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Los jugadores de Irán, antes de enfrentarse a Inglaterra. afp
'El eje del mal' contra 'el gran Satán'
Mundial Qatar 2022

'El eje del mal' contra 'el gran Satán'

grupo b / jornada 3 ·

Irán y Estados Unidos se juegan este martes el pase a octavos en un duelo de alto voltaje político y deportivo

Pío García

Enviado especial a Doha

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Martes, 29 de noviembre 2022, 00:32

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Gianni Infantino dice que no quiere mezclar fútbol y política, como si uno pudiera ocuparse exclusivamente de los remates de cabeza y olvidarse de todo lo demás. La realidad, sin embargo, se empeña en quitarle la razón al presidente de la FIFA y más aún en un escenario tan polémico como Qatar, cuyo insólito Mundial ha levantado polvareda desde su torticera adjudicación en el año 2010. La geopolítica, el gas, el dinero, las relaciones diplomáticas, el 'soft power' y el petróleo han contaminado irremediablemente esta Copa del Mundo y, para colmo, una mano inocente decidió que este martes, a las ocho de la tarde, en el estadio Al Thumama de Doha, se enfrentaran Irán y Estados Unidos, dos países enemigos que llevan décadas diciéndose lindezas y amenazándose con la mutua destrucción. Teherán contra Washington. 'El eje del mal' contra 'el gran Satán'.

El partido viene caliente, más incluso de lo esperado, porque la Federación de Fútbol de Estados Unidos decidió hace dos días eliminar en sus redes sociales el símbolo central de la bandera iraní, una especie de tulipán esquemático que rinde tributo a los muertos por la patria. Según explicaron a la CNN los rectores de la US Soccer, buscaban «apoyar a las mujeres que luchan en Irán por los derechos humanos básicos». Los ayatolás montaron en cólera y han llegado a exigir la expulsión de EE UU del torneo por ofrecer una imagen distorsionada del país. Horas después, los americanos restituyeron la enseña iraní tal y como fue adoptada en el año 1980, tras el triunfo de la revolución islámica de Ruhollah Jomeini.

La selección iraní está siendo una de las protagonistas de la primera ronda del torneo. La decisión de los jugadores de no cantar el himno nacional durante el primer partido, que perdieron 6-2 contra Inglaterra, provocó un incendio cuyos rescoldos todavía no se han apagado. Denunciaban así los futbolistas la represión de las protestas populares en su país, que ya suma unos 400 muertos y más de 15.000 detenidos. La muerte, hace dos meses, de la joven Masha Amini tras ser detenida por llevar el velo mal puesto ha prendido un polvorín de consecuencias impredecibles para los ayatolás, que han decidido sofocar las revueltas a las bravas. Incluso dentro del equipo nacional las posturas no parecen ser unánimes.

Hay futbolistas más complacientes con el régimen o que no quieren meterse en líos y otros, como el delantero del Leverkusen Sardar Azmoun, muy activos en contra de la represión. En su segundo partido, aunque sin entusiasmo ni épica alguna, la mayoría de los futbolistas decidió cantar la letra del himno nacional, adoptado tras la muerte de Jomeini y que hace votos por la permanencia de la revolución islámica. Su vibrante victoria contra Gales (2-0) levantó los ánimos, creó una ilusión de unidad y enterró la polémica... al menos por unos días.

Amigos cambiantes

Ahora llega Estados Unidos y de nuevo la política vuelve a enturbiar un partido de fútbol. El seleccionador persa, el portugués Carlos Queiroz, parece dispuesto a entrar a todos los trapos, aunque quizá haya algo de táctica en sus continuos enfados. Nada une tanto a un equipo como un buen enemigo común. Tras afear a una periodista de la BBC su interés por formular preguntas incómodas a los jugadores iraníes, Queiroz se ha enfrentado públicamente con Jürgen Klinsmann, exfutbolista alemán, antiguo entrenador de EE UU y actual miembro de un comité técnico de la FIFA.

A Klinsmann se le ocurrió decir que tanto Queiroz como los futbolistas persas presionaban mucho a los árbitros «como parte de su cultura» y el portugués reaccionó con extrema indignación, pidiendo la dimisión de alemán y acusándole de menospreciar a un país de historia milenaria. En su última comparecencia, sin embargo, el técnico portugués no quiso echar más gasolina y pidió despojar el partido de cualquier otro significado: «Nuestra misión es levantar sonrisas durante 90 minutos. Todas las demás cuestiones son importantes para la sociedad y somos solidarios con todas las causas humanitarias, pero nuestra misión es esa». La prensa iraní le aplaudió.

A orillas del golfo Pérsico todo se mezcla en una confusa madeja de intereses estratégicos, relaciones comerciales, amigos cambiantes y enemigos permanentes. En Qatar está instalada la mayor base americana en la zona, Al Udeid, aunque últimamente Doha ha estrechado mucho sus lazos con Teherán, que le ayudó a escapar del bloqueo al que durante cuatro años le sometieron sus celosos vecinos, Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Baréin. Sobre este ardiente tapete geopolítico se van a jugar este martes las habichuelas Irán y Estados Unidos, en un partido de pronóstico incierto. El que gane avanzará a octavos de final. Y en medio de todo este avispero, un árbitro español, Mateu Lahoz, tratará de que no se desborden las pasiones. Se sentirá como un casco azul de la ONU arrojado en paracaídas sobre una zona de conflicto.

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