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El Grupo Bimbo confirmó este jueves que está en proceso de negociación un expediente de regulación de empleo (ERE) que afectará a 352 trabajadores. Un anuncio que hizo saltar las alarmas ante la posibilidad de que pudiera afectar a la fábrica que la compañía tiene en Solares. Sin embargo, no será así. Al menos es lo que confirma Comisiones Obreras a preguntas de este periódico. El sindicato tranquiliza a los trabajadores cántabros porque los recortes planteados se centrarán únicamente en la red comercial y no en la plantilla productiva como la de Medio Cudeyo.
Fuentes de Bimbo apuntaron este jueves a Efeagro que «el sector de la alimentación atraviesa una transformación profunda, marcada por cambios en los hábitos de consumo, la consolidación de las marcas de distribución y la creciente demanda de nuestros clientes por soluciones logísticas más ágiles y sostenibles». Ese es el contexto en el que se apoyan para justificar el ERE que proponen y por el que «hemos iniciado un proceso de adaptación de nuestra operativa en todo el territorio, con el objetivo de ser más ágiles, eficientes y sostenibles y que conlleva un impacto el modelo comercial».
La empresa se comprometió a que «el proceso estará basado en la máxima sensibilidad hacia nuestros colaboradores y con la confianza que siempre hemos demostrado para escuchar a las personas y alcanzar un acuerdo satisfactorio para todas las partes».
No obstante, fuentes de CC OO Industria criticaron que la decisión de plantear despidos a través de un ERE «no se basa en la situación económica de la compañía, que en los últimos años ha dado beneficios», sino en su «intención de aumentarlos a costa de reducir la carga salarial». Como ejemplo de su solvencia económica, recalcaron que «hace apenas un mes» se comunicó la inversión destinada a triplicar la capacidad de producción de la planta de Zaragoza, mediante la optimización de procesos y la incorporación de una nueva línea de producción de croissants.
Asimismo, desde el sindicato explicaron que los movimientos de Bimbo en los últimos años ya han tenido «un coste muy duro en el empleo», con el cierre de tres fábricas —Valladolid, Paracuellos (Madrid) y El Vergel (Alicante)— y recortes en la red de vendedores autónomos dependientes, que cuando la multinacional compró Panrico contaba con 1.900 trabajadores, y ahora con 900.
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