia en la Universidad de Córdoba. «Y aunque había pensado combinar esta carrera con otros campos como Relaciones Internacionales o Historia del Arte, al final me quedo con lo que siempre me ha gustado», indica.

«Sarna con gusto...»

También en el campus, de la Carlos III, Ricardo Moreno de Albacete, cursará el doble grado en Estudios Internacionales y Derecho. Consciente en que iban a ser muchos los alumnos de toda España que quisieran estudiar esta carrera en esta misma universidad, reconoce que ha se ha esforzado por tener «una cierta constancia en los estudios» lo que no le ha quitado de salir con sus amigos y disfrutar de sus ratos de ocio. «Lo importante es tener la mente centrada. Aprovechar bien las clases y las horas de estudio. Sí que me he esforzado, pero como siempre digo: sarna con gusto no pica». ¿Y con qué se queda de su semana en Santander? «En mi caso he podido profundizar en los estudios que me gustan y en lo que voy a estudiar. Pero lo que más me ha sorprendido es el espíritu crítico, ese toque reflexivo y de hacernos repensar con el que salimos en cada sesión y que espero encontrar también en la universidad».

A su lado, asiente, Raúl Magallón, que se quedará en la universidad de su tierra, Zaragoza, para seguir la carrera de Física. «Estoy de acuerdo en eso de que sarna con gusto no pica», señala. «Y claro que nos hemos esforzado en tener buenas notas, pero en mi caso me lo he pasado bien y hasta he disfrutado y me he dado cuenta de que soy afortunado porque yo salía encantado de clases de matemáticas o física mientras para otros compañeros eran un puro sufrimiento».

Espera y confía en que esas ganas de aprender no se le quiten en la universidad, y coincide con la directora del Aula, en que se puede disfrutar mucho aprendiendo. «Una frase que me ha parecido muy inspiradora porque para mi aprender es un gran placer».

Desde Lepe (Huelva) Diana Domínguez se desplazará a la Universidad de Sevilla para estudiar Marketing e Investigación de Mercado. «Siempre me ha llamado la atención la economía y la forma en que mueve al mundo. Mi madre trabaja en la Administración y veo el marketing como una carrera que se relaciona con las empresas pero que tiene un componente psicológico muy interesante pues puedes ayudar al cliente a consumir con valores relacionados con el medio ambiente, por ejemplo». La joven, como el resto, solo tiene buenas palabras para el Aula Ortega y Gasset y todas las personas que ha conocido esta semana, tanto ponentes como alumnos. «Algunos somos de ciencias, otros de letras, unos más interesados por la Historia y otros por la Física Cuántica... pero todos nos escuchamos y todos tenemos algo que aportar. Estoy segura que estos días los vamos a recordar el resto de nuestras vidas.

Al madrileño Rodrigo Avezuela Zurita, otro que iniciará su carrera en la Carlos III, en su caso ingeniería de telecomunicaciones, «estar en contacto con gente tan formada, y no me refiero solo a los ponentes sino también a los compañeros, le está despertando una gran curiosidad compartida». Algo que también le han proporcionado los expertos que han participado en las clases «con unas trayectorias increíbles».

Iratxe García, de Puente Genil en Córdoba, cumplirá su deseo de estudiar Enfermería en la Universidad de esta misma ciudad. «Al fin y al cabo creo que he venido al mundo para ayudar a los demás y todos los oficios tienen una misión importante para la sociedad y son esenciales pero yo buscaba algo en el que mi esfuerzo pueda mejorar y hacer feliz a una persona, sobre todo cuando atraviese momentos difíciles». Por eso desde siempre ha tenido puesta su mirada en una carrera con una altísima nota de corte en casi todas las universidades. «Y me da rabia cuando me dicen que con mi expediente podía haber entrado en Medicina o incluso que me pregunten si no me daba la nota para ser doctora. Enfermería está más enfocada en el cuidado de los pacientes que es lo que yo quiero», asegura. De mientras disfruta en el Palacio de La Magdalena «de todo lo que la UIMP pone a nuestra disposición» y de una camaradería con los otros estudiantes que según confiesa no esperaba.

La fuerza de la curiosidad

Y si los alumnos disfrutan, los ponentes, en palabras de Clara Grima «lo hacen aún más porque tienen frente a ellos a un público muy curioso y con ganas de aprender. «A nosotros su forma de pensar y sus opiniones también nos están haciendo pensar», reconoce. Por su parte se siente una «privilegiada» por dirigir este Aula y la participación tan activa de los alumnos que hasta en los descansos aprovechan para hacer preguntas a los ponentes sin hacer caso a sus teléfonos móviles. «Por encima de la fuerza que nos tiene absorbidos con las tecnologías, están teniendo una más bonita, la curiosidad».

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