Miguel Ángel Revilla puede tener muchos defectos, pero la improvisación no es uno de ellos. No en política al menos. Si hace algo, guste o ... no guste, acierte o se equivoque, siempre es por una razón. Nada ocurre por casualidad. Su último divertimento, por ejemplo, es reventar las ruedas de prensa de Pablo Zuloaga. En privado dice que no es su intención, que no ha sido consciente de ese 'feo' a su socio socialista... pero la realidad es tozuda. Durante más de un año, el vicepresidente y portavoz se ha encargado de dar las malas noticias del covid tras los consejos de gobierno de los jueves. Y ahora que los contagios han mermado y que, de vez en cuando, surge alguna buena noticia económica, Revilla aparece el día antes y por arte de birlibirloque se adueña del anuncio. No ha sido una vez, es sistemático en el último mes. El miércoles 22 de septiembre, durante el Foro de la Ser, el líder del PRC adelantó el acuerdo de la Ley del Suelo; la semana siguiente, también el miércoles, aprovechó una visita a las obras de la nueva terminal de fertilizantes del Puerto para desvelar las ayudas de 30.000 euros a cada local de ocio nocturno; y hace un par de días anunció un apoyo de 35 millones de euros para las empresas afectadas por la pandemia. A Zuloaga, en su rueda de prensa de los jueves, solo le quedó actualizar los datos de los brotes de covid y otros asuntos menores que no tuvieron atención mediática. Revilla sacó del plano a su socio no por imprudencia, sino por una estrategia diseñada para erosionar al PSOE en esta segunda parte de la legislatura. Un plan que no se muere en esta anécdota y que tiene repercusiones más importantes en el Parlamento y en los tribunales, donde el PRC peleó al Gobierno de Sánchez la deuda de Valdecilla y ahora hará lo mismo con el lobo.
Esta misma semana, los regionalistas votaron de la mano del PP pedir la dimisión de la ministra de Transición Ecológica por la protección a un animal que está mermando la cabaña ganadera de muchas familias. El PRC sabe que el PSOE cántabro sufre una posición incomodísima en este tema. O se está con dios o con el diablo, pero no con los dos a la vez. O con los ganaderos, con los votantes rurales de Cantabria, o con el Gobierno socialista en Madrid que quiere proteger al lobo. A Noelia Cobo, la portavoz del PSOE en el Parlamento, no le gustó nada la postura de PRC y PP: «Este Grupo Socialista jamás votará a favor de una petición de cese de una de sus ministras. Es una muy mala idea y bastante mal intencionada. Por lo tanto, abandonen toda esperanza de que esto suceda. Si es que alguna vez la tuvieron». Y el PRC, mientras decía entender y justificar la postura de su socio en Cantabria, se permitió el placer de hundir más el cuchillo al denunciar «la política de oídos sordos de la ministra», además de su «desprecio y continuo postureo». Unas palabras voluntariamente fuertes y tan intencionadas como los anuncios con premeditación y alevosía de Revilla.
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