«Los lugares te sorprenden para bien o para mal, pero todo es materia literaria»
La autora de 'Peregrinos de la belleza' María Belmonte desgranó sus vivencias entre la escritura, los viajes y el asombro durante su paso por los Martes Literarios
«Estaba totalmente aterrorizada», dijo María Belmonte sobre sus comienzos en la escritura. Lo hizo en la tribuna de los Martes Literarios. En el Paraninfo ... de la Magdalena detalló unos inicios que tuvieron que ver con la crisis económica, por la cual se quedó sin trabajo. Fue su marido quien le animó a sacar sus cuadernos de notas. «¿Cómo se escribe?», se preguntaba la traductora, acostumbrada a construir con las palabras de otros. Se sentó a probar y terminó 'Peregrinos de la belleza'. Tardó cinco años y no pensaba que se lo fueran a publicar. «Era solo una aventura en la que me había metido». Pero quince días después de enviar el manuscrito a Acantilado, recibió el sí.
En 'Murmullos del agua' (2024) último título hasta la fecha, encajaban sus paseos por la montaña, que le apasiona, el río, la fuente del parque de Bilbao donde jugaba de niña la «antropóloga, viajera y nómada», como la definió el periodista Guillermo Balbona. Ella añadió «sedentaria, por tener que estar horas y horas sentada en mi ordenador».
Especialista en literatura de viajes, cuando Belmonte viaja en primera persona, lo hace porque va a escribir un libro, sola, y quiere «intentar saberlo todo de ese lugar». Es su labor de documentación. Esos lugares «unas veces te sorprenden para bien y otras te decepcionan, pero todo es materia literaria». El libro de cada persona «sería totalmente distinto», expuso, pues la experiencia del viaje es algo propio.
Llegó 'Peregrinos de la belleza', (2015) «la obra casi de una vida», de la vida de alguien a quien le apasionaba «ese fenómeno de un nórdico al contacto con la luz y la vida mediterránea del siglo XVIII al XX». Cuando el autor termina un libro, «no sabe muy bien de qué va a escribir a continuación, pero no hay que apresurarse». A la cabeza vuelve algo de forma reiterada.
«Me hice lectora al darme cuenta de lo apasionante que podía ser la vida más allá del colegio de monjas»
Con 'Los senderos del mar' (2017) lo que regresaba era «un olor que había sentido de adolescente» cuando pasaba el verano entre Biarritz y Bayona. Caminó desde la frontera con Aquitania a la frontera con Cantabria. Quince días. Al regresar a casa, comenzó a escribir. «Es un poco mágico», reflexionó.
'En tierra de Dionisio: vagabundeos por el norte de Grecia', (2021) la devolvieron a su profesora de griego les habló hace dos décadas de un lugar que no sale en las postales. La Grecia de Theo Angelopoulos. Tras sumergirse en sus películas, viajó al país heleno.
El agua «uno de los elementos más misteriosos del planeta», se convirtió en el hilo conductor, a partir de un artículo que leyó en 'The Guardian', sobre un artículo del británico J. B. Priestley en el que narraba aquellas cosas que le hacían feliz. La primera de todas esas cosas eran las fuentes. «Me entró la pasión por empaparme de ese tema inmenso». Eligió centrarlo en el mundo clásico, Italia y esa Grecia pendiente. «Me lo pasé muy bien». Como bien lo está pasando con su futuro proyecto, en torno a personajes importantes para ella.
«Somos hijos del mundo clásico, lo hemos incorporado a nuestra cultura y a su alrededor, Occidente creó un mito», afirmó. El mito en el que «la humanidad brilló por un momento y fue excelsa», dejando de lado la guerra y la sangre. «La armonía de un templo griego no ha sido superada jamás», defendió. De hecho, sostuvo, «la fascinación por Grecia nunca terminará». Un mito como el Mediterráneo, que hoy en día es uno de los mares más contaminados del mundo y se ha convertido en «una realidad difícil», lamentó. Los padres de María Belmonte tenían «una buena biblioteca» alimentada por el Círculo de Lectores. 'La historia de San Michele', de Axel Munthe, cayó en sus manos a los catorce años «y me hizo lectora para siempre». Se dio cuenta «de lo apasionante que la vida podía ser más allá del colegio de monjas». Como traductora, acumula tantos años que «voy como una moto; no me cuesta salvo que sea un tema muy especializado», pero «la literatura es distinta; tienes que entender bien la intención del autor». Además, escribir uno mismo «es un proceso totalmente distinto». Ella comienza escribiendo a lápiz en sus cuadernos. Tacha, reescribe, y cuando lo considera correcto, lo pasa al ordenador. Le encanta que sea así «porque es como poder vivir en dos ámbitos diferentes».
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