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Ada Colau tras ser investida alcaldesa de Barcelona. AFP

Colau es reelegida alcaldesa con los votos del PSC y Valls

La alcaldesa, recibida por el independentismo al grito de «traidora», anuncia que volverá a colgar el lazo amarillo de la fachada del Ayuntamiento

Cristian Reino

Barcelona

Viernes, 14 de junio 2019

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El independentismo se queda sin la joya de la corona. Las fuerzas secesionistas habían destinado todas sus energías a conquistar la alcaldía de Barcelona, que consideran una pieza clave para el futuro del 'procés'. Pero de momento, tendrán que esperar. Les cierra el paso Ada Colau, que este sábado salió reelegida alcaldesa de la capital catalana con los ocho votos del PSC y tres de la plataforma liderada por Manuel Valls. El exprimer ministro francés afirmó durante la campaña que su objetivo era evitar que la ciudad condal cayera en manos del independentismo y ayer consumó su promesa. El grupo municipal de Valls obtuvo seis concejales: tres apoyaron ayer a Colau y los otros tres, de la disciplina de Ciudadanos, votaron en blanco. Colau obtuvo 21 votos en el plenario del consistorio, frente a los 15 de Ernest Maragall, que solo pudo convencer a JxCat.

Barcelona no tendrá alcalde independentista, básicamente porque esa fue la decisión de la ciudadanía barcelonesa en las pasadas elecciones. A pesar de las cuentas que hacen el presidente de la Generalitat y su consejera de la Presidencia, que insisten en que el independentismo ganó en Barcelona, el secesionismo en realidad pasó de 18 a 15 concejales (sobre 41) en las pasadas elecciones. Maragall, como primera fuerza en las elecciones, no ha sido capaz de alcanzar alianzas para llegar a la mayoría absoluta. Y eso es precisamente lo que ha logrado Ada Colau, dirigente política que procede del activismo social y que ayer reconoció que es alcaldesa gracias a los votos del PSC y de Valls, a quienes agradeció el gesto. La alcaldesa insistió en que no fue a buscar el apoyo del exprimer ministro francés y que su respaldo le incomoda. «No es la forma que queríamos para llegar a la alcaldía. Esta es una investidura difícil», afirmó. En lo ideológico y en lo programático, trató de marcar distancias con el dirigente francés y recuperó su posición más de izquierdas. Colau señaló que su prioridad era un gobierno progresista para Barcelona y ayer extendió la mano a todos los grupos.

Vídeo. Protesta independentista a las puertas del Ayuntamiento de la Ciudad Condal en la plaza Sant Jaume. R.C.

Colau se comprometió a gobernar para todos los ciudadanos pero no lo tendrá fácil. La tensión que se vivió ayer en la plaza Sant Jaume, donde confrontaron dos manifestaciones simultáneas (una de simpatizantes de los comunes y otra independentista) anticipa que el secesionismo no está dispuesto a perdonarle a Colau no haber respetado la lista ganadora. Como marca la tradición, tras la investidura, los 41 concejales del consistorio atravesaron la plaza para reunirse con el presidente de la Generalitat en el Palau, justo en frente, y en ese momento la alcaldesa fue abucheada y se escucharon gritos de «traidora», «vendida» y «fascista». Algunos incontrolados incluso lanzaron objetos sobre los ediles.

El secesionismo siempre ha considerado a Colau su enemiga, a pesar de que colaboró con el 1-O, pero desde ayer ya forma parte del bando contrario. La alcaldesa, en cualquier, quiso mantener su posición de neutralidad, rechazó la política de bloques y se reivindicó como soberanista. «No seré alcaldesa independentista ni antiindependentista. Seré la de todos», expresó. Además, anunció que en la primera junta de portavoces propondrá la colocación de un lazo amarillo en la fachada del Ayuntamiento de Barcelona mientras haya presos en las cárceles, lo que le acarreará el primer choque con sus socios del PSC. Colau aseguró además que hará todo lo que esté en sus manos para que los «presos políticos» salgan libres. También asumió el compromiso de ir a visitar al concejal de JxCat, Joaquim Forn, presente en la sesión de investidura, en la prisión.

Oposición de ERC

Colau no lo tendrá fácil, porque el independentismo, según advirtió Maragall, «ha tomado nota» de que en su caso la alcaldía pese más que las «convicciones republicanas y progresistas». «No seremos aliados dóciles de un supuesto progresismo intocable o indiscutible. No nos tiendan las manos, por favor; hoy, no», remató. Forn, por su parte, que al final del pleno fue conducido de nuevo a Soto del Real, acusó a Colau de ser el «instrumento útil de los poderosos». El independentismo acusa a Colau de haber participado en una operación de Estado. Valls, mientras, celebró haber evitado un alcalde independentista. «Hemos hecho historia», dijo. Pero advirtió a Colau que sin sus votos y los del PSC no sería alcaldesa. Valls protagonizó uno de los gestos de la jornada, en la recepción posterior en el Palau de la Generalitat, cuando negó el saludo a Quim Torra. El PSC reivindicó el futuro gobierno «bipartito» de comunes y socialistas que a su juicio tendrá «toda la legitimidad democrática y formal» y que destacó que no subordinará la ciudad al 'procés'.

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