Subirse a la ola buena
Surf ·
El programa 'Disfruta del Mar', para menores con necesidades especiales, enseña que la inclusión real es posible. Ahora lanzan un mensaje claro: hacen falta más espacios de deporte y ocio donde quepan todos los niñosLa marea sube lenta en la playa de Somo y el rumor del agua se mezcla con las risas de los niños. En la orilla, ... unas tablas de surf esperan su turno. No hay competición, no hay medallas. Solo un grupo de pequeños que descubren, entre espuma y salitre, que el mar también puede ser suyo. Ese es el corazón de 'Disfruta del Mar', un programa que desde hace quince años convierte la playa en un espacio de juego, terapia y pertenencia. Lo dirige Simone Tiemann, terapeuta ocupacional de origen alemán afincada en Cantabria y con más de veintitrés años de experiencia, que un día decidió que el agua podía ser algo más que un entorno bonito. Podía ser una puerta.
«Me parecía súper interesante aprovechar el entorno mar y playa como espacios que tienen mucho potencial. El agua, el mar, son recursos muy interesantes para trabajar como medio de terapia», cuenta. Pero el germen de todo no fue solo terapéutico. Fue también una respuesta a la ausencia. «A nivel de deporte, de ocio, no existía nada realmente para los niños que tenían algunos desafíos en el desarrollo», detalla.
De esa carencia nació una semilla en el verano de 2010: tres niños que presentaban Trastorno Generalizado de Desarrollo (TGD) y Trastorno del Espectro Autista (TEA), una tabla y un grupo de voluntarias que creyeron que el mar podía ser inclusivo. «Empezamos con solo tres niños el primer año. Lo mantuvimos durante un verano entero y fue un éxito total», comenta Simone, que aún recuerda las palabras que la madre de uno de esos chavales le dijo entonces. «Jamás hubiera pensado que su hijo podía hacer una actividad que no fuera con los padres, y menos en el mar». Ese verano cambió algo más que rutinas, demostró que cuando se ofrece el entorno adecuado la inclusión deja de ser solo un discurso.
La actividad suele tener un efecto regulador. Se calman, están más atentos y conectados con su propio cuerpo
Cuando se creó no existía nada realmente para los niños que tenían algunos desafíos en el desarrollo
Con el tiempo el pequeño grupo se convirtió en una asociación sin ánimo de lucro con un equipo de voluntarios formados, un método propio y una red de apoyos locales, desde la Escuela de Cántabra de Surf hasta la Federación Cántabra y los ayuntamientos de la zona. «De año en año ha ido evolucionando la calidad, la preparación de las personas que participan, la seguridad y el provecho que pueden tener los niños», señala Simone.
Pero la evolución ha traído también un límite. Este verano 26 menores han podido participar, mientras que otros 27 se quedaron sin plaza. No por falta de ganas, sino por responsabilidad. «Nos hemos dado cuenta de que podemos garantizar que todos están muy bien atendidos hasta un determinado cupo para garantizar una experiencia plena de cada niño», dice, y pasa a describir una realidad que viven cada día estos chavales y sus familias. «La necesidad de participar en actividades deportivas o de ocio ha ido realmente a más y más. Hay muchísima necesidad y muy pocas posibilidades para que puedan realizar estas actividades»,
Simone no busca que 'Disfruta del Mar' crezca sin medida. Busca que otros repliquen iniciativas similares, que surjan más actividades en las que estos niños, cada uno con sus desafíos, puedan participar. «Nosotros no tenemos la idea de crecer y crecer, sino de que sea visible. Hace falta espacios deportivos, de ocio, en los que puedan participar todos. Y esto se puede aplicar a cualquier tipo de deporte o actividad», comenta con voz firme. El mensaje va dirigido a clubes, federaciones y a ayuntamientos. A todos los que diseñan actividades para la infancia sin tener en cuenta que hay chavales que siempre se quedan fuera. «Los clubes, las escuelas o los municipios tienen una responsabilidad. Las entidades públicas deben preparar su oferta para que esté accesible a todo tipo de desarrollo de los niños».
Su voz desprende la calma de quien lleva mucho tiempo remando contra la misma corriente. Quince años de aprendizaje, de errores, de intuición y también de pequeñas victorias. «Cuando nos reunimos este año para celebrar nuestro aniversario muchos decían: 'Hay que celebrar estos quince años'. Y sí, hemos conseguido mantener una asociación genial que funciona súper bien, pero para mí no estamos en una situación para celebrar. Seguimos con muy poco avance en muchas cosas. Todos hablan de inclusión, pero no de inclusión real», sentencia.
«El mar no hace distinciones»
En la playa sí se ha conseguido. El mar no hace distinciones. En el agua todos los niños son parte del mismo grupo. Comparten una tabla, una risa, una ola. «Queremos fomentar la relación, la pertenencia. Que el niño sienta: 'Yo pertenezco a esto. Todos llevamos una lycra roja, formamos parte del mismo equipo'». Esa rutina, dice, es lo que da estructura, lo que les enseña a conectar con los demás y consigo mismos.
Los resultados son visibles pronto. «La actividad suele tener un efecto bastante regulador. Los niños se calman más, están más atentos, más conectados con su propio cuerpo. También les facilita conectar con las personas con las que se relacionan», desgrana. Algunos descubren una nueva coordinación, otros una inesperada alegría. «Hay niños para los que la diferencia entre su forma de estar fuera del agua y dentro es enorme. De repente, están súper despiertos, quieren repetir, la comunicación aumenta... Es como: 'Wow, esto soy yo'».
'Disfruta del mar' se financia con una subvención de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, una cuota simbólica de 40 euros por niño y la colaboración de las escuelas de surf de la zona que ceden el material y las instalaciones. Todo lo demás, la dedicación, las horas, la paciencia... es voluntario. «Hubo un momento en el que pensamos en profesionalizarlo, que todos los monitores fueran remunerados, pero decidimos no cambiar el chip. No queremos convertirnos en una empresa. Lo que necesitamos no es más dinero para nosotros, sino que haya más lugares preparados para atender a estos niños», reclama Simone.
Ese «más lugares» es la raíz de todo el mensaje. Porque mientras los diferentes organismos se felicitan por sus políticas de inclusión, la realidad durante los veranos las ludotecas o las actividades deportivas muestra otra cosa: exclusión. «Muchos niños están excluidos y no tienen opciones. El verano ha mostrado otra vez una temporada en la que ni en la ludoteca ni en actividades psicodeportivas hay inclusión real para ciertos niños . Y eso no puede ser. Se necesita crear muchas más posibilidades».
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