El discreto adiós de un ilustre cántabro de adopción y devoción
Alfonso Bourgon de Izarra
Jueves, 4 de septiembre 2025, 02:00
Hijo de abogado y maestra, primogénito de cinco hermanos, nació en Palencia en 1940. En Cáceres pasó su infancia y adolescencia hasta los 18 años, ... obteniendo en 1958 el título de Bachiller. Ese verano, pasando las vacaciones en Santander, conoció a Carmen Hevia Ferrer, que sería desde entonces la mujer de su vida.
Cursó en Madrid estudios de Ingeniería Industrial, que concluyó en 1965. Ese año contrajo matrimonio con Carmen, con la que tuvo a sus seis hijos (Pedro, Carmen, Isabel, María, Enrique y Santiago) y con la que compartió felizmente su vida, hasta su fallecimiento en 2020.
Comenzó su carrera profesional en FASA (Valladolid), donde permaneció hasta 1970. Llegó a ser el encargado de una línea de montaje de vehículos, con más de 200 operarios a su cargo, antes de los 30 años. También ayudó a desarrollar el Renault Alpine, famoso deportivo que se fabricó allí.
En 1970 aprobó la oposición a Ingeniero Industrial del Estado y fue destinado a Burgos. En 1977 se trasladó a Santander con el mismo cargo. Después de dos años volvió a Burgos, en calidad de delegado del Ministerio de Industria en la provincia.
Hombre inquieto y activo, firmemente convencido de la utilidad del asociacionismo, en 1978 se convirtió en decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Santander, Burgos y Palencia que posteriormente se dividió, dando lugar a la creación del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cantabria. Ostentó el decanato del nuevo colegio cántabro hasta 1981, pasando después a vocal de su Junta de Gobierno.
En 1979 volvió a Santander como delegado de Industria. Uno de sus logros fue llevar el suministro de energía eléctrica a los últimos pueblos de Cantabria, completando la plena electrificación de la región. En 1985 cesó como delegado de industria y se convirtió por segunda vez en decano del Colegio de Ingenieros Industriales cántabro, ocupando el cargo hasta 2011. Posteriormente, hasta 2023, continuó en la Junta colegial como vocal.
En 2010 se jubiló. Un año después recibió, de manos del entonces Príncipe Felipe, la Medalla al Mérito en el Trabajo, tras más de 45 años de carrera profesional sin haber cogido una sola baja.
Enamorado de la arqueología industrial, reunió una interesante colección de piezas y fue impulsor de la recuperación del molino de La Montañesa, en Pesquera, uno de los vestigios de la antigua industria harinera en la región. También acometió varios proyectos empresariales, como la innovadora minicentral de Ligüérzana, en Cervera de Pisuerga (Palencia) que combina la energía hidráulica y la solar. En Extremadura, puso en marcha uno de los primeros huertos solares españoles.
Como todo ser humano, tuvo virtudes y defectos; pero creo honradamente que le adornaron sobremanera las primeras y fueron pocos y perdonables los segundos. Hombre de profundas convicciones religiosas, de misa diaria matutina en su parroquia de referencia, Santa Lucía, pasó por la vida intentando hacer el bien y ayudando a muchas personas. Sólo por eso, ya es merecedor de este humilde recordatorio.
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