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Antonio Tomás supera a un jugador de Osasuna B, en presencia de Gonzalo.

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Antonio Tomás supera a un jugador de Osasuna B, en presencia de Gonzalo. Daniel Pedriza
Fútbol | Racing

Un traje para cada ocasión

Pouso utilizó a Antonio Tomás y Rivero y sentó a Jerín y Sergio, la pareja de la pasada jornada en el pivote

Marcos Menocal

Santander

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Lunes, 16 de abril 2018, 07:36

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Que el campo está embarrado, Sergio Ruiz y Jerín. Que el campo está liso y seco, Antonio Tomás y Quique Rivero. Y Granero lesionado, Jerín sin convocar y Javi Cobo, al banquillo. Será por pivotes. Aquí hay de todo como en botica. Carlos Pouso volvió a tirar de fondo de armario y confeccionó un centro del campo a la carta. Aprovechó que Antonio Tomás volvía después de cumplir su partido de sanción y que a Sergio Ruiz le molestaba aún el hombro (sufrió un esguince la pasada jornada) para armar una sala de máquinas con recuerdos del pasado. La pareja de ayer fue la primera que utilizó el Racing esta temporada cuando arrancó la Liga. Vuelta al principio.

Con Pouso aquella frase tan célebre del eterno Terio queda en evidencia: «Aquí no hay suplentes ni titulares, aquí siempre juegan los mismos». De esta forma tan curiosa definía el utillero de siempre cómo los entrenadores una vez que daban con un equipo que ganaba dos partidos seguidos se olvidaba de los demás jugadores. Eran los tiempos en los que no había nadie que no se supiera de memoria la alineación. No se puede decir que con el técnico vasco esté todo dicho, basta con echar un vistazo a sus decisiones. El pasado domingo si alguien salió reforzado y señalado como el hombre del partido en Villaviciosa fue Jerín y ayer no fue ni convocado. «A mi Sergio me gusta en todos los sitios», confesó Carlos Pouso hace unos días. Pues bien, el cántabro vio el partido desde el banquillo. El rival, el campo, las circunstancias... Muchos son los factores que influyen en el planteamiento del técnico cuando llega el domingo.

La pareja formada por Quique Rivero y Antonio Tomás cumplió con el guión establecido; el primero se amoldó al rol de pasador y creador, mientras que el segundo se situó como pivote defensivo. Más de lo mismo. Un jugador más enfocado a las labores de creación y el otro a destruir el juego del rival. En realidad fue el primer partido de Pouso sin Sergio Ruiz. El astillerense ha sido un fijo en los esquemas del vasco y ayer fue la primera tarde en la que no pudo estar.

Lázaro firma ya el mejor registro goleador de su carrera

Borja Lázaro se supera y después de cinco temporadas en su carrera deportiva firmando un registro goleador de siete goles, con el tanto de ayer sumó ocho como racinguista. Sus números son absolutamente espectaculares ya que sus ocho dianas han llegado en diez partidos, lo que le convierte en uno de los delanteros con mejor promedio de la categoría. El madrileño había firmado siete tantos en dos temporadas con el Leganés, una con el Huesca –estas tres en Segunda– y dos más, una con el Almería B y otra con el Conquense, ambas en la división de bronce. El curso actual lo empezó con el Alcorcón, pero una lesión de rodilla le obligó a pasar por el quirófano y le impidió jugar con el club madrileño. El delantero está, por tanto, ante la campaña en la que más goles ha marcado en su carrera como profesional.

Así como no existen laterales -Gurdiel es el único derecho y Castañeda zurdo- pivotes los hay de todos los colores. Nunca están de más los buenos jugadores, pero es evidente que la plantilla tiene un overbooking en el centro del campo importante. No es más que una forma de derrochar energía pensar en qué ocurrirá cuando la semana que viene supere del todo las molestias del hombro Sergio Ruiz y Borja Granero destierre por fin los dolores de su rodilla. Serán cinco jugadores, con permiso del imberbe Jerín, para dos puestos. «Bendito problema. Es lo que le gustaría a cualquier entrenador», afirmaba Pouso hace unos días.

Lo cierto es que, paradójicamente, la primera parte del partido la sala de máquinas 'ofensiva' generó menos peligro que la 'defensiva' ante el Lealtad. Curiosidades. Sin embargo, la primera vez que se inventaron algo que sacó del hastío al partido y cumplió con el guión que escribió Pouso en la caseta acabó en gol. Un pase al hueco del que la toca, Quique Rivero, y diana. El plan del entrenador salió bien, aunque se hizo de rogar. Dio la sensación una vez más de que el Racing deja escapar muchos minutos del partido sin hacer nada y eso hay ocasiones que se paga caro. El rival, el Osasuna B, está tan seco que ya es pobre hasta para pedir y no supo aprovechar cuarenta minutos de desgana racinguista, pero no es probable que los rivales que esperan en un hipotético play off sean tan generosos. Lo que quedó claro con el equipo de ayer es que con Pouso puede jugar cualquiera y sin importar cuándo. Basta con que se le dé mejor que al resto una faceta del juego. Eso, para el vasco, le convierte en un especialista. La propuesta lo que consigue es sumar a la causa a todos sin excepción. Buena gestión de grupos.

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