El gestor que hizo de la Sociedad Deportiva Iguña todo un proyecto vital
El Valle de Iguña despidió esta semana a uno de sus vecinos ilustres, sobre todo por su intensa dedicación al deporte, aunque en los últimos ... tiempos hubiera abandonado ya la actividad para recibir un merecido relevo tras dedicar más de media vida a un club que sin él será más difícil de concebir: la Sociedad Deportiva Iguña.
Se trata de Luis Saiz Castañeda (Silió, Molledo, 7 de mayo de 1947-Torrelavega, 13 de junio de 2023), aunque en todo el pueblo, como en el mundo del fútbol, se le conocía sencillamente como Luis. Su nombre estará asociado siempre al valle no solo por su trayectoria vital, sino por su estrecha relación con el Iguña, un club del que formó parte de su núcleo fundacional como joven futbolistas y al que ligó toda su vida en una labor, como suele ocurrir en los equipos más modestos, sin más recompensa que trabajar en algo en lo que se cree aun a costa de sacrificar tiempo.
Tenía 47 años cuando en 1994 sustituyó a Manuel Fernández Ruiz al frente del equipo y desde entonces marcó una etapa. Casi treinta años estuvo al frente, en una etapa en la que se implicó en el fútbol montañés a través de la asamblea de la Federación Cántabra, de la que llegó a formar parte de la junta directiva entre 2004 y 2012, hasta que el cambio en la presidencia inauguró una nueva etapa en Marqués de la Hermida.
Siguió, sin embargo, dirigiendo los destinos del Iguña, un club que le ha tenido al frente hasta hacer menos de un año. No fue hasta septiembre del año pasado cuando, ya superada una pandemia en la que también le tocó gestionar las dificultades que trajo consigo, dio el relevo a Enrique Pastor.
Por el camino había mantenido vivo al club en los momentos de mayores dificultades, impulsado mejoras en el campo de La Casona, entre ellas una nueva iluminación, y llevado al banquillo a profesionales como Andrei Zygmantovich. Lo de la gestión no es algo que le resultara ajeno. Presidente del Colegio Cántabro de Graduados Sociales durante una época, dirigió en Molledo su propia gestoría junto a su mujer, María Luisa Carrancedo García, con la que tuvo cuatro hijos. Tras su fallecimiento en Torrelavega y su despedida en Molledo, donde se instaló la capilla ardiente en su último adiós, el Iguña deberá seguir su camino, pero ya sin el apoyo de Luis.
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