Trump advierte a Europa de que su civilización está en riesgo de «desaparecer»
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional acusa al continente de perder su esencia por la inmigración masiva y exige que se rearme cultural, económico y militarmente
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, tenía razón el lunes cuando dijo en la reunión de gabinete de su gobierno que el presidente Donald ... Trump ha supuesto «la mayor transformación de la política exterior estadounidense desde la II Guerra Mundial». Es solo el principio. La nueva Estrategia de Seguridad Nacional es la hoja de ruta del nuevo orden mundial, que a golpe ideológico pone a Europa en la punta de mira.
Washington considera que la civilización europea se está borrando, debido en gran parte a su flexibilidad migratoria, el exceso regulatorio y una falta de patriotismo difuminado en la Europa sin fronteras. Para que el viejo continente siga siendo el aliado «útil» que busca, debe reencontrarse con lo que define como su «identidad occidental». La receta, naciones soberanas, fronteras controladas, natalidad boyante y un orgullo cultural sin complejos.
Su gobierno se propone «apoyar» a esa Europa «despertada a la fuerza» impulsando ideologías afines para que el Viejo Continente se mire en su pasado y se salve del borde del abismo en el que lo ve la Casa Blanca. Por el contrario, según la introducción escrita por el propio Trump, el presidente ya ha logrado «Hacer Grande a EEUU de Nuevo».
«Desde mi primer día en el cargo, hemos restaurado la soberanía de EEUU y desplegado al Ejército para detener la invasión de nuestro país», afirma. «Hemos sacado de nuestras fuerzas armadas la ideología de género radical y el delirio woke, y hemos comenzado a fortalecer nuestras fuerzas armadas con una inversión de un billón de dólares».
Una visión apocalíptica
En una introducción llena de superlativos en la que presume de haber acabado con ocho guerras, gracias a haber «recuperado el respeto del mundo», el mandatario se atribuye haber rescatado a su país «y al mundo» del borde de la catástrofe y el desastre en que los encontró. «Después de cuatro años de debilidad, extremismo y fallos mortales, mi administración se ha movido con urgencia y una velocidad histórica para recuperar la fuerza de EEUU, dentro y fuera de casa, y traer así paz y estabilidad al mundo».
Su equipo expresa los objetivos para los años venideros, con el acento puesto en la cooperación que espera del hemisferio para su guerra contra el narcoterrorismo y otras organizaciones criminales trasnacionales, cualesquiera que decida, para asegurar el acceso a «cadenas de suministro críticas».
El diagnóstico estadounidense es una mezcla de preocupación estratégica, nostalgia nacionalista por un Occidente homogéneo y la convicción de que el mundo se reorganiza en torno a bloques culturales, más que a tratados o mercados. Ya no se trata de proteger a Europa, sino de reorientarla. De empujarla a un redescubrimiento identitario que, para Washington, es un imperativo geopolítico. El documento lo presenta como una civilización que ha olvidado quién es, pero que aún puede recuperarse si acepta volver a sus raíces.
Rusia y China, rivales
Desde el otro lado del Atlántico, le atribuye la misión de mantener a raya a Rusia, contener a China y actuar como contrapeso cultural, porque cree que el declive europeo y sus crisis políticas debilitan a la alianza occidental frente a China y Rusia. Hay también que reducir la expansión de la OTAN («evitar la percepción de una alianza que crece perpetuamente»), exigir a Europa que abra más sus mercados a productos estadounidenses y empujarla a liberarse de un exceso de regulación y dependencia energética.
Washington quiere que sea militarmente autosuficiente, menos «globalista» y más nacionalista, menos dependiente energéticamente de Rusia y económicamente de China, culturalmente orgullosa. Militarmente se propone «reclutar, entrenar, equipar y poner sobre el terreno la fuerza más poderosa y letal», que equipará con tecnología avanzada para proteger sus intereses y desalentar a sus enemigos con «el poder nuclear más sólido, creíble y moderno del mundo».
La Casa Blanca describe un planeta en crisis donde solo las naciones fuertes sobreviven, donde la inmigración masiva amenaza la seguridad, donde las instituciones internacionales conspiran contra la soberanía y donde el poder militar es la única garantía de paz.
El golpe de timón, acompañado por una receta económica, obligará a Europa a asumir aún más gasto militar, porque la OTAN deja de ser un paraguas colectivo. Según Washington, los europeos tendrán que pagar por su propia defensa, aceptar menos tutela estadounidense y asumir más responsabilidad en su vecindario inmediato, como ha revelado la Guerra de Ucrania. «El tiempo de sostener el orden mundial como un Atlas ha terminado», avisa el documento.
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