Crítica | Soundcity Torrelavega
Xoel López, atemporal y rabiosamente modernoDe nuevo mucha expectación y gran afluencia de público en la segunda jornada del Torrelavega Soundcity, que este viernes contaba como cabeza de cartel con ... un personaje mayor del panorama independiente nacional, un Xoel López cuya figura no ha dejado de crecer en las últimas dos décadas, con el pequeño milagro de romper la barrera generacional, lo que hace que congregue a espectadores de un amplio abanico de edades.
Y es que el artista gallego ha ido labrando su carrera de forma casi artesanal, y no solo por el cuidado exquisito que pone en composiciones y actuaciones públicas, sino porque ha evolucionado desde posiciones pop hasta crear un sonido absolutamente personal y muy complicado de definir, donde caben desde las virtudes del cantautor hasta los ecos bailones de la música tradicional, pero tamizada por un virtuosismo que parece de conservatorio, su registro vocal delicadísimo y una elegancia zen: nada en exceso. Rabiosamente moderna y a la vez atemporal, la música de Xoel López no se parece a ninguna otra.
En formato quinteto, y todos trajeados, el gallego tocó 'Tierra' para arrancar, antes de viajar en el tiempo con una de esas versiones imposibles que, sin embargo, funcionan: las 'Perlas ensangrentadas' de Alaska y Dinarama. Un simple cambio de tempo que obra prodigios: sería muy difícil elegir entre el cover y la original. Eso sí, ninguno ha conseguido arreglar lo del 'me dijó' y 'su frasé'.
Sin más versiones, y con la excepción de la fabulosa 'Que no', rescatada de su etapa como Deluxe –la presentó como «una canción de 2003»; ¿de verdad ha pasado tanto tiempo? Si suena como si la hubiera compuesto hoy mismo, y a la vez como un clásico– el grueso del concierto lo ocuparían sus discos en solitario, incluyendo un par de canciones en gallego –'Paxaro do demó' y 'A serea e o mariñeiro'–, mientras Xoel iba alternando la guitarra y los teclados, y hasta las maracas con las que tocaba el tambor. O se ajustaba la armónica y la acústica, en plan Dylan; de hecho, hasta arrancó 'Ningún nombre, ningún lugar' cantando «the answer, my friend, is blowin' in the wind».
Debajo, la concurrencia le jaleaba con 'Xoel, Xoel' pero al ritmo del 'oé, oé, oé'; luego canturreaban y bailaban como niños encantados de Hamelín. 'La espina de la flor en tu costado', 'Elevarte, caer' o 'Lodo' fueron coreadas como verdaderos himnos, aunque el plato fuerte llegaría con el cierre, tras hora y cuarto, con un 'Tigre de bengala' que puso a toda La Lechera a bailar. Y con ganas de más; cierto que en los festivales no hay bises, pero también podrían haber hecho una excepción…
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