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Almería está tan lejos de Cantabria que las opciones para viajar son casi infinitas. Eso sí, cómoda, sólo una. Y quedó reservada para los principales ... protagonistas de esta película futbolera. Pasadas las 11.30 horas, el Racing aterrizaba en el aeropuerto de la ciudad andaluza, procedente del Seve Ballesteros. Vuelo directo. Apenas hora y media de avión. A partir de ahí, los demás, cada uno con su odisea particular. De las mil conexiones de avión a las doce horas de ida –y otras tantas de vuelta– en autobús. De los que llegaron el viernes a los que viajaron en el mismo día. Incluso a los que, por cosas de la vida, la cita les pillaba más cerca de sus puntos de residencia. Todos con la misma excusa:la lucha por el ascenso. Más de 300 racinguistas se plantaron allí para empujar a su equipo.
Casi al tiempo que los futbolistas llegaban a su hotel de concentración llegaba el autobús fletado por las Asociación de Peñas Racinguistas desde SantanderUna paliza, sobre todo para los que les cuesta dormir en la tortura del autocar. Entre ellos, ahí estaba, infatigable, Mauricio Gómez. 87 años. Una vida en verde y blanco.
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Las peñas se citaron en el paseo marítimo Carmen de Burgos, en la zona de El Zapillo . Aunque hubo quien se desperdigó, quien aprovechó todas las horas que quedaban para el encuentro y disfrutar de la ciudad, que no todo es fútbol y el largo viaje lo merece. Incluso quien se pegó un baño en la playa, que el Cantábrico en mayo es bastante más prohibitivo. En algún apartamento de la zona, un par de banderas de Concanos. Primera línea de playa. Esos se lo habían montado mejor.
Porque hubo quien llegó el sábado. Y quien se adelantó al viernes. Conozca España con el Racing siempre fue una buena agencia de viajes. Que no sabes a dónde viajar, LaLiga te echa un cable. Mayo, Almería. Sin fallo.
Es el caso de Sofía Arobes y Quique Gómez. Aunque a ellos cualquier destino les viene bien. «Llegamos el viernes, hemos estado haciendo un poco de turismo, aunque hemos estado en Almería varias veces. Y, sobre todo, ayer la playa. Pero con ganas de que llegue ya el partido», decía Sofía, en la mañana de ayer, mientras paseaban por el centro de la ciudad andaluza.
Llevan tres años 'on tour' 'non stop'. Desde que Quique se jubiló. «Este año hemos ido a todos, hasta a Lanzarote», afirma Quique, con la camiseta del ascenso de 2022. Sofía viste la de la temporada 2015-16. «Confío en que podemos ganar, Hay que disfrutar y competir. A mí la ilusión no se me va a quitar nunca, porque lo que estamos viviendo y disfrutando ahora es un premio».
Aunque para haber una treintena de grados se llevaban relativamente bien, las sombras y las terrazas estaban cotizadas por los racinguistas, que se tomaron con calma las horas previas. Había que reservar la mayor cantidad de energías posible para lo que venía por la noche. Una tarde, además, pendiente de los resultados de otros campos. «Empata el Oviedo con el Zaragoza. Eso es bueno», comentaba una aficionada en su grupillo en la Plaza Flores. «Yel Eldense, también, así que se sigue jugando el descenso contra nosotros la próxima semana», calculaba uno de sus interlocutores. así es un final de Liga, más aún en esta 'hipertensiones'. Las cuentas se le s vinieron abajo en un segundo. El equipo carbayón, por medio de un cántabro, Paulino de la Fuente, marcó el gol del triunfo en el tiempo añadido. Si es que es mejor no mirar nada hasta que no acabe...
Poco a poco, los aficionados verdiblancos se fueron desplazando hasta el ahora UD Almería Stadium, antes conocido como Power Horse Stadium y de siempre Estadio Juegos del Mediterráneo. Andandito o en taxi, porque a los de El Zapillo no les quedaba muy lejos, pero para los del centro había una tiraduca. Y muchos de ellos se dieron cita en la puerta del escenario del encuentro para esperar la llegada del autobús verdiblanco y dar un último aliento a sus futbolistas, hora y media antes del choque.
Unos jugadores que pasaron del autocar a echarle un ojo al estado del césped. Salía Álvaro Mantilla y marchaba para el vestuario Luis Suárez. Saludo educado mirada de reojo. Duelo a la vista. El camargués iba a tener trabajo esa noche. Los 300 que adquirieron la entrada en Santander y se situaron en la grada visitante y los que se mezclaron con la afición local en otras gradas del estadio le pusieron color verdiblanco y acento cántabro al ambiente. Yapoyaron en la medida de la fe que les iba dando el equipo, que no siempre fue la misma. Al final, ambas hinchadas acabaron enfrentadas en cánticos en un encuentro en el que no hubo nada de polémica.
Acabado el partido, Cantabria está tan lejos de Almería, que hay infinitas formas de volver. Los futbolistas tenían el chárter programado para primera hora del día siguiente. Algunos aficionados también pernoctarían en la ciudad y ya el lunes emprenderían camino. De unas maneras u otras. Y los que habían llegado hasta la otra punta de España en autobús, no les quedaba otra que volver a su asiento en el convoy. Una tortura multiplicada después de ver a su equipo perder y de esa manera tan pobre. Sin descanso, porque esta semana que viene toca otra: próxima parada, Elda.
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