Si pudiera volver a educar
Charlando con un profesor jubilado, y sabiendo que mi jubilación oficial llegará pronto. Me ha dado por pensar que si pudiera volver a empezar cambiaría ... algunas de mis formas de actuar. Por ello, pintaría más con el dedo y señalaría menos. Haría menos correcciones y trataría de lograr más conexiones. Apartaría los ojos del reloj, y los emplearía en mirar a mis alumnos. Tampoco estaría nada mal que me preocupase menos por transmitir conceptos y les ayudase más a aprender cooperativamente. Escucharía más, y trataría de hablar menos. Haría más excursiones con ellos y me bañaría en sus ojos de sorpresa.
Dejaría de mostrarme serio y jugaría más en serio. Atravesaría más campos y contemplaría más estrellas. Regalaría más sonrisas y frunciría menos el ceño. Vería el árbol al contemplar crecer la semilla. Sería menos firme y daría mi asentimiento con frecuencia. Hablaría menos sobre el amor al poder y mucho más sobre el poder del amor. Procuraría realmente tratar a los demás como me gustaría que me tratasen a mí. Recordaría que educar es tratar de sacar a la luz lo que cada uno llevamos dentro, en sintonía con el aforismo agustiniano «En el interior del hombre habita la verdad».
Procuraría no ahondar en ninguna herida propia o ajena. Me comprometería a educar en la igualdad desde el trato entre iguales. Educaría para la paz, siempre, partiendo de la propia paz interior. Reconocería mis errores y pediría perdón por ellos. Usaría el humor como cualidad indispensable del amor. Defendería la verdad, y evitaría mentir con la propia vida. Por último, si pudiera volver a educar, educaría en la fe: principio de todos los valores.
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