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Jon Rivas
Viernes, 16 de mayo 2025, 19:09
En el corazón salvaje de Italia, donde las montañas parecen rugir con voz ronca, de piedra y viento, se alzan los Abruzzos como un desafío ... antiguo que inspira a Juan Ayuso, la gran promesa del ciclismo español que intenta hacerse un hueco entre los mejores. Aquí, donde la tierra aún respira como en los tiempos primigenios, el ciclismo no es solo un deporte: es una danza de la voluntad contra la geografía indomable.
Tagliacozzo no es la montaña más alta, ni la más temida, pero allí, como en toda la región, tiembla de vez en cuando la tierra con esos gemidos, a veces dramáticos, que se miden en la escala de Richter. Llegó a ser un campo de batalla en el que se decidió un reino. La sangre empapó los campos en la Edad Media, cuando la casa de Anjou derrotó a la de Suabia y las laderas de la montaña fueron testigos silenciosos de un cambio de dinastía.
Esa es la pretensión de Ayuso, ese cambio de dinastía, del destino de un Giro que todavía tiene como favorito máximo a Primoz Roglic, de nuevo líder, pero solo por cuatro segundos sobre el fenómeno español del UAE, que le ha recortado gran parte de la distancia de la contrarreloj del segundo día.
No le faltarán ocasiones de repetir la batalla de Tagliacozzo en otros escenarios, tan agrestes, igual de evocadores. Cada colina de la península itálica tiene su historia, y muchas de ellas también su fortaleza, a veces en ruinas, recordatorio del país dividido en bandos durante siglos, que en el ciclismo tuvieron el reflejo histórico de Coppi y Bartali, la Italia guerrera con métodos incruentos, lejos de las sangrientas batallas entre los estados venecianos, florentinos, napolitanos o pontificios, en los que Francia, España o el Imperio Otomano tuvieron mucho que decir.
El ciclismo es también batalla, estrategia, muchas veces negociación y también el sacrificio de los capitanes de ruta de cada ejército por su rey. Como Pello Bilbao, del Barhein, por Tiberi, Arensman, del Ineos, por Bernal, Vacek, del Lidl, por Ciconne, Pellizari, del Bora, por Roglic, y Del Toro, en el UAE, por Ayuso. Ellos ponían el ritmo en los últimos kilómetros de la ascensión. Nadie se había movido antes. No era una etapa de desgaste en la que los puertos anteriores pueden determinar el destino de la carrera, sino de las que se deciden en los últimos tramos y es el que mejores piernas tiene o juega mejor su estrategia, el que gana. Tampoco era una ascensión agotadora en la que se van quedando por el camino los más débiles de entre los fuertes. El pedaleo de los lugartenientes era capaz de distanciar a Pedersen, el portador de la maglia rosa, que aguantó con gallardía hasta donde pudo, pero no a quienes, en principio, están destinados a pelear por la victoria. Durante algunos kilómetros se pudo pensar, incluso, que la batalla de Tagliacozzo se disputaría al sprint, pero hubo quien no se conformó con ese desenlace.
A falta de tres kilómetros, las rampas se hicieron muy exigentes y las piernas empezaron a sufrir. Ayuso seguía la estela de Roglic, mientras se dejaban ver Ciccone y Tiberi por delante, con Egan Bernal detrás. Con un kilómetro por recorrer, el colombiano lanzó su ataque. No se le veía tan bien desde hace años, cuando sufrió el terrible accidente mientras entrenaba en su país. Pegó duro; le siguieron Tiberi y Ciccone, y a 500 metros, Ayuso, que circulaba pegado a la izquierda, se coló entre ellos por la derecha y aceleró con tanta fuerza que nadie fue capaz de seguirle, pese al esfuerzo de Bernal. «Sabía que solo podía lanzar un ataque, no podía volverme loco y moverme dos o tres veces, porque en estos finales explosivos solo tienes una bala para gastar». Abrió hueco mientras Roglic parecía flaquear. «He dejado que los demás se desgastasen antes y cuando he visto mi distancia me he lanzado a tope hasta meta».
Nadie consiguió cerrar el espacio en los metros que quedaban hasta la línea. Ayuso apuró hasta el final y solo levantó los brazos al cruzar la meta. «Era muy importante no solo conseguir la victoria, sino también lograr esas buenas sensaciones e intentar recuperar el tiempo que perdí en la contrarreloj». Cuatro segundos por detrás entró su compañero Isaac del Toro, por delante de Egan Bernal y Primoz Roglic, que recuperó terreno en los metros finales, pero se quedó sin bonificación, por lo que Ayuso le recorta tiempo en la general. «Esto me da mucha confianza para los próximos días. Luego ya vendrá la etapa de Siena, que para los hombres de la general como yo es un día muy complicado. Espero sortearla bien y llegar al día de descanso en cabeza».
Es la primera victoria del ciclista nacido en Barcelona, empadronado en Jávea y de orígenes vallisoletanos, en una gran vuelta. «Lograrlo aquí, en mi primer Giro, es algo superespecial que recordaré siempre», reconoció Ayuso.
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