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El Padre Luis Alberto Cano con el Papa Juan Pablo II. DM
Obituario | Luis Alberto Cano Seijo - Sacerdote

El compañero de palabra breve, pero siempre de ánimo

P. GARCÍA ROJO*

Jueves, 9 de marzo 2023, 01:00

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Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir». Cito con mucha frecuencia esta frase en los muchos funerales que me toca presidir en nuestra Parroquia de San Miguel y Santa Gema, que acompañamos los religiosos Pasionistas en Santander.

Vivimos en un mundo de muchas palabras, demasiadas, inundados por los medios de comunicación y muchas veces -por no decir, la mayoría- esas palabras nos aportan muy poco. Por eso, reivindicar el silencio me parce algo esencial en nuestra sociedad. Y les comparto a los familiares que no callamos porque no tengamos nada que decir del familiar o del amigo difunto, sino que son tantas las que podríamos decir, que las palabras siempre se quedan cortas para expresar todo lo que en esos momentos sentimos.

Me piden que escriba un obituario sobre el Padre Luis Alberto Cano Seijo, miembro de esta Comunidad fallecido hace unos días. Son muchos los recuerdos que tengo de él, ya que fue mi primer formador hace cuarenta años cuando, entré a formar parte de la Congregación Pasionista. Entre muchísimas cosas, personalmente destaco dos: una buena persona y un buen religioso. No digo una persona perfecta ni un religioso santo. Digo «buena persona», porque era capaz de empatizar con todos, atendía a todos siempre con una sonrisa y con una palabra, breve, pero siempre de ánimo. Y un buen religioso porque amaba la Congregación Pasionista, donde desempeñó diversos servicios, incluido el de Consultor General de la Congregación, razón por la cual pudo recorrer muchos lugares del mundo y conocer muy de cerca el trabajo de muchos compañeros, escuchando y compartiendo sus alegrías, sus desencantos, sus sueños...

En nuestra diócesis fue durante varios años Vicario Episcopal para la Vida Consagrada y visitó muchos conventos de religiosas de clausura, compartiendo también con ellas sus anhelos y dificultades y también algunos de los dulces que las monjas hacen y que en comunidad eran siempre muy bienvenidos.

Reconozco que es una semblanza muy pobre (sólo con sus vivencias en El Salvador en tiempos de la guerra civil que azotó aquel país y donde tuvo la oportunidad de hablar tantas veces con monseñor Romero, hoy San Óscar Romero, podrían llenar unas cuantas páginas), pero para mí siempre será un Hermano, un Amigo, un compañero de camino.

Así te recordaremos siempre en esta comunidad y en esta parroquia, donde tantísima gente ha querido hacerse cercana durante estos días y mostrar a la Comunidad y a su familia tanto cariño como sentían por el P. Luis Alberto.

*El padre García Rojo es párroco de la iglesia de San Miguel y Santa Gema de Santander

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