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Se ha hallado una mancha al parecer de semen en el pijama, pero el resultado «no es concluyente». La ropa interior de la denunciante no presenta «desgarros compatibles con forcejeo».
La soldado que denunció dos agresiones sexuales se someterá a hipnosis para recordar lo que pasó

La soldado que denunció dos agresiones sexuales se someterá a hipnosis para recordar lo que pasó

La Policía Nacional ha interrogado a 13 militares y a un civil para tratar de reconstruir lo que ocurrió en el acuartelamiento del Ejército en Bobadilla

Juan Cano y Álvaro Frías

Martes, 6 de febrero 2018

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Mientras los juzgados dirimen la competencia sobre el caso, la Policía Nacional sigue investigando las dos supuestas agresiones sexuales, una de ellas grupal y mediante el uso de narcóticos, denunciadas por una soldado del acuartelamiento del Ejército del Aire en Bobadilla. La militar ha comunicado a los agentes –así lo refleja el atestado, al que ha tenido acceso SUR– que va a someterse a una sesión de hipnosis con su psicólogo para tratar de rememorar lo que pasó, ya que tiene «vagos recuerdos» de la madrugada del 10 al 11 de diciembre tras regresar al cuartel después de celebrar la patrona del Ejército del Aire.

En su última declaración, que data del 16 de enero, detalló a los agentes que se le venían algunos flashes, como «un hombre de tez morena que la movía mientras la cogía del brazo y le decía cosas», y un segundo individuo, más grande que el anterior, «con una respiración muy profunda», del que «notó el contacto de su costado izquierdo y su cara, muy desagradable», lo que podría corresponder, dice, con el moratón de su pecho izquierdo y la inflamación de su labio superior.

Un juzgado de Antequera se inhibe a favor del togado militar

El Juzgado de Instrucción número 2 de Antequera se ha inhibido ya a favor del Juzgado Togado Militar número 21 de Sevilla, que a partir de ahora investigará la agresión sexual en grado de tentativa denunciada por la soldado, que habría tenido lugar el pasado septiembre y por la que en diciembre fue detenido un compañero del acuartelamiento de Bobadilla. El Juzgado de Instrucción 1 de Antequera, que indaba en la supuesta violación múltiple de diciembre, aún no se ha pronunciado sobre la inhibición.

El Juzgado Togado Militar número 21 mantiene abiertas unas diligencias para aclarar ambos episodios. De hecho, ha citado ya a testificar a dos soldados del acuartelamiento, concretamente a una compañera de la víctima y también a un militar que podría estar relacionado con los hechos denunciados, según explicó el abogado de la denunciante, Javier Rincón, quien precisó que ambos declararán en calidad de testigos.

Su sospecha de haber sido narcotizada comenzó a la mañana siguiente, la del 11 de diciembre, en la que sintió una resaca extraña e impropia para la cantidad de alcohol que decía haber bebido. Al hacerse una prueba con un detector de drogas que le prestó un compañero, y que al parecer llevaba tres o cuatro años caducado, dio positivo en barbitúricos, si bien este resultado no se confirmó en una analítica de orina posterior, el día 13, en un laboratorio externo.

Para contrastar ambos extremos, ya que a esas alturas la sustancia podía haber desaparecido de su organismo, se aplicó el protocolo de sumisión química y se recogieron muestras de su cabello en el Hospital Costa del Sol, pionero en esta práctica, con el fin de comprobar si se le suministró algún fármaco o un estupefaciente para anular su voluntad.

«Me decían groserías»

A partir de esa sospecha, la soldado recordó el extraño sabor, más amargo de lo normal, de una de las cervezas que tomó la noche antes así como el incidente en el bar Gabbana, donde, según dijo a la policía, se sintió «como un cacho de carne» cuando varios compañeros empezaron a manosearla. «Tuve ganas de llorar, me tocaban y me decían groserías», relató en un escrito dirigido a sus superiores para darles cuenta de lo ocurrido.

Entre tanto, los investigadores tratan de recomponer el complejo puzle del caso. Para ello, han solicitado al comandante del acuartelamiento las filiaciones completas de los militares a los que se menciona en las denuncias, todos los registros de entrada y salida durante la noche de autos, así como las imágenes de las cámaras de videovigilancia.

La Policía Científica ha constatado que las dos manchas de los pantis, que la víctima estrenó ese día son de semen.
La Policía Científica ha constatado que las dos manchas de los pantis, que la víctima estrenó ese día son de semen.

Hasta ahora, los agentes han tomado declaración a 13 soldados y a un civil que estuvieron aquel día en el pub Gabbana. Todos niegan haberla tocado y haber visto cómo otros la tocaban. Los testimonios recabados por la policía reflejan algunas contradicciones, pero también coincidencias: dos testigos, compañeras de la víctima, aseguran haber escuchado «aullidos» en el silencio de la noche. Para el letrado Javier Rincón, de Rinber Abogados, bufete que representa a la denunciante, estos sonidos podrían ser «la señal para el relevo» entre los supuestos participantes en la violación grupal que ella cree haber sufrido. Las testigos, en cambio, lo vieron en principio como una broma.

Los agentes han examinado el vestido que llevaba el día de autos, el saco de dormir y la almohada.
Los agentes han examinado el vestido que llevaba el día de autos, el saco de dormir y la almohada.

Una de ellas relató a los investigadores que se despertó al oír que una compañera volvía con otro militar de la calle –se habían encontrado en la puerta del acuartelamiento– y ambos se despedían en el pasillo. Entonces, escuchó a dos hombres «aullando como gatos en celo» en el silencio de la noche. «Uno aullaba y el otro le contestaba, uno se callaba y el otro continua aullando mientras rasgaba una puerta», declaró la testigo, que en ese momento pensó que estaban «de cachondeo» fruto del estado de embriaguez.

Esos mismos sonidos los escuchó la otra soldado, la que volvía de la calle. Y no solo eso. Dijo incluso que vio a un militar del acuartelamiento salir del baño –coincide que era el a la postre detenido por la primera agresión sexual denunciada por la víctima, la de septiembre– emitiendo aullidos, «como en plan de coña», y que el compañero que iba con ella lo emuló «de cachondeo». Ella les pidió que se callasen porque había gente dormida. En cambio, el soldado que la acompañaba por el pasillo, al que también interrogó la policía, negó haberse encontrado con un tercero –el que salía del baño, según su compañera– ni haber escuchado sonido alguno.

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