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Vivir entre mar y tabla
Cantabria y sus olas atraen a surfistas de toda España y del extranjero
No es coincidencia. Las olas cántabras siguen atrayendo a surfistas de toda España y del extranjero, cada uno buscando diferentes sensaciones, retos y paisajes. Ribamontán ... al Mar, Piélagos y Suances concentran los principales destinos, con 'spots' que van desde olas suaves para principiantes hasta rompientes potentes que solo los más experimentados se atreven a desafiar. Somo, Liencres, Los Locos, Berria y Merón son playas de referencia, mientras que Santander y Noja suman alternativas urbanas y accesibles, que muestran la diversidad que ha convertido a Cantabria en un referente del surf.
Esto no es solo un deporte en la región, también es economía y empleo. El consejero Eduardo Arasti, decía que la Industria del surf ha crecido significativamente y en 2021 alcanzó a más de 48.000 turistas. La presencia de empresas locales como Full & Cas, productora de tablas cántabras, y la consolidación de infraestructura 'surf-friendly' como alojamientos, tiendas y 'shapers' (modeladores) refuerzan un ecosistema que genera trabajo directo e indirecto, además de impulsar el turismo durante todo el año.
Cantabria cuenta con más de 50 escuelas de surf repartidas por sus arenales. Centros históricos como la Escuela Cántabra de Surf en Somo ofrecen cursos multiformato para distintos niveles, edades y en varios idiomas, mientras que la Federación Cántabra de Surf gestiona licencias autonómicas y formación técnica. Esta red de academias permite a los visitantes iniciarse en el deporte con seguridad, participar en actividades competitivas y explorar diferentes estilos de vida de tabla sin depender de un único centro.
Los eventos contribuyen también a consolidar la región como destino de surf. La Liga EDP Surf Pro Spain, el Campeonato de España Universitario o pruebas de longboard y junior series se disputan en playas como Somo, Liencres o Los Locos, que generan afluencia de participantes y público que impulsa la demanda turística fuera del verano, como explica la estrategia pública de Ribamontán al Mar. Incluso competiciones invitacionales de ola grande, como La Vaca Gigante en Santander, atraen atención mediática y refuerzan el prestigio de los 'spots' cántabros.
La experiencia del surf, sin embargo, no se mide solo en competiciones o datos económicos. Blanca Garde, alumna de una escuela en Somo, recuerda su primera ola con emoción: «En mis primeros días aprendiendo había muchísimo oleaje, no podía entrar al mar porque la tabla me llevaba y lo estaba sufriendo mucho. Pero por fin llegó el día, me puse de pie cogiendo la ola y fue una sensación de felicidad extrema y de superación».
Sofía Lizandro, que viaja desde Cádiz para surfear en Cantabria, explica que la combinación de olas, paisaje y cultura local la hace repetir: «Siempre es divertido venir con amigos que comparten esta pasión». Andrea Zanni, aprendiz italiano, cuenta entre risas que cada zona ofrece un desafío distinto. «La primera vez que me puse de pie cogiendo una ola fue en Bali. El nivel es alto pero bajo a la vez, sobre todo cuando estás dado la vuelta bajo el agua. Cada playa tiene su carácter».
Iván Jaldón, monitor de Latas Surf House (Somo), destaca que en la tierruca hay playas muy buenas. «No hace falta irse muy lejos. El norte de España es una maravilla porque hay variedad de olas». Por ello, la diversidad de olas permite a surfistas de niveles variados disfrutar del mar. Somo ofrece 'beach breaks' largos y versátiles, ideales para principiantes; Loredo y Berria son recurrentes para 'surf camp' y clases; Los Locos y Liencres presentan olas más potentes y técnicas; Merón y Oyambre combinan entorno natural con rompientes constantes; y en El Sardinero o Ris se encuentran alternativas urbanas con fácil acceso y condiciones variables. Cada playa tiene su propio ritmo, y los surfistas valoran tanto la técnica como el disfrute del paisaje.
El turismo de surf en Cantabria también refleja diversidad de procedencias. Visitantes llegan desde otras comunidades españolas y desde países como Italia, Bélgica o Francia, con un gasto medio diario de entre 151 y 186 euros según datos de EGATUR 2024. La oferta de escuelas, alojamiento 'surf-friendly' y servicios complementarios contribuye a que la región mantenga ocupación turística incluso fuera de la temporada estival, que fomenta un flujo constante de turistas y una desestacionalización. En la práctica diaria, los surfistas coinciden en un aspecto: la «sensación de libertad» que ofrece cada ola. La infraestructura de la región, la profesionalización de las escuelas, los eventos y la atención al medio ambiente se combinan con historias personales. Cada surfista tiene su relato, desde la primera caída hasta la primera ola dominada, pasando por la superación de dificultades y la satisfacción de aprender en un entorno protegido y regulado.
Hay más aspectos en los que están de acuerdo gran parte de los practicantes, tanto locales como internacionales: «Este deporte es más un estilo de vida, en el momento no piensas en nada más que en dejarte llevar. El surf es conexión con el mar».
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