Las semillas de Laureano Ruiz
Mi padre, Laureano, sería como uno de esos músicos de culto que la gente del mundillo venera y reconoce, pero el gran público desconoce o ... desmerece. Con los años he ido comprendiendo mejor su legado, que se dividiría en dos aspectos principales:
Para empezar, ha sido una figura clave en la vida de miles de personas. El escritor Albert Espinosa utiliza la palabra 'amarillos' para referirse a aquellas personas que aparecen en tu vida – a menudo casual y fugazmente- pero tras conocerlos y tratarlos, se produce un antes y un después en tu existencia. Yo les llamo maestros y mi padre lo ha sido para mucha gente.
Y esto no sólo se evidencia en los jugadores, entrenadores y árbitros que se han formado con él; amén de directores deportivos, representantes de jugadores e incluso directivos y presidentes de clubs que previamente fueron jugadores de Laureano. Su legado, sin embargo, supera estas influencias más evidentes y «directas».
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Lo que nos uniría a sus «discípulos», va más allá de sus enseñanzas técnico-tácticas. Tiene que ver con haber compartido y disfrutado el placer de concebir y practicar el fútbol en su máxima expresión, tanto ética como estética. Y con haber sido formados en una serie de valores, a través del recurso educativo que es el fútbol.
Gracias al testimonio de personas que no llegaron a ser profesionales del balón, he sabido de ex jugadores que –pese a ser suplentes con Laureano- ensalzan su figura y trasladan sus enseñanzas a sus hijos; de doctores que han enfocado su carrera hacia la medicina deportiva; de alcaldes cuya política deportiva se convirtió en referente a nivel nacional; de profesores de Educación Física que difunden las enseñanzas de Laureano en sus clases, de periodistas deportivos que destacan por sus conocimientos futbolísticos, de directores de cine que dedican documentales y vídeos formativos al ámbito futbolístico, de educadores de niños (maestros, monitores de tiempo libre…) que eligieron esa opción de vida influidos por su ejemplo …
Así, si el primer gran legado que deja Laureano es como formador de personas, el segundo sería su aportación al fútbol actual. Aunque mi padre no volviese nunca al Barça, su huella nunca desapareció. En el fútbol base del club muchos de sus discípulos mantuvieron viva la llama, aunque el Barça profesional se moviera en base a otros parámetros. Con la llegada de Cruyff como entrenador, las teorías de Laureano no solo se volvieron a aplicar en La Masía, sino que alcanzaron al Barça profesional. Y transformaron la cultura y el estilo de juego del fútbol español. Y con la irrupción de Guardiola, esa idea y modelo se internacionalizaron y pasaron a ser un referente mundial.
Finalmente pude comprender el gran acierto que supuso la decisión de mi padre de abandonar el fútbol profesional: Rechazando fama y dinero, desarrolló su propósito de vida, obtuvo felicidad en su trabajo, y -de paso- hizo felices a miles de personas mientras seguía plantando sus semillas, que acabarían dando bellos frutos.
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