Un hombre de la Transición, pero, sobre todo, un hombre bueno
Alfonso García-Moncó
Martes, 4 de noviembre 2025, 01:00
Rafael Calvo Ortega era una de las pocas personas que he conocido en que la bondad igualaba a la inteligencia. Sin duda, todos podemos conocer ... personas muy bien dotadas intelectualmente o que reúnen grandes valores morales, pero no es frecuente que eso suceda al mismo tiempo. Ese era Rafael Calvo Ortega, capaz de sacar adelante el Estatuto de los Trabajadores, todavía vigente, en medio de las tensiones de la Transición y crear una escuela universitaria potenciando lo mejor de sus discípulos, entre los cuales tengo el honor de encontrarme.
Rafael Calvo Ortega comenzó su vida laboral trabajando de camarero en el hotel-restaurante que tenía su padre en El Espinar (Segovia), donde tuvo la oportunidad de servir personalmente una comida al que entonces era gobernador civil, Adolfo Suárez, y un ingeniero destinado allí, Abril Martorell. Después vino su impresionante carrera académica culminada con un doctorado en la Universidad de Bolonia, que hizo con la máxima calificación, solo en un año, para poderse dedicar a estudiar la política italiana. Su papel en la Transición es incuestionable, no solo como ministro de Trabajo sino como uno de los principales dirigentes de la UCD que, como el mismo decía, «supo hacer una política de Estado por encima de una política de partido».
Eran los tiempos de ETA en que le tuvieron que obligar a salir de su casa una noche porque había aparecido en los planos de un comando y también eran los tiempos de las amenazas golpistas. Pero donde adquiere, sin duda, toda su grandeza es como presidente del CDS luchando contra la adversidad y las presiones de los partidos mayoritarios, como cuando José María Aznar, recién llegado a la presidencia del Gobierno, le dijo que eligiera el Ministerio que quisiera, oferta que él, desde luego, rechazó.
De su obra como maestro universitario da una idea todos los profesores de Derecho Financiero y Tributario que hemos colaborado con él, admirando su gran capacidad de trabajo y su impresionante obra científica, que siguió enriqueciendo hasta el final de su vida.
Rafael Calvo Ortega, universitario ejemplar, ministro de Trabajo, hombre de la Transición, pero, sobre todo, hombre bueno.
Descanse en paz.
Catedrático de Derecho Financiero y Tributario
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