El coralista que creía que «la música es buena para todo»

Ramón, trabajador jubilado de la antigua Electra de Viesgo, era familiar directo de un enfermo mental y de ahí su vinculación con Ascasam, una asociación de la que formaba parte desde sus inicios y en la que colaboró hasta el último momento. Carmen recuerda que «en aquellos primeros años nos reuníamos los padres para hacer distintas actividades e intercambiar penas y un tiempo después es cuando se crea la coral». «Este año se cumplen 24 años de la fundación, en noviembre de 1999», evoca la coralista, quien explica que en aquellos primeros tiempos ensayaban dos días por semana en el centro de la calle San Luis y, después de un tiempo, pasaron a ensayar en un espacio que les cedieron en el Instituto Villajunco, donde trabajaba la esposa de Ramón y, de allí «pasamos a un local de la iglesia de San Juan Bautista, donde seguimos ahora».

Ramón «adoraba la coral, para él era lo más», relata Carmen con emoción al hablar de su compañero, una persona a la que define como «muy callada, solidaria, que no sabía reñir». Como padre y abuelo «era muy especial» y «por muchos reveses que le diera la vida, nunca lo manifestó ni se lamentó».

Entre los recuerdos que atesoran sus compañeros de todos estos años de cantos juntos, Carmen destaca con especial cariño las Jornadas Corales que desde hace catorce años organizaban y los viajes que juntos han realizado por distintos puntos de la geografía nacional. «En Ramón siempre había un colaborador, alguien dispuesto a echar una mano en lo que se necesitase», evoca.

La pasada Navidad, a pesar de la enfermedad, Ramón no quiso perderse la cena que cada año organiza la coral, y allí estuvo, disfrutando como uno más junto al resto de sus compañeros de una velada inolvidable para todos ellos,