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La prensa británica anunca la dimisión de Theresa May. AFP
El malestar del 'brexit' rasga la templanza británica

El malestar del 'brexit' rasga la templanza británica

Llamar traidor a otro es moneda corriente y los políticos son atacados o insultados en el epílogo de May

Iñigo Gurruchaga

Londres

Sábado, 25 de mayo 2019, 19:30

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«Estos diputados partidarios de la permanencia conspirando abiertamente para evitar el 'brexit' todavía no lo entienden. Tenemos que asegurar que apoyamos al Partido del Brexit para salvar nuestra democracia y convertir a Nigel (Farage) en primer ministro. Traidores de todos los partidos se unirán para detener la salida sin acuerdo. Si hay unas elecciones, tenemos que ir a por esos cabrones y evitar que gobiernen».

Una búsqueda en Twitter sobre el uso reciente del adjetivo de traidor, en Reino Unido, detectaba esa cita, el mensaje escrito por un taxista 'jubilado y feliz'; que pida a sus seguidores en Twitter- cuatro gatos- que se movilicen para que los traidores pierdan sus escaños en unas elecciones no parece grave. Pero la acusación de traición se ha extendido como el fuego en el dilema nacional del 'brexit' y hay precedentes graves.

Una diputada laborista, Jo Cox, ya fue asesinada días antes del referéndum europeo, en junio de 2016, por un hombre de 51 años, Thomas Mair, que vivía en su circunscripción, tenía conexiones con grupos nazis y un historial de problemas psiquiátricos; y otro militante de grupos nazis, Jack Renshaw, de 23 años, fue condenado la pasada semana a 20 años de cárcel por planear el asesinato de otra diputada laborista, Rosie Cooper.

Aunque acusaciones de traición ya se oyeron en 2016- por ejemplo, cuando aparecía en una película de la campaña por el 'brexit' la imagen de Edward Heath, primer ministro que dirigió el ingreso de Reino Unido en la entonces Comunidad Económica Europea-, el estancamiento de la negociación sobre la marcha de la Unión y luego de la aprobación en el Parlamento del Acuerdo de Retirada ha provocado pasiones expresadas con rudeza.

Mark Hamilton, responsable de delitos de odio en la coordinadora nacional de los cuerpos regionales de Policía (NPCC), pedía hace unos días a los políticos que moderasen su lenguaje por la existencia de una «atmósfera extraordinariamente febril». Según datos oficiales- muy discutidos por las dificultades de definición y de contabilidad de las denuncias-, entre marzo de 2017 y marzo de 2018, los delitos de odio habrían aumentado un 17% con respecto al año anterior, hasta 94.000.

Malestar

Se dan incidentes cotidianos en la campaña del líder fascista, Tommy Robinson, que quiere ser eurodiputado por Warrington y apoya a otros candidatos del Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP) al que se ha asociado, porque grupos locales antifascistas se interponen en su camino. La Policía tiene que intervenir para evitar que haya incidentes graves.

Robinson fue atacado mediante el lanzamiento de un batido a su ropa y el líder del Partido del Brexit, Nigel Farage, a quien no puede describirse como fascista según la acepción histórica de ese adjetivo, también ha sido cazado con la misma arma o ha tenido que refugiarse en un autobús para no ser acatado por lanzadores de batidos. Un profesor de psiquiatría lanzó agua a un conocido militante de la permanencia, Femi Oluwole, y amagó con golpearle con el asta de su bandera británica, cuando entraba en un mitin de Farage

Las diputadas parecen ser víctimas de mayor abuso, tanto en las disputas internas del Partido Laborista como sobre el 'brexit'. Scotland Yard ha destinado a un policía para asesorar a diputadas sobre la respuesta a amenazas o en situaciones con peligro. Entre otras, Ann Soubry, disidente conservadora y ahora diputada del europeísta Change UK, lleva una cámara en su atuendo para permitir investigaciones y posibles denuncias.

Grotesca era la estampa de una mujer filmando esta semana al 'tory' David Davies, partidario del 'brexit', mientras le llamaba 'mentiroso' y 'traidor' en el exterior del Parlamento. Más que crisis de seguridad- el europeísta Kenneth Clarke decía esta semana que, en comparación con lo que ocurre en otros países, estos ataques y acosos no son graves-, el mandato de May concluye con una pérdida de autoestima por el desprestigio de las cortesías y una polarización de opiniones en la política y en la sociedad.

A 'Pinocho' Johnson le sale un Pepito Grillo

Las primeras escaramuzas en la batalla por el liderazgo conservador han deparado una muesca en la capacidad de Boris Johnson para unir a su grupo parlamentario. Otro candidato, Rory Stewart, ministro para Ayuda al Desarrollo, ha afirmado que no participará en un Gabinete presidido por Johnson, porque le dijo hace unos días que no contempla una salida sin acuerdo y el viernes, en Ginebra, afirmó que Reino Unido se irá de la UE el 31 de octubre con acuerdo o sin acuerdo.

«A veces la estrella no es la mejor elección», escribió Stewart en su cuenta de Twitter. «Hay ocasiones en las que Pepito Grillo sería un líder mucho mejor que Pinocho». Las mentiras de Johnson son tan conocidas como las de Pinocho, aunque más numerosas. Stewart, exmilitar, se ofrece como el grillo de la sabiduría y el hombre de acción que sellaría el Acuerdo de Retirada para avanzar hacia nuevos objetivos.

Amber Rudd, ministra de Trabajo y Pensiones, no se presentará. Es cabecilla de un grupo de 60 diputados moderados y que votaron por la permanencia, y que pueden jugar un papel importante en la elección del nuevo líder. Quiere serlo el ministro de Sanidad, Matt Hancok, confirmado candidato. Hace falta una 'honestidad brutal' con el público, dice, sobre las opciones que tiene en el 'brexit'.

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