Santiago Díaz apoya un proyecto «bueno para el Racing, Santander, Cantabria y la ciudadanía»
El expresidente verdiblanco, que ya planteó una idea similar, lo considera «necesario» y no ve motivos «racionales» para rechazarlo
«Bueno para el Racing, bueno para Santander, bueno para Cantabria y bueno para la ciudadanía». Así define el expresidente verdiblanco Santiago Díaz, hasta 2005 ... accionista mayoritario del club, la propuesta de remodelación de los Campos de Sport presentada por los actuales propietarios del Racing, Sebastián Ceria y Manolo Higuera. La iniciativa ha llevado al recuerdo la que hace algo más de veinte años presentó él mismo: un centro de ocio en el estadio que al mismo tiempo sirviera para modernizarlo y ampliar su aforo. Llegó a conseguir la financiación –no exigía inversión pública– y a presentar un proyecto que creía consensuado, pero que finalmente no salió adelante. No obtuvo entonces, un riesgo que se afronta también ahora, el visto bueno del Ayuntamiento de Santander.
Díaz define a Ceria e Higuera como «una gente bastante seria» que «al llegar se encuentra que hay que remodelar el campo y buscar ingresos para dar soporte al club, porque eternamente contra el bolsillo de alguien no se puede aguantar. La lógica y el sentido común dicen que se apoye la idea, porque es buena para la ciudadanía, los aficionados, para Cantabria, para su economía y para el Racing, claro; es puro sentido común». Apunta que «no se puede subordinar a un nuevo Plan General, porque llevamos veinte años sin él; que eso es otra locura», sino que «hay vías para hacer las cosas y hacerlas bien».
«Me parece muy buena propuesta», insiste. «No conozco este proyecto al detalle; yo conocía el mío, pero me parece necesario y además han minimizado el impacto en la zona», resume.
Su proyecto
Cuando Santiago Díaz presentó en 2002 su proyecto de centro de ocio lo hizo en un momento en el que aún no se había llevado a cabo, como sí ocurre en la actualidad, en otras muchas ciudades. Y lo consideraba entonces igual de «necesario» que en la actualidad para incrementar los ingresos del club, y de paso, revitalizar una zona «muerta». «Entonces para estar en Primera División hacían falta unos 3.500-4.000 millones de pesetas de presupuesto y los ingresos normales no llegaban a los 2.000, de modo que todos los años había que vender jugadores para enjugar el déficit. En total, en nuestra época vendimos 36.000 millones de pesetas en futbolistas, pero eso es la lotería; no te puede tocar siempre. Era o poner el club en sus ingresos y que estuviera en Segunda o entre Segunda y Segunda B o inventarse algo, y el activo del Racing era la concesión del campo a perpetuidad y sin precio en la mejor zona de Santander».
132 millones
«El Racing tenía un estadio en propiedad en la mejor zona de Santander y se lo quitaron por 70 millones de pesetas y el compromiso como parte del pago de hacer uno nuevo y su uso a perpetuidad», explica para poner la situación en contexto. Cuando en su momento analizó la viabilidad del club, llegó a la conclusión de que «el gran activo era la concesión del campo». El centro de ocio fue así el modo de buscar ingresos atípicos que estabilizaran la economía de la sociedad en una zona que no revertía ningún rendimiento a las arcas municipales. «¿Es normal que un sitio así este infrautilizado, usándose dos horas cada dos semanas durante nueve meses? El proyecto tenía un gran potencial, como lo tiene ahora, y entonces incluso más: generaba un ingreso diferencial que permitía ser el más rico de Segunda y, en Primera, consolidarse».
Insiste en que no se solicitaba inversión pública, no se le restaba ningún ingreso al municipio, que el Ayuntamiento mantendría la propiedad y que las concesiones de toda la infraestructura revertirían en él en última instancia. «Pedíamos una concesión: que lo sacaran a subasta. Nosotros garantizábamos que un grupo iba, pero podían acudir más, y después, a los 75 años, todo revertía en el Ayuntamiento, que no tenía que hacer ninguna inversión –era de 22.000 millones de pesetas (132 millones de euros)–. Pactamos con el alcalde que lo explotaran además firmas locales. En el caso de la gran superficie, Lupa; y en la hostelería, una firma cántabra que decidieran los propios hosteleros o incluso la asociación».
«¿Por qué no salió adelante? La propuesta no fue bien acogida en una parte de la sociedad, como les ocurre ahora a Higuera y Ceria, pero Santiago Díaz alberga más sospechas. «Cuando estábamos con ese tema había unas elecciones cerca y se acababa de inaugurar un centro comercial en Nueva Montaña. Si te ponen uno en El Sardinero, a cuál vas a ir?», reflexiona. «Por alguna razón, hostelería empieza a poner pegas y veo que no va adelante», recuerda antes de concluir que «a diferencia de nuestros vecinos vascos, que se apoyan y por eso van como van, aquí no eso ocurre».
Al margen de decisiones o criterios políticos del «virreinato» que Álvarez Cascos, con gran relación con el entonces alcalde de Santander, Gonzalo Piñeiro, tenía en el PP del norte de España, considera que el rechazo fue «una irracionalidad»: «A nada racional podía obedecer, como tampoco ahora ¿Acaso no hay concesiones en todas partes, también públicas? ¿Cuál es el problema de que en el estadio del Racing, cuyo uso tiene a perpetuidad, se haga una concesión subastada públicamente? Y que el rendimiento termine retornando al Ayuntamiento, pero también durante un periodo a quien explota el campo». La historia terminó, a medio plazo, con la salida del grupo Sadisa del Racing.
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