
Iván Helguera, la indignación y la furia
Impotencia ·
Es el último cántabro en acudir a un Mundial con la Roja y para siempre queda su imagen encarándose a Al Ghandour tras su arbitraje en Corea 2002Secciones
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Impotencia ·
Es el último cántabro en acudir a un Mundial con la Roja y para siempre queda su imagen encarándose a Al Ghandour tras su arbitraje en Corea 2002Es una imagen difícil de olvidar. Las venas del cuello tan hinchadas por la ira que parecían a punto de estallar. Los puños cerrados con ... tal fuerza que la tensión se adivinaba en unos nudillos blancos luchando por contenerse para evitar que la mano entera saliese a pasear. El cuerpo inclinado, descalzo, aún con el peto puesto después de abandonar el campo en el minuto 93, cuando lo sustituyó Xavi, y encarándose furiosamente con quien debería haber impartido justicia sobre el terreno de juego e hizo todo lo contrario. Enfado, rabia contenida e impotencia. Ese día todos los españoles fueron Iván Helguera (Santander, 1975). Y es que la imagen del cántabro encarándose al árbitro egipcio Al Ghandour resume –con permiso de la nariz ensangrentada de Luis Enrique– un Mundial, al menos para España. El de 2002 en Corea del sur-Japón.
Y no es para menos. El colegiado perjudicó gravemente a España con sus decisiones. Vamos, que la echó del Mundial con su ladina actuación silbato en mano. Tanto que cuando estaba claro que la Roja tenía que hacer las maletas para regresar a casa todos se preguntaban si al egipcio se lo iba a comer el defensa cántabro o Camacho, que era quien estaba en el banquillo de la selección por aquel entonces. Y es que el trencilla logró disgustar a todo un país y amargar el desayuno a más de uno, porque aquel partido se disputó a las 8.30 horas, hora española, por aquello de la diferencia horaria.
22 de junio de 2002. Estadio de Gwangju. Media España se había puesto el despertador, se había quitado ya las legañas y esperaba con los ojos bien abiertos frente al televisor para ver qué hacía la Roja frente Corea del Sur, la anfitriona del Mundial. España, en cuartos, quería llegar lejos. Spoiler: la cosa no acabó bien. En la pantalla, la camisa de Camacho ya lucia unos buenos manchurrones de sudor bajo los sobacos, pero ese espectáculo se quedó en pañales al lado de lo que vino después. Al Ghandour anuló un gol a Baraja. La cosa ya mosqueaba, porque Corea se había cargado a Italia en el partido anterior a golpe de polémica. Pero el punto álgido de la indignación española llegó en la prórroga, cuando el egipcio anuló un gol a Morientes aduciendo que el balón había salido fuera del terreno de juego.
De eso nada. Las repeticiones de la jugada a través del televisor se encargaron de desmentir al árbitro. Al egipcio le dio igual. Seguramente lo hubiera pitado hasta con el VAR, que todavía no existía ni en la mente de su creador. Pero la cosa no se quedó ahí. El trencilla también cortó tres ocasiones claras para España por tres fuera de juego inexistentes. A penaltis. Ahí la Roja se condenó sola. El resultado fue que España quedó fuera con goles anulados y muchas decisiones polémicas a favor de la Corea de Hiddink.
Iván Helguera nunca lamentó su actuación tras el pitido final. «No me arrepiento. Llevábamos tiempo viendo que en ese Mundial, cada vez que un equipo se enfrentaba a Corea, pasaban cosas. A Italia le expulsaron injustamente a Totti. Nuestro partido fue un escándalo. Lo ves ahora y es increíble, pero ves un fuera de juego de Luis Enrique que estaba en el centro del campo», recordaba el cántabro en una entrevista. Años más tarde, el Corriere dello Sport sacó en portada los amaños en el Mundial de Japón y Corea del Sur 2002.
Fue el último partido de un cántabro en una Copa del Mundo con la selección. Iván Helguera, que era jugador del Real Madrid, se había ganado a pulso el puesto en la España de Camacho y tiene el récord de Cantabria de partidos en un mismo Mundial. Antes del esperpento en Gwangju –que ahora se llama estadio Hiddink, para más cachondeo–, el santanderino salió desde el banquillo en los dos primeros partidos ante Eslovenia y Paraguay; y en su estreno mundialista reemplazó a Luis Enrique, que ahora se sienta en el banquillo de la Roja. La cosa cambió ante Sudáfrica. Ahí saltó al campo como titular, igual que ante Irlanda. Un sufrido encuentro de octavos que se saldó con victoria en los penaltis gracias a un Iker Casillas que ya llevaba puesta la aureola.
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