La edad de nuestro corazón
Se dice que con la edad nos volvemos más sabios. Esto ocurre siempre y cuando podamos vivir la vida de una forma serena, feliz. Ciertamente, ... la memoria y el tiempo en algunos casos, se mueven en dos direcciones opuestas. No es menos cierto que, cuando se nos agota la vida, posiblemente daríamos todo lo que tenemos por un poco más de tiempo. Como dice mi padre, aunque sólo sea para «cazolear», para curiosear. Dice un proverbio chino: 'Nunca se pierden los años que se quita una mujer, van a parar a cualquiera de sus amigas'. De todas las maneras, a un lado el humor del proverbio, tenemos la edad que tenemos, no la que nos echan o nos atribuimos.
Baltasar Gracián, hablando sobre las distintas edades, tiraba de ironía: «A los veinte años un hombre es un pavo real; a los treinta, un león; a los cuarenta, un camello; a los cincuenta, una serpiente; a los sesenta, un perro; a los setenta, un mono; a los ochenta, nada». Cabría decir que el tiempo no tiene porqué convertirnos en ancianos, que hacen gracietas de un lado a otro, cual mandril. Eso depende de las circunstancias, y de cada uno, siguiendo a Ortega y Gasset.
Steve Jobs dejó expresado con mucha sensatez, «Tu tiempo es limitado, así que no lo desperdicies viviendo la vida de otra persona». Quizá quepa concluir que la edad sólo acentúa lo que cada uno ha sido siempre, y que, en definitiva, cada uno tiene la edad de su corazón. Por todo ello, si cumples años, lo mejor es que cuentes tu edad por las personas que te quieren.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión