Borrar
Asistente al funeral por George Floyd. Reuters

«La pandemia del racismo mató a Floyd»

Minneapolis despide a la última víctima de la brutalidad policial con un alegato a favor de la justicia y la igualdad, mientras Trump recibe nuevas críticas por «abuso de autoridad»

Mercedes Gallego

Nueva York

Viernes, 5 de junio 2020, 00:12

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En abril de 1968 el reverendo Jesse Jackson estaba en el balcón del motel Lorraine cuando mataron a su mentor, Martin Luther King. Tenía 26 años. Ayer, a los 78, enfermo de Parkinson, también estaba frente al féretro de George Floyd en Minneapolis, convencido de que su muerte ha devuelto la vida a la lucha de King.

Escuchando ayer a los hermanos de Floyd recordar a la madre soltera que se esforzaba en ponerles un plato sobre la mesa, o a su sobrino contar cómo se aseguró siempre de que no le faltaran zapatos, uno pensaría que nada ha cambiado para los afroamericanos en ese largo medio siglo. Pero el reverendo Al Sharpton, al que Jackson enseñó a apegarse a los versos sagrados, recurrió a la Biblia durante la elegía de Floyd para declarar que con su muerte por fin se ha movido esa rodilla en el cuello que no les dejaba respirar. «¡América, este es el momento de que el sistema de Justicia rinda cuentas!», dijo desde el púlpito».

Sharpton tiene más perspectiva. Los mayores disturbios desde la muerte de King, acompañados de protestas masivas en todo el país, se distinguen de los de 1968 en el color de la piel. No son solo negros los que corean en la calle «Sin justicia no hay paz». Son blancos, latinos y amarillos. Ricos, pobres y burgueses. El coronavirus ha desaparecido de las pantallas, porque no fue esa la epidemia que mató a Floyd, pese a que la autopsia reveló que había pasado el Covid-19, sino «la epidemia de racismo» que asola a EE UU desde hace siglos. «Y cuando veo las manifestaciones en las que en algunos casos hay muchos más jóvenes blancos que negros, sé que este es un momento diferente», aseguró Sharpton. «Cuando veo a la gente protestando en Alemania por la muerte de George Floyd o frente al Parlamento de Londres, digo que esta es una estación diferente».

Ese era el pasaje de la Biblia que le recomendó leer a Donald Trump, «si alguna vez abre la Biblia» que utilizó el lunes como atrezo para el montaje de una foto, cuando recurrió a la Policía Militar y a los servicios secretos para despejarle el camino de manifestantes pacíficos con porras y gases lacrimógenos hasta la Iglesia de St. John, que utilizó de telón. «Todas las estaciones tienen su momento, y tú estás en el momento equivocado», le anunció el reverendo.

Desde que el presidente cometiese esa torpeza, humillado al saberse que estuvo escondido en el bunker de la Casa Blanca mientras arreciaban las protestas, y decidido a quedar de hombre fuerte, la sociedad estadounidense en cascada emite un comunicado detrás de otro para pedir que la muerte de Floyd no sea en vano y no ser cómplices en el silencio. «No cooperéis con el diablo, protestad contra el mal en las calles», les arengó Sharpton durante el sentido homenaje góspel a Floyd en la Universidad del Sur de Minneapolis. Porque si algo sabe Sharpton y todas las familias pobres de EE UU es que «si dejas la luz apagada las cucarachas se subirán a tu mesa y se comerán tu cena, pero si enciendes la luz puedes perseguirlas».

Ha llegado el momento de encender la luz y confrontar la realidad. «La razón por la que nunca hemos podido cumplir el sueño es porque nos habéis puesto la rodilla en el cuello», denunció. «¡Quitadnos la rodilla del cuello para que podamos respirar y ser lo que queramos ser». Le aplaudían en las calles quienes se manifiestan sin descanso por este nuevo capítulo de los derechos civiles desde hace diez días, confrontados con la angustia de esos eternos 8 minutos y 46 segundos en los que tres policías estuvieron montados sobre Floyd hasta mucho después de que soltase el último aliento.

«Militarizar la respuesta»

Mientras la emoción embargaba a Estados Unidos y otros homenajes se repetían por diferentes ciudades en una jornada donde amainaron los disturbios y los saqueos, en la Casa Blanca aumentaba la tensión. Eso sí, con una pincelada de surrealismo muy propia de su inquilino al menos desde que el coronavirus y ahora el 'caso Floyd' hayan complicado su presidencia y su porvenir electoral. Poco después de que el gabinete anunciara que Donald Trump se había sometido a un chequeo que demostraba que el consumo de hidroxicloroquina no había afectado su salud, James Mattis, primer secretario de Defensa de su Gobierno hasta que dejó el cargo en 2018 por discrepancias sobre la política a seguir en Siria, acusó al mandatario de «intentar dividir» al país y de abusar de su autoridad al «militarizar la respuesta a las protestas» ciudadanas.

La crítica es un duro golpe al presidente, entre otros motivos, porque sigue perdiendo respaldo militar. El actual jefe del Pentágono, Mike Esper, ya se negó el miércoles a la posibilidad de recuperar una ley de 1807 para enviar a los soldados a sofocar las manifestaciones. Y solo horas antes, el candidato demócrata Joe Biden le advirtió –a él y al resto de la sociedad– de la quiebra que supondría mandar al «Ejército contra los estadounidenses».

Después de recibir los reproches de dos anteriores ocupantes del Despacho Oval –Bush y Obama–, Trump terminó ayer con el impacto directo del comunicado de Mattis, publicado en la revista 'The Atlantic'. El alegato agitó a la clase política y a los analistas, dado que el exjefe del Pentágono nunca ha manifestado en público sus desacuerdos con el presidente. Y el de ayer fue monumental. «Donald Trump es el primer presidente que he visto durante mi vida que no intenta unir al pueblo estadounidense, y ni siquiera finge hacerlo. En cambio, intenta dividirnos. Estamos presenciando las consecuencias de tres años sin un liderazgo maduro», escribió Mattis, antes de sentenciar: «Nunca soñé que las tropas que hicieron el mismo juramento que yo (de defender la Constitución) recibirían bajo ninguna circunstancia la orden de violar los derechos constitucionales de sus conciudadanos»

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios