«La melancolía es lo que en economía llamarían una utilidad marginal»
Manuel Vicent, que protaganizó los Martes Literarios de la UIMP, reconoce que «la conquista de la libertad de expresión es algo cada vez más difícil»
Hace tiempo que Manuel Vicent (Villavieja, Castellón,1936) percibió que ve la realidad «en forma de columnas», las que ocupan los artículos que cada domingo ... publica en 'El País' desde hace 40 años –«sin puntos y aparte, tengo esa manía porque me gusta que las palabras y las oraciones cabalguen como una especie de red»–. Así lo explicó, durante la segunda sesión de los Martes Literarios de la UIMP, en la que además de hablar de sus columnas, «escribo el universo en ellas dejando fuera todo lo que sobra», lo hizo de sus novelas, de la melancolía y, sobre todo de la vida. De una actualidad que según reconoció, durante la entrevista-coloquio que mantuvo en el Paraninfo de la UIMP con Guillermo Balbona redactor jefe de El Diario Montañés, le tiene completamente «perplejo»: «La creación de la bomba atómica ha permitido algo que antes no era posible y es que ahora, el ser humano ya es capaz de acabar con la humanidad», dijo, y está en mano de Trump y Putin que, «si en vez de meterse un dedo en la nariz lo meten en un botón, acaben con ella».
Pero además de al articulista, el autor de 'Tranvía a la Malvarrosa' y 'Son de mar' también se refirió al Vicent novelista, a ese que según confesó le cuesta inventar personajes y que está convencido de que hay muchas personas en la vida real que superan con creces la ficción, como Jesús Aguirre, que se convirtió por su matrimonio en duque de Alba y que es el principal protagonista de su novela 'Aguirre el magnífico' – «aunque su vida daría como mínimo para cuatro o cinco novelas más»–, libro que forma parte de la trilogía 'Retablo Ibérico' (Alfaguara) junto con 'El azar de la mujer rubia', sobre Carmen Díaz de Rivera y 'Desfile de ciervos', en el que planea la figura del rey emérito. «Creo que al lado de estas personas, todos los personajes de ficción son menores», aseguró y si bien, no tiene intención ninguna de escribir una cuarta entrega, sí se pone a pensar considera que ahora mismo Pedro Sánchez le podría llegar a atraer como protagonista de una gran aventura. «Le veo como una especie de Julio César que ganó todas las batallas fuera y que cuando llegó a Roma fue traicionado por sus amigos. Me le puedo imaginar diciendo algo así como:'¿Tu quoque, Cerdán, fili mi?' o ¿'Tu quoque, Ábalos, fili mi?'», dijo mientras improvisaba un argumento novelísitico con un vaquero al que han echado de un rancho, pero que consigue volver con dos amigos que al final resultan ser dos forajidos.
Pero hay un tercer Manuel Vicent más oculto que se dio a conocer en la UIMP, un hombre que no soporta la tuna «es lo que más odio de todo, después está Auschwitz» –dijo en plan irónico– que no tiene wasap porque su hija no se lo quiere instalar y que todas las mañana escucha cuatro o cinco noticias en la radio antes de poner música clásica. Es ese Vicent, el mismo que de niño y en Valencia, veía las películas de una forma muy curiosa porque vivía frente a un cine de verano «y desde mi casa solo se vía la mitad de la pantalla» el que reconoció que la melancolía, muy presente en todas sus obras, «es una nostalgia hacia delante, una utilidad marginal que dirían en economía». También cree que el tiempo pasa «porque no te pasa nada» y que leer «es una forma de volar. Se puede hacer de muchas formas, boca abajo, debajo de un flexo o boca arriba, que es la mejor forma de volar y la que a mí más me gusta».
Además reconoció que el teléfono móvil es como un «ángel de la guarda» que «te sirve para muchísimas cosas buenas» y, al mismo tiempo, como un «ángel maldito» que «lo sabe todo de ti» y «todo va a ser grabado».
Pero sobre todo,cuarenta años de trabajo como articulista y como novelista, le permiten asegurar que «la conquista de la libertad de expresión es dificilísima», pero que la de pensamiento, «que nadie te puede quitar y ya nadie usa».
Tres días para conocer su forma de vivir la 'Literatura y el periodismo con los cinco sentidos'
. Lo importante de los buenos escritores es que sus textos envejezcan bien, «que nos sigan hablando tiempo después». Emilio Blanco, catedrático de Literatura Española de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), establece la atemporalidad como una de las características necesarias para que un texto sea «bueno» y para que un autor se convierta en «un clásico». Y a su juicio, Manuel Vicent es uno de ellos. Blanco es también el director del curso 'Manuel Vicent: literatura y periodismo con los cinco sentidos que comenzó el pasado lunes en la UIMP y que se clausura hoy miércoles. Tres días en los que los alumnos ha ahondado en la vida y obra del autor con una perspectiva especial, más allá de los expertos: con la presencia del propio Vicent quien además fue protagonista de los Martes Literarios.
Pero al margen de esa sesión, que volvió a llenar el Paraninfo de la UIMP, el escritor y periodista ha tenido tiempo para conversar con los alumnos de este curso, algunos de ellos periodistas y otros expertos en literatura, quienes no dudaron en trasladarle algunas de sus dudas: «¿cuándo escribe su artículo de los domingos?» o «¿cómo elabora sus metáforas, las trabaja mucho o es un don innato? al margen de otras cuestiones que van más allá de la técnica: ¿por qué dice que tenemos tres cerebros?
En cuanto al título de este curso – en el que han participado expertos como Raquel Macciuci, profesora extraordinaria de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina) José Luis Castro de Paz, catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Santiago de Compostela, José Ignacio Díez, catedrático de la UCM, y hoy lo hará Andrés Rábago, 'El Roto', humorista gráfico– Manuel Vicent reconoció que «todo lo que pensamos antes lo hemos sentido: los cinco sentidos son vías de conocimiento» y «lo máximo que se puede hacer en nuestra vida de felicidad consiste en unir los cinco sentidos corporales en una única sensación».
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