«Solo los cien mejores del mundo viven del ajedrez»
El cántabro Daniel Tabuenca, una de las grandes promesas españolas en este deporte, tratará de compaginarlo con los estudios el próximo curso, que realizará en Estados Unidos
Daniel Tabuenca Mendataurigoitia (Bezana, 2009) ve el mundo en blanco y negro. Todas las semanas se inclinan ante su maestría tableros poblados de reyes, reinas, ... torres, alfiles, caballos y peones. Con tan solo dieciséis años, el cántabro ya es todo un campeón de España, título que consiguió el año pasado en la categoría sub-16. Y no descarta torneos de mayor calibre. «No sé si este año voy a poder ir al Campeonato del Mundo, que si no me equivoco será en Albania. La Federación Española me ha invitado, pero voy a estudiar el curso que viene en Akron, Estados Unidos, y no sé si van a dejar que me salte dos semanas de clase», explica con tono tranquilo al otro lado del teléfono.
Tabuenca, que acaba de finalizar cuarto de la ESO, se muestra emocionado ante este cambio tan radical. Su voz adquiere pinceladas de ilusión y orgullo al recordar que seguirá los pasos de sus hermanos, quienes también cruzaron el charco para aprender inglés. «Ambos hicieron primero de Bachiller allí y les encantó la experiencia, así que yo también me he animado a ir». El joven ajedrecista confirma que planea ya sus próximos movimientos en este deporte de cara al nuevo curso. «Conocimos a la familia que me toca en un Mundial en Italia y les interesa el ajedrez. Imagino que podré jugar varios torneos allí». No descarta unirse a alguno de los típicos clubes de instituto. Aunque es bastante probable que ninguno de esos compañeros esté a su altura.
Esa diferencia de nivel frente a un tablero no sería la primera vez que ocurriese. Su padre y uno de sus hermanos, aficionados desde siempre a batallar en el campo blanquinegro, le enseñaron a jugar a los cuatro años. «Creyeron que me podría gustar y acertaron», comenta entre risas. «En el colegio había una extraescolar de ajedrez, pero con un nivel muy básico, sobre cómo mover las fichas y demás». Es por ese motivo que el cántabro labró su propio camino. Se inscribió en el Club de Ajedrez Torres Blancas, de Santander, y a partir de ahí todo fue sobre ruedas.
Las frases
Inicios
«Mi familia me enseñó a jugar a los cuatro años. Creyeron que me podía gustar y acertaron»
El profesionalismo
«Solo los cien mejores del mundo pueden vivir de la competición de ajedrez como tal»
Gukesh Dommaraju
«Le vi en persona y ahora es el campeón del mundo. Esto no es algo imposible. Yo también puedo»
Una vida ajetreada
El ajedrez es una constante en el día a día de Daniel Tabuenca. «Una semana corriente dedico unas nueve o diez horas a entrenar, aunque se añade tiempo si el fin de semana juego alguna partida clásica o torneo», cuenta el ajedrecista. «En el día a día no hay ningún problema para compaginar estudios y deporte. Los problemas llegan a la hora de viajar a torneos, porque falto a clase». Eso no impide que saque buenas notas. Tabuenca es un gran estudiante y, aunque no está seguro de a qué se quiere dedicar en el futuro, será algo relacionado con la física, las matemáticas o, incluso, la medicina.
El de Bezana suspira al otro lado de la línea cuando sale el tema del ajedrez profesional. «Es muy difícil vivir de ello. De hecho, solo los cien mejores del mundo pueden vivir de la competición como tal». No obstante, señala que «hay otras maneras de sacar partido» al ajedrez. Su amigo y mentor, José Carlos Ibarra, ha creado una gran comunidad en redes sociales a través de contenido vinculado al deporte. «Me he llegado a plantear hacer lo mismo, pero nunca seriamente», sostiene Daniel.
Ibarra, murciano de nacimiento, es una de las figuras que más admira dentro del panorama profesional, aunque el podio se lo lleva Gukesh Dommaraju, actual campeón del mundo de ajedrez.
«Una vez fui a un campeonato mundial de escuelas, nos enfrentamos a un equipo de indios y él estaba presente. Tendría unos dieciséis años y ahora es el campeón del mundo. Le he podido conocer en persona y eso es muy guay. Todos nos quedamos pensando '¡nosotros también podemos, esto no es imposible!'».
Un deporte incomprendido
Los ajedrecistas tienen que batallar no solo contra su adversario, sino también con un estigma bastante generalizado. Que el ajedrez no es un deporte. «Mucha gente no lo considera un deporte porque no hay un esfuerzo físico grande, pero sí que lo hay mental. Creo que hay estudios que confirman que el ajedrez gasta mucha energía y quema calorías. Las partidas pueden hacerse largas, la media es de unas tres horas pensando y concentrado. Eso gasta mucho».
Tabuenca, a diferencia de esas personas, sí reconoce el ajedrez como deporte porque «sabe lo que se sufre». «La parte psicológica es algo muy importante. Tienes que estar preparado para llevar bien los nervios. Muchas veces es duro porque cuando cometes un error, la culpa es solo tuya», reflexiona.
Daniel concluye que, al no ser aún un profesional como tal, «no debería preocuparme tanto» por perder de vez en cuando. Pero es consciente de que hay muchas miradas puestas en sus próximos movimientos, tanto en la vida real como en el tablero. Altas expectativas y grandes sueños. El camino de este maestro del ajedrez no ha hecho más que empezar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión