«Cada vez que utilizamos la IA estamos destruyendo el entorno en el que vivimos»
El pensador, catedrático de Epistemología, Markus Gabriel protagonizó la sesión 'En contexto' de la UIMP, abogando por un sistema de IA con ética
Una pintura de una pipa no es una pipa, como decía Magritte. Y una inteligencia artificial, no es inteligente. O al menos esta es una ... de las reflexiones del filósofo Markus Gabriel, catedrático de Epistemología, Filosofía Moderna y Contemporánea de la Universidad de Bonn y Director del Center for Science and Thought, que imparte un curso esta semana en La Magdalena y que ayer participó en el ciclo 'En contexto'. Ahí, el alemán ofreció una conferencia en torno a la ética de la IA.
«Nosotros, como consumidores, somos la interfaz sensorial de los sistemas de IA, gracias a los datos que producimos», señaló. Así, se establece una relación entre la máquina y la forma de vida humana, una sociotecnología que le permite aprender. A modo de espejo mágico, con un lado automatizado, la ciencia, y otro que se basa en la forma de vida de los usuarios. «En medio surge la 'inter-ligencia', entre la máquina y un cuerpo humano. Los datos con los que entrenamos el sistema son el medio», detalló.
Las claves
Evolución
El filósofo defiende la 'nueva Ilustración' que usa la tecnología al servicio del progreso moral
Regulación de la IA en la UE
«Necesitamos otra estrategia para vivir con las consecuencias disruptivas del sistema»
En los años 90 la pregunta era si la realidad es real o vivimos en una simulación, como planteaba 'Matrix'. «Elon Musk cree que es así, es una religión en este momento», ejemplificó Gabriel. En la segunda ola se discutía el sesgo y el ruido: los datos no son neutrales. «Por ejemplo, Grok es súper neonazi, mientras que los sistemas chinos niegan que Rusia atacó Ucrania; esto es el sesgo, hay muchos casos, a veces implícitos y otros no, como la misoginia o el racismo». De ahí han surgido regulaciones para reducir este tipo de riesgos «que son reales; la manipulación política».
Ahora estamos en la tercera ola, que discute los costes planetarios, porque la IA requiere mucha energía. Un prompt requiere más energía para responde una sola pregunta, que preparar dos tazas de té. «Cada vez que utilizamos este sistema estamos destruyendo el entorno en que vivimos». Los servidores producen calor, «porque la transmisión de información es un proceso físico». Microsoft está construyendo, de hecho, fábricas nucleares para alimentar sus sistemas.
«Ese tipo de límites podrían superarse con la computación cuántica, una solución tecnológica». Lamentablemente, añadió «si combinamos los problemas de las tres olas, podemos imaginar una ideología liberal postmoderna eterna». La IA ética por la que aboga Gabriel es un sistema que analiza los juicios de valor humano y patrones en el pensamiento y comportamiento «aún desconocidos por nosotros». Por primera vez en la historia humana tenemos acceso a datos gigantescos de comportamiento y pensamiento. La IA ética investiga este tipo de juicio de valor, «crea una imagen realista de nuestra diferencia cultural y abre la posibilidad de un nuevo universalismo».
El objetivo supremo de este tipo de ética es el bienestar ecosocial, la paz y la prosperidad para todos. «Podemos y debemos desarrollar sistemas de IA y nuevas redes sociales que mejoren nuestra ética transcultural. El proyecto de una nueva ilustración, «que utiliza la tecnología al servicio del progreso moral». Markus Gabriel trabaja en la actualidad en el desarrollo del Kyoto Institute of Philosophy, respaldado por grandes empresas japonesas para dar origen a una nueva forma de convivencia. «Tenemos que luchar a modo de resistencia contra el neocolonialismo moderno y la única manera de hacerlo es entrar en la matriz con ciencia, tecnología, democracia y progreso moral». El objetivo es un pensamiento planetario más allá de la globalización desregulada a través de una investigación transdisciplinar «muy al estilo de la UIMP», celebró.
'¿Por qué el mundo no existe?', 'Ética para tiempos oscuros' o 'En torno a la inteligencia artificial', son algunos de los libros publicados por el precoz investigador, que con 28 años se convirtió en el catedrático más joven de Alemania. Desde su experiencia en la materia y como expuso ante un Paraninfo lleno, considera que «el proyecto tan importante en la UE de la regulación de la IA no puede tener éxito; necesitamos otra estrategia para vivir con las consecuencias disruptivas».
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