Trump azuza a Centroamérica contra los inmigrantes

La horda de inmigrantes que según él «inundará» EEUU de «DROGAS y elementos criminales» es en realidad un grupo de 1.300 hombres, mujeres y niños que se formó la semana pasada en la ciudad hondureña de San Pedro Sula, una de las más peligrosas del mundo, con un índice de asesinatos de 43.6 homicidios por cada 100.000 habitantes. Van a pie y por el camino se les han unido cientos de hondureños y guatemaltecos que temen hacer solos el peligroso viaje hasta la frontera de EEUU, donde muchos esperan encontrar la seguridad que necesitan para dejar de huir de las maras y el narcotráfico.

No será la «violenta arremetida» contra la que previene el presidente, sino una ordenada presentación de sus casos ante las autoridades migratorias que, en abril pasado, recibieron con cuentagotas a quienes se pasaron un mes durmiendo en el suelo de San Ysidro, la aldea fronteriza que da paso a San Diego. Se calcula que menos de 200 llegaron hasta ese momento final, sólo para caminar a una prisión donde les separaron de sus hijos, en algunos casos para siempre.

El clamor internacional que desató la separación de hasta 6.000 personas, de las que 3.000 era niños, según Amnistía Internacional, acabó en los tribunales. El gobierno de Trump se vio obligado a dar marcha atrás y ni por orden judicial fue capaz de conectar a más de 500 niños con sus padres. El miedo a perder a sus hijos frenó temporalmente la llegada de inmigrantes acompañados de familiares, que durante el mes de septiembre ha repuntado un 80% en comparación a julio.

Sus asesores le han recomendado retomar esa política, pero de momento Trump tiene un plan mejor: azuzar a las autoridades de México y Centroamérica para que impidan el cruce por sus países. Desde Twitter amenazó a los presidentes de México, Honduras y Guatemala con retirarles las ayudas económicas y hasta cancelar los tratados comerciales si no desmantelan la caravana de sufridos peatones dispuestos a caminar 4.500 kilómetros por los parajes más peligrosos del continente.

Para Enrique Peña Nieto, que considera la renovación del Tratado de Libre Comercio de Norteamerica (Nafta) rebautizado como USMCA clave para su legado, la amenaza fue una orden. Dos Boeing 727 llenos de agentes de inmigración despegaron ayer de la capital en dirección a la frontera para frenar a todos los que que no lleven consigo un visado para cruzar la frontera. Los 870 kilómetros de frontera con Guatemala plagado de puntos ciegos estaban de pronto vigilados hasta por el río Usumacinta. Los antidisturbios hondureños custodiaban la frontera con Guatemala y este país detuvo y deportó al ex legislador hondureño Bartolo Fuentes, entre otros líderes que acompañaban a la Caminata del Migrante.

Poco antes Fuentes contestaba al presidente de su país, quien había pedido a sus ciudadanos que no se dejaran utilizar por un movimiento «a todas luces político», dijo. «Lo que debería hacer Trump es sancionar a un gobierno corrupto por condenar a esta gente a la miseria y tenerlos en esta situación de violencia», dijo Fuentes. El mensaje de Trump quedará todavía más claro a través de su secretario de Estado Mike Pompeo, que recién llegado de Turquía y Arabia Saudí ha sido despachado a México para dejar claras las órdenes de su jefe.