Casi un calco, pero con sensaciones distintas
A pesar de exponer su debilidad en defensa, después de siete jornadas el Racing arranca solo con un punto y un puesto menos que la temporada pasada
El run run comienza a formarse alrededor del Racing. No es un murmullo atronador todavía, pero el racinguismo se impacienta al ver cómo su equipo ... es el más goleador de la Liga, pero paradójicamente es el segundo más goleado con dos tantos por partido. Enamora arriba, pero desespera atrás. Una contradicción que alimenta la impaciencia de una afición que empieza a ver el frasco tirando a medio vacío. Sin embargo, el contraste entre la sensación en la calle y los datos reales merece detenerse porque la foto fija es engañosa.
Respecto a la temporada pasada la caída no es tan dramática como parece. A estas alturas de la campaña 2024-25, el Racing era tercero con 14 puntos. Dos empates, cuatro victorias y una derrota lo situaban justo detrás de Levante, líder, y Burgos, segundo, ambos con 14 puntos. El retrato de los verdiblancos era optimista: un equipo sólido, competitivo y sin excesivos sobresaltos. Un curso después, los números son casi un calco. El Racing acumula 13 puntos y ocupa la cuarta posición. Por delante, Deportivo y Cádiz, líder y segundo, con 15 puntos, y el Andorra, tercero con 14 después de asaltar los Campos de Sport en la última jornada. Es decir, el equipo solo tiene un punto y un puesto de diferencia respecto al del año pasado. Y, sin embargo, la percepción es distinta. El vaso ya no se ve tan lleno.
Los números
14 puntos
tenía la temporada pasada en la jornada 7 y era tercero en la clasificación.
13 puntos
tiene en la campaña actual en la misma jornada y es cuarto en la tabla.
La clave es que el vértigo de los otros números, los de los goles, no miente. El Racing encaja una media de dos tantos por partido. Demasiado lastre para un grupo que, por juego y ambición, se ha ganado el derecho a mirar hacia arriba. En la jornada siete de la temporada pasada, los de José Alberto llevaban 11 dianas a favor y solo 7 en contra. Era un equipo pragmático, que rentabilizaba cada gol y se protegía atrás. En cambio, este año el registro es explosivo: 18 tantos marcados y 14 encajados. El doble de goles recibidos en el mismo tramo. Es el más goleador de la categoría, pero también el segundo más goleado. Una montaña rusa estadística que explica la montaña rusa emocional de la afición.
Los recuerdos ayudan a poner perspectiva. En la 2024-25, el Racing firmó empates ante Almería (2-2) y Eibar (2-2), victorias en Oviedo (1-3) y Tenerife (0-1), un triunfo ajustado ante el Sporting en casa (1-0), una victoria en Castalia frente al Castellón (0-1) y la única derrota, dolorosa, en El Sardinero ante el Cartagena (1-2). El guion de aquel arranque transmitía equilibrio. La defensa aguantaba, los goles llegaban a cuentagotas, pero eran suficientes y las derrotas no se acumulaban. Era un equipo que ganaba por la mínima, con oficio, y que transmitía sensación de fiabilidad.
El presente, a pesar de ser parecido en cuanto a resultados, es otra cosa. La temporada comenzó con una exhibición ofensiva, 3-1 al Castellón en casa. Luego, la victoria a domicilio contra el Albacete (2-3), otro festival en Santander frente al Ceuta (4-1) y el triunfo en Almería (2-3). Un arranque que disparó las ilusiones, pero pronto aparecieron las grietas. La derrota ante la Cultural Leonesa (2-4) en casa dejó cicatrices. Un partido nefasto en el que el Racing pareció noqueado desde el inicio. Después llegó el empate en Córdoba (2-2) que dejó cierto sabor a derrota. No se sumó un punto, se perdieron dos. El equipo ganaba 0-2 con un rival en inferioridad numérica y terminó viendo cómo el conjunto andaluz le igualaba el partido en el minuto 97.
El último episodio es la derrota ante el Andorra. Un penalti más que dudoso que el VAR ni siquiera entró a revisar y mucha mala suerte de cara portería. Además del eterno debe, la defensa. El equipo, ansioso, se dejó todo en el campo, pero se estrelló contra el meta visitante, Yaakobishvili.
La paradoja del Racing es evidente. Nadie marca más goles, pero casi todos encuentran la manera de hacérselos. El problema no está arriba, donde la pegada resulta incuestionable, sino atrás, donde las concesiones son constantes. De ahí la urgencia de ajustar piezas. Un bloque que aspira al ascenso no puede permitirse recibir dos tanto por encuentro.La pegada por sí sola no basta. En una categoría tan igualada donde los partidos se deciden por detalles, la fiabilidad defensiva marca la diferencia entre pelear por subir o quedar atrapado en la zona templada. Y aún así, al Racing le ha dado para mantenerse en el cuarto puesto y seguir en la lucha por hacerse con el liderato. Después de todo, ahora mismo solo dos puntos le separan de los puestos de ascenso directo.
El estado de ánimo
El racinguismo vive instalado en esa contradicción. Un estado de ánimo frágil que oscila entre la alegría y el desencanto. Quizá por la sensación de desaprovechar lo que se tiene. El empate en Córdoba o el penalti contra el Andorra son ejemplos de cómo un detalle mal gestionado puede cambiar la narrativa de una semana. El equipo está en puestos altos, con números para pelear por el ascenso, pero la impresión es que algo se escapa. No puede vivir permanentemente confiando en que su delantera resuelva cualquier problema. Tarde o temprano los goles arriba no serán suficientes si atrás se regala tanto. La Segunda es un maratón, no un sprint, pero también es una categoría que castiga cada debilidad. El Racing tiene todo lo que necesita para pelear por el ascenso: pegada, carácter y una afición entregada. Solo le falta ponerse las pilas.
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