Jorge Vera
Entrevistas ·
El intérprete y arreglista chileno abre hoy el ciclo de jazz de la sala Los Ángeles junto a Santiago Greco y Jorge PérezDos niños de 1 y 4 años, un proyecto propio y el acompañamiento de otros artistas y una agenda nutrida. Jorge Vera, pianista y arreglista recala hoy en Santander para abrir el ciclo de jazz del Cine Los Ángeles (20.00 horas). Lo hará acompañado de «dos musicazos»: Jorge Pérez y Santiago Greco, con una propuesta singular.
Vera conoce bien la ciudad. Aquí vivió tres años al llegar a España desde su Chile natal y antes de trasladarse a Madrid. Decidió dar el salto «al viejo continente» porque «a nivel artístico consideré que me podía aportar mucho más». De la ciudad tiene bonitos recuerdos. Conoció «al gran bajista que se nos fue hace poco, 'Alicate', Dani Simmons», del que tanto él como su padre eran grandes amigos. También a Jimmy Barnatán «al que acompañé muchos años, grabé varios discos con él y le tengo gran cariño y aprecio». Conoce incluso 'La fuente de Cacho'. Regresar con su propia formación veinte años después «es hermoso».
Hace más de veinte, el doble exactamente, empezó todo. Vera es creyente, «gracias a Dios», pero si en algo tiene fe, es en la influencia que sobre él ejerció su ámbito familiar, que le permitió adentrarse en el mundo de la música desde bien pequeño. Su padre es músico. Tocaba con artistas en Chile y «gracias a que estaba inmerso en ese mundo, yo ya iba rebotando de un lado a otro, viéndole tocar, haciendo amigos». Así acabó tocando en orquestas. «En la música te tienes que motivar y a mí me pasó con él». Venir de una familia «no es que lo sea todo, pero en mi caso me ayudó bastante». Y anima a quien quiera que su hijo se forme como músico, «que aparte de estudiar, esté rodeado de estímulos, porque la gente se hace haciendo; como con los idiomas». No en vano, la música también es un lenguaje que es necesario practicar.
El «bendito demonio» que no le deja dormir a Vera son «las ganas de seguir componiendo mi música», dice. Siempre le gustó el jazz, pero más concretamente, el jazz fusión. Así se llama al estilo que hacía Chick Corea o las electric bands. «Incluso en el pop, en Luis Miguel, por ejemplo, podemos escuchar jazz fusión», detalla. Estudió con varios maestros en Chile, «gente que entiende la armonía más moderna». Pero lo que le hizo click para dedicarse profesionalmente a ello, «fue la necesidad».
Cuando llegó a Madrid se dio cuenta de que su única salida era tocar jazz. «Pero me faltaba cultura y nivel y me fui haciendo en las jam session». Tanto es así que en una de ellas conoció a su mujer, cantante. Vida y labor surgidas de un escenario. «Me puse las pilas y vi a músicos increíbles, intenté hablar con ellos, copiar cosas y poco a poco encontrar mi lugar». Un lugar que parte de una mirada singular, con elementos «un poco locos». «Me gusta mucho el mundo de la música de los videojuegos y cojo melodías que no son tan pulcras y las llevo al estilo del jazz». Improvisación y complejidad aplicadas a su visión.
De su gran referente, Chick Corea, que tocó jazz clásico, latino o flamenco, aplica la técnica. Los músicos tradicionales de jazz usan la mano izquierda para tocar acordes y con la derecha hacen melodías. «Corea sin embargo era más contrapuntístico; utilizaba elementos de Bach, del barroco, por ejemplo». Siempre fue fan y «cuando se fue de este mundo me sentí muy mal porque es un referente, un vínculo entre lo clásico y lo moderno». Además fundó Electric Band «la mejor banda que ha pisado este mundo», celebra.
De la escena actual destaca que «hay mucho nivel». En Santander, Zaragoza, Barcelona, Galicia… «España está muy bien posicionada y creo, humildemente, que no son conscientes los músicos del nivel que hay en general y deberían valorarlo, aprender de sus pares», aconseja. «Hay gente buena aquí, hay que escucharlos y empaparse de sus discos». Pero también «seguir componiendo y animar a las nuevas generaciones a que lo hagan». En ese sentido «estoy intentando aportar algo dentro de mis capacidades», señala. «Que hagan lo que quieran ser». ¿Lo ha conseguido él? «Lo intento; la música no se puede explicar con palabras y quiero creer que siempre me falta más, que en cierto modo es lo sano».
Con 40 años recién cumplidos, mantiene los oídos abiertos a lo que surja. «Quiero seguir creciendo». «Si quieren vivir un momento loco con una propuesta nueva de tres frikis de la música, podrán en nuestro concierto», concluye. Quedan invitados.
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