Gaza vuelve a recibir ayuda humanitaria cuando ya está devastada por el hambre
Ante la presión internacional, Israel hace pausas en sus ataques sobre tres zonas de la Franja para facilitar el reparto de comida y medicinas
«Nuestros hijos esperan turno para la muerte», dice una madre gazatí. Ni come ni puede dar de comer a los suyos, a los cuatro ... pequeños con los que permanece en un centro de salud de Save the Children. Como recoge el diario 'El Tiempo', ha recurrido a todo: a pienso para animales, a harina caducada... hasta han masticado arena en un intento desesperado de matar el hambre. Pero allí sólo mueren ellos.
A partir del sábado y tras imponer desde marzo un bloqueo, Israel permite al fin la entrada de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza. Decenas de camiones con comida y medicinas comenzaron a atravesar los pasos de Kerem Shalom y Rafah. Arroz, alimentos enlatados, azúcar... El ejército hebreo se ha comprometido también a hacer pausas en sus ataques en tres zonas «hasta nuevo aviso». Cada parón será de diez horas. Tiempo para repartir nutrientes entre dos millones de personas que llevan meses sin nada.
La ayuda humanitaria también cae ya desde el cielo, transportada en aviones. Pero para muchos es tarde. A los al menos 126 muertos causados por la hambruna en los últimos cuatro días se suman miles de supervivientes desnutridos que arrastrarán consecuencias físicas el resto de sus vidas. Hay más de 100.000 niños en peligro de muerte. Cerca de la mitad son recién nacidos. En muchos casos, sus cuerpos no se recuperarán nunca del todo, su sistema Inmunitario ha quedado debilitado y su desarrollo cognitivo no será completo;tampoco sus mentes. El hambre genera ansiedad y desasosiego, según estudios médicos elaborados tras grandes guerras.
«Parecía que había nacido hace sólo unos días y en realidad tenía siete meses», relata un cirujano
Gaza es un infierno para sus habitantes. En los pocos hospitales que aún funcionan, los médicos y el resto del personal sanitario se desmayan por inanición o por deshidratación. No tienen nada para alimentar a los bebés;apenas algo de agua. El diario 'The New York Times' recogió los testimonios de siete médicos, cuatro de Gaza y tres extranjeros, que ejercen allí su profesión sin apenas medios. Cuando se desploman, son sus propios compañeros los que les reaniman con los restos de suero intravenoso. Y a seguir. Sin antibióticos ni analgésicos. Sin nada para mitigar el dolor en las intervenciones quirúrgicas. En muchas ocasiones, simplemente gestionan el inevitable deterioro de sus pacientes, muchos con sólo unos meses de vida. A veces, son los mismos facultativos los que donan sangre para la operaciones.
El cirujano británico Nick Maynard no olvidará nunca la imagen de un bebé esquelético: «Parecía que había nacido hace unos días y, en realidad, tenía siete meses». Denuncia esta «hambruna provocada por el hombre, utilizada como arma de guerra». «Es algo –agrega– que no habría creído posible en el mundo civilizado». Las imágenes de los niños famélicos han rebotado por el mundo. Uno de ellos es Yazan Abu al-Foul. De dos años. Aparece de espaldas. Las costillas, la columna y los huesos de la cadera le pinchan la piel como si quieran cortarla. Piel y huesos: el dibujo del hambre. Según la ONU, el 90% de la población gazatí vive en una situación de inseguridad alimentaria grave.
Ante esta catástrofe inducida, la presión internacional de cerca de 40 países se ha redoblado y desde este fin de semana la ayuda humanitaria ha vuelto a la Franja. Decenas de convoyes cargados con alimentos y medicinas comenzaron a entrar en Gaza, aunque, según Hamás, harían falta 600 camiones al día para aliviar la grave situación de los residentes. La fuerza aérea israelí también realizó de madrugada varios lanzamientos en paracaídas de suministros básicos. Las organizaciones internacionales alertan sobre este método de reparto, que ya causó antes varias muertes por aplastamiento. Tel Aviv dio autorización a Jordania y a Emiratos Árabes para sumarse a esta iniciativa (lanzaron 25 toneladas en un primer envío).
Entre la medidas adoptadas por el Gobierno de Benjamín Netanyahu figuran además la reanudación del fluido eléctrico en una planta de tratamiento de agua y el cese temporal de las acciones militares en tres enclaves: Der al Balah, Al Mawasi y Gaza City, que pasan a convertirse en zonas libres de combates durante las horas diurnas. De las diez de la mañana a las ocho de la tarde. Estos tres puntos suponen la cuarta parte del territorio total de la Franja y concentran a la mayoría de la población.
Comida a precio de oro
«Una hambruna causada por el ser humano sólo se resuelve con voluntad política», subrayó ayer Naciones Unidas, a quien el Ejecutivo de Israel acusa de la falta de eficacia en la distribución de alimentos y fármacos. La ONU y las asociaciones humanitarias desmienten esa versión y aseguran que si no han podido repartir más suministros se debe a que el Gobierno hebreo no les ha tramitado los permisos.
El final del bloqueo abre una espita de esperanza para los gazatíes. Desde marzo, desde que se cerraron los pasos fronterizos y la administración hebrea, en colaboración con una entidad estadounidense, se hizo cargo de la ayuda humanitaria, los centros de distribución se han convertido en una trampa mortal. Centenares de personas han muerto acribilladas por soldados israelíes mientras esperaban recibir algo de comida o han resultado aplastadas en avalanchas provocadas por la desesperación.
En los mercados apenas queda comida. «Y si encontramos algo no tenemos con qué pagarlo», relata un gazatí. El bloqueo provocó un aumento de los precios del 3.000%. Un kilo de harina cuesta 30 dólares, lo mismo que un kilo de tomates. Casi nadie dispone allí de ese dinero. La carne y el arroz son prácticamente inexistentes. Desde marzo, los habitantes de la Franja han tenido que convivir con un dilema mortal:o sucumbir de hambre o caer bajo una bala hebrea en los centros de reparto. Ahora, por fin, vuelve a llegar algo de comida para tanta hambruna.
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