Sánchez comparecerá el miércoles en el Congreso bajo el temporal del 'caso Cerdán'
La sesión de control y una ronda de conversaciones con los socios medirán el pulso de la legislatura, sacudida por el escándalo. Moncloa ya ha contactado con el PNV, aún sin fecha para la cita
El Congreso será escenario este miércoles de una sesión de control al Gobierno que, si ya lo vienen siendo a lo largo de la legislatura, ... está vez ganará aún más voltaje tras la publicación del informe de la UCO que ha forzado la dimisión del hasta ahora secretario de Organización del PSOE y aún diputado, Santos Cerdán, por el presunto cobro de mordidas en la concesión de obras públicas. Finalmente el presidente Sánchez, que se ha recluido estos días en la finca que el Estado tiene en la localidad toledana de Quintos de Mora, hará acto de presencia en la Cámara baja para someterse a las preguntas del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y de los grupos que tengan cupo ese día. No estaba previsto que acudiera por su participación en la cumbre de la ONU en Nueva York patrocinada por Francia y Arabia Saudí para la solución de los dos estados, Israel y Palestina, en Oriente Próximo, pero la suspensión de la misma por Emmanuel Macron ha llevado a Moncloa a confirmar a través del Congreso que sí estará en su escaño en la cita semanal, bajo el tsunami en que se ha convertido para él y para su partido el 'caso Cerdán'.
Sánchez no ha vuelto a aparecer ante la opinión pública desde que el jueves lo hiciera en la sede del PSOE en Ferraz -por primera vez como jefe del Gobierno desde que llegó al poder hace ahora siete años-, cuando pidió perdón por lo que la Guardia Civil atribuye a su, hasta ese día, mano derecha (y a lo que él mismo dio credibilidad) y por haber confiado en él. Que el presidente se personara tras la renuncia forzada del número tres de los socialistas, en el cuartel general de su formación y no en Moncloa daba a entender que iba a tratar de encapsular la crisis en el partido, como así fue. Ni elecciones anticipadas ni someterse a una cuestión de confianza que lo dejaría en manos del incierto dictamen de los socios de investidura, con Podemos muy crítico y Junts redoblando su tono de exigencia. Sánchez anunció una auditoría externa de las cuentas y un reestructuración de la ejecutiva controlada por él y por Cerdán y que apenas tiene medio año de vida tras ser elegida en el congreso de Sevilla de finales de noviembre.
Con el partido bajo el electroshock, el cortafuegos del presidente ha sido considerado como insuficiente de puertas hacia adentro entre los socialistas y con voces nítidas hacia afuera tanto de la oposición como de los aliados. Y el PP ya había comenzado a zaherir a Sánchez -lo hizo Elías Bendodo el sábado- con que la cancelación por Macron de la cita en Naciones Unidas dejaba a Sánchez sin argumento para no cumplir con la sesión de control en el Congreso de este miércoles. Fuentes del equipo de Feijóo habían anticipado esta misma mañana que su líder iba a exigir al jefe del Gobierno que compareciera en el mitin convocado este domingo junto al presidente de la Junta, Juanma Moreno, en Málaga. Sánchez se ha anticipado trasladando a los grupos parlamentarios la confirmación de que acudirá a la Cámara.
El otro movimiento por ahora será la celebración de una ronda de conversaciones con los socios. Moncloa, según ha confirmado este periódico, ya ha hablado con la dirección del PNV para anticiparle su intención, aunque sin fecha aún para la cita. Junts exigió el mismo jueves en que se consumó la salida de Cerdán una entrevista urgente con el presidente, que tendría como interlocutores a su secretario general, Jordi Turull, y a su portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, para despejar la viabilidad de que el Gobierno cumpla los compromisos adquiridos por Junts para la investidura y en lo que va de legislatura. Este sábado, Turull incidió en que su partido no tiene «amigos en Madrid», sino «intereses».
A la espera de la digestión que está madurando el presidente y con el partido en un puño por la sacudida que han supuesto las comprometedoras revelaciones sobre Cerdán, que caen sobre la gravedad ya de las imputaciones contra José Luis Ábalos y Koldo García, el Gobierno intenta reconstruir un discurso que tiene ahora dos argumentos: los hechos son muy severos, sí, pero el PSOE reacciona «con contundencia» para extirpar el mal por contraste con el PP; y «sobran las razones» para que la legislatura «siga avanzando». Así lo ha dicho, afanándose en ese mensaje, la vicepresidenta María Jesús Montero, quien ha asegurado estar «en contacto telefónico con el señor Sánchez» aunque «desconozca» dónde se encuentra «físicamente»; y ha apelado al «calor fraternal» de la militancia ante este difícil trance que causa «repugnancia».
Ya no hay Guardia Civil «patriótica»
«Me siento profundamente traicionada, dolida e indignada», ha proclamado Montero en un acto en la casa del pueblo de la localidad sevillana de Écija; sensaciones que ha hecho extensivas al presidente y a los concejales, alcaldes o ministros «que se dejan la vida y la piel» a diario en el servicio público a la ciudadanía. La también titular de Hacienda ha dado por sentado que es imposible «la corrupción cero», pero ha reivindicado «la tolerancia cero» del PSOE frente a la actitud en casos similares del PP y ha hecho bandera del «inédito» perdón pedido por Sánchez a la ciudadanía, obviando que Mariano Rajoy, por ejemplo, también hizo el mismo acto de contrición por Gürtel y el «engaño» del tesorero Luis Bárcenas. Montero ha aprovechado, de hecho, para espetar el peso de otros ilícitos a Feijóo y Montero -de mitin también este domingo en Andalucía, e intentar dar la vuelta a la hipótesis aireada por el Ejecutivo en las últimas semanas sobre la presunta existencia de una «Guardia Civil patriótica» orientada a derribar al presidente.
Dado el demoledor contenido del informe de la UCO sobre Cerdán, la número dos del Gobierno ha intentado reformular esas dudas. Lo que se demostraría ahora, ha argüido, es que bajo el mandato de Sánchez se ha extinguido la «Policía patriótica» de la que se acusa al PP y que filtraba a Rajoy y los suyos los informes que construía contra rivales políticos. Que el actual Ejecutivo «no» conociera el dossier sobre su ex secretario de Organización certificaría, según Montero, que esas supuestas cloacas se han limpiado.
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