Muere el escritor Germán Gullón, gran biógrafo de Galdós, Premio de las Letras de Santander
Autor de la gran biografía de Galdós, Premio de las letras Ciudad de Santander, Galdosiano de Honor, escritor y crítico literario, ha fallecido este sábado a los 80 años
Autor de la gran biografía de Galdós, Premio de las letras Ciudad de Santander, Galdosiano de Honor, el escritor y crítico literario santanderino Germán Gullón ( ... 1945) falleció ayer cerca de Ámsterdam, donde residía, a los 80 años. Narrador, escrupuloso y fino estudioso de la literatura en español y reconocido crítico literario, dedicó su carrera de profesor universitario a defender la integridad de la cultura literaria española. Entre sus más de treinta títulos se encuentran el innovador 'Los mercaderes en el templo de la literatura' (2004), la mejor biografía del escritor canario, 'Benito Pérez Galdós, maestro de las letras modernas' (2020), y la reivindicación imprescindible de la obra de la escritora gallega, 'Emilia Pardo Bazán o el tiempo de la mujer' (2021), ambas editadas por el sello Valnera.
Novelista, ensayista y crítico, dejó entre sus últimas obras la publicación de 'España, juguete del oportunismo', un ensayo en el que apeló al compromiso cívico y a «regenerar la vida social recurriendo a la cultura española, donde se conserva la verdad humana».
Germán Gullón trazó una rigurosa, profusa y activa creación tanto en el terreno académico como en el de la crítica, el análisis y el ensayo y la pura creación literaria. Su rigor y la profundidad de la biografía del escritor canario, 'Galdós, maestro de las letras modernas' fueron fundamentos esenciales a la hora de recibir el Premio Ciudad de Santander. Su padre, Ricardo Gullón, abogado, escritor, crítico literario y ensayista, fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en 1989.
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Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca, realizó su doctorado en la Universidad de Texas (EE UU) y ejerció como catedrático de literatura española en las universidades de Pennsylvania, California y Ámsterdam. Autor de 'La novela moderna en España', presidió la Asociación Internacional de Galdosistas y dirigió el Instituto Cervantes en Utrech.
Entre sus obras de ficción, 'Adiós, Helena de Troya', 'Azulete', 'Querida hija', o 'La codicia de Guillermo de Orange'. Gullón destacó como jurado del Premio Nadal (2000-2016) y del Premio Ciudad de Valladolid. También ejerció la crítica literaria en El Cultural, y dirigió dentro de la Biblioteca Cervantes Virtual el portal de Novela Española Contemporánea. Fue nombrado Galdosiano de Honor en 2009. Colaborador asiduo de El Diario, su mirada crítica y su querencia para abrir debates se reflejaron en dos destacados libros: 'Los mercaderes en el templo de la literatura' y 'Una Venus mutilada: La crítica literaria en la España actual'. Su labor abarca tanto la autoría de estudios literarios como la de editor de textos de la literatura española del XIX al XXI y la de crítico como tal. Especialmente elogiados son sus trabajos sobre el XIX y el modernismo.
Miembro de la Sociedad Menéndez Pelayo, pertenecía al Consejo de Redacción del Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo con el que colaboró con frecuencia. La Sociedad que preside Borja Rodríguez Gutiérrez lamentó profundamente el fallecimiento del escritor. Gullón, humanista y apasionado de la literatura, recibió numerosos reconocimientos internacionales por la excelencia de su trabajo, como las becas de la Fundación Guggenheim y de la American Philosophical Society.
Además de la edición de más de una docena de novelas de Galdós, destacó por numerosos títulos cuya aportación renovadora abarcó territorios culturales históricos y actuales, plasmados en 'La modernidad silenciada: La cultura española en torno a 1900' (2006), 'El sexto sentido: La lectura en la era digital' (2010) y 'La novela de Galdós: El presente como materia literaria' (2014), entre otros.
Gullón no sólo vivió en Santander hasta los 13 años, sino que cada verano y en otros momentos del año regresaba a Cantabria. Su marcha a Madrid en plena adolescencia –recordaba en El Diario– «fue penosa, pues de residir en el paseo de Pereda, mirando al mar, pasé a vivir en un piso de Madrid, y desde mi ventana sólo veía la casa de enfrente. Nunca se me quitó la añoranza del mar, de ese espejo, la bahía, en la que la bella ciudad se asoma constantemente. Cuando ahora la contemplo desde lo alto del Centro Botín, siento que he vuelto a mi lugar, a mi tierra, a ese maravilloso lugar en que el mar se siente abrazado por los brazos de Somo y Pedreña. Por otro lado, a través de mi padre, Ricardo Gullón, el Santander de José Hierro, de Gerardo Diego, de Manuel Arce, nunca estaba fuera de nuestras conversaciones».
En una de sus últimas entrevistas, publicada hace apenas un año en este periódico, Gullón subrayaba que «los españoles, por tradición cultural, por historia, poseemos una rica tradición de la defensa del hombre, del humanismo, que el frentismo político borra, y nos une a esos que quieren borrar la tradición humanística de Occidente». Y en su faceta de lector riguroso y hombre culto, tras sus finas disecciones de la teoría y la historia literaria, reivindicaba a Goya y Galdós, Unamuno y Ortega y al joven ensayista Manuel Azaña. Entre sus proyectos, ahora truncados, se refirió a la escritura de un ensayo que explicara «lo que está en juego si los rusos y los chinos consiguen aflojar las defensas sociales de la democracia occidental. Algunos españoles viven tan contentos y sin conciencia alguna de lo que nos jugamos», sentenció.
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