Ocho mil razones para visibilizar el autismo
Alpinismo ·
Vanessa Almeida parte hacia el Himalaya, al Manaslu, para intentar el primer ascenso de una persona con trastorno del espectro autista a un ochomilEn el alpinismo hay gestos que pesan más que una cuerda o un piolet. Gestos que van más allá de las cimas y que se ... convierten en símbolos. El que está a punto de protagonizar Vanessa meida (Vitoria, 1978) tiene esa condición. El próximo viernes 5 de septiembre parte hacia el Himalaya con la intención de intentar escalar el Manaslu, un ochomil –en concreto cuenta con 8.163 metros–. Si lo logra, será el primer ascenso de una persona con autismo a una de esas montañas que parecen reservadas para unos pocos.
El proyecto se llama '8.000 sin barreras' y busca derribar muros físicos y sociales, y demostrar que el autismo no impide alcanzar lo que parece inalcanzable. La montaña como escenario y la inclusión como objetivo. Agosto ha sido para Vanessa un mes sin tregua. Mientras buena parte del país buscaba sombra y playa, ella apuraba jornadas de entrenamiento intenso. Gimnasio, montaña, resistencia y técnica. «La preparación empieza mucho antes de poner un pie en el glaciar», repite a menudo. Y en su caso, además, empieza también en la planificación. Saber cómo reaccionar ante imprevistos, cómo mantener rutinas que ordenen lo desconocido y cómo rodearse de un equipo de confianza.
En ese equipo está el alpinista Juan Vallejo, referente de las expediciones españolas al Himalaya. Será su compañero de cordada, el que comparta silencios en la tienda y decisiones al borde del vacío. La presencia de Vallejo aporta la experiencia de quien ha vivido la montaña en todas sus versiones y, al mismo tiempo, envuelve de seguridad un proyecto que camina en territorio nuevo. No se trata solo de un reto personal. El pasado 10 de julio, Vanessa fue recibida en Madrid por Rubén Pérez Correa, Secretario de Estado de Infancia y Juventud. En la reunión se habló de inclusión, de referentes y de la necesidad de visibilizar que el autismo no es un freno absoluto.
Acompañaban a Vanessa dos voces autorizadas en la materia. El doctor Ricardo Canal, decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca e investigador en autismo, que puso sobre la mesa el valor de la planificación y del acompañamiento especializado. Y la doctora María Merino, de la Fundación Miradas de Burgos, psicóloga experta en autismo femenino, que subrayó la importancia de que una mujer lidere un reto así. Todos coincidieron en lo mismo, el valor del proyecto no se mide en metros, sino en su capacidad de abrir caminos. Vanessa viene del mundo de la vela, donde ha sido campeona del Mundo, tres veces de España e incluso realizó la preparación para los juegos Olímpicos de Sydney en el 2.000, pero ahora ha cambiado radicalmente de escenario.
En la montaña se suele hablar de lo visible. De la dureza de la pendiente, la nieve acumulada, la falta de oxígeno... En el caso de Vanesa, la preparación incluye también lo invisible: rutinas que permiten mantener el control, descansos estratégicos y una estructura clara en medio de un entorno caótico. En eso consiste '8.000 sin barreras', en demostrar que con apoyos y planificación, lo que parece imposible empieza a ser probable. Para ella, cada entrenamiento es doble. Trabaja el cuerpo, pero también la mente. Se ejercita en la resistencia física y, al mismo tiempo, ensaya la capacidad de adaptarse a lo inesperado. Es, en definitiva, la misma dualidad con la que muchas personas con autismo se enfrentan a la vida diaria.
Un coloso de roca y hielo
El Manaslu es la octava montaña más alta del planeta. Un coloso de roca y hielo en Nepal que muchos alpinistas utilizan como preparación para el Everest. Para Vanessa es mucho más que un peldaño en una carrera deportiva, es un símbolo. Si logra alcanzar la cima demostrará que una persona con autismo puede plantarse en un ochomil. Pero incluso si no llega, el mero hecho de intentarlo ya tiene un impacto social de enorme magnitud. En ese gesto hay un mensaje claro, las limitaciones que la sociedad suele atribuir al autismo no son absolutas. Que haya barreras no significa que no se puedan superar. Que haya retos no implica que no existan caminos para afrontarlos.
Faltan días para que Vanessa y su equipo emprendan el viaje a Nepal. El Manaslu, con sus glaciares interminables y su clima imprevisible, pondrá a prueba cada detalle de la preparación. El frío, la altura y la soledad son enemigos implacables, pero el premio es suculento y no es otro que el eco que este intento pueda tener para familias y personas que conviven cada día con el autismo. La deportista es consciente de que cuando se coloque la mochila en los hombros y mire al frente, detrás de cada paso habrá miles de ojos puestos en ella, esperando una prueba de que los muros pueden caerse. Y que, aunque la cumbre es un lugar pequeño en el que caben muy pocos, esta vez será una cima compartida.
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