Ciudades y bienestar, otro urbanismo es posible
Pensamos que en Santander no estamos tan mal, pero el futuro no es halagüeño
Santander es una ciudad con muy poco movimiento de población, o solo para perder habitantes paulatinamente; por lo general, estática. Los residentes lo son desde ... hace muchos años o toda su vida. El santanderino ya está habituado a ver la ciudad como es desde hace cincuenta años o sesenta años. El trazado urbano, salvo en el extrarradio, no se ha modificado.
Aceras estrechas, bordillos altos, tráfico por todas las calles. Además, el número de vehículos ha aumentado tanto que ya es difícil de gestionar. Hay quien pasa muchas horas al año buscando aparcamiento y demandando más terreno para dejar el coche. El ciudadano emplea el tiempo en las tareas cotidianas, el trabajo, la familia… No tanto en observar la calle y meditar si está bien así o es mejorable, si se viviría mejor en otro entorno menos incómodo, menos hostil.
Pensemos juntos ahora. Es posible que algún lector necesite bastón o silla de ruedas para desplazarse, o lo precise su madre y tenga miedo al cruzar, por los vehículos mal aparcados y tantos bordillos altos. Con edad avanzada o llevando una silla de niño o un carrito de la compra se hace complicado. ¿Y los semáforos? Los peatones esperan más del triple que los coches, llueva a cántaros o brille un sol de justicia, a pesar de su desventaja: no van a resguardo ni con motor incorporado para recuperar el tiempo después. ¿Ha deseado más bancos en el camino para poder descansar? Tal vez tenga hijos o nietos en edad escolar y ha de acompañarlos para cruzar varias calles con tráfico veloz por todas partes, porque no pueden ir solos sin que tema por ellos. Quizá nos lea una madre que ha de llevar al mayor de la mano y al menor en la silla. ¿Cómo sería moverse sin bordillos, sin losetas que salpican y hacen tropezar, sin charcos gigantes, con pavimento que no haga patinar y drene el agua de lluvia, con plazas, bancos con sombra, sin semáforos tan frecuentes, donde los niños puedan caminar libremente?
Imaginen su vida diaria de otra manera: aire limpio, calles tranquilas y niños seguros
Algunos de ustedes vivirán cerca de alguna fuente de ruido. Estudiantes, opositores, teletrabajadores, ancianos, recién nacidos, trabajadores que madrugan. No pueden dormir o necesitan medicación. Los decibelios por encima de lo legal no solo entorpecen el descanso, que ya es grave, sino que disminuyen la concentración en el trabajo y el estudio (por eso se recomienda que los colegios se rodeen de espacios verdes y poco ruidosos). Otros padecerán o serán testigos de ataques de asma más frecuentes, y de otras enfermedades respiratorias más agudas por la contaminación ambiental.
Quizá ustedes crean que todo eso son achaques inevitables y consecuencias inmodificables de la vida moderna. Pero, si continuamos reflexionando, podemos comprobar, sin alejarnos mucho, que bastantes municipios ya no sufren contaminación ambiental ni acústica, viven rodeados de parques y zonas verdes, los niños deambulan solos por caminos escolares seguros y los ancianos pasean sin obstáculos y sin miedo a atropellos. Si esto ocurre en otros lares, ¿no debemos disfrutarlo aquí también? Imaginen su vida diaria de otra manera: aire limpio, calles tranquilas, niños seguros.
Tendemos a pensar que Santander no es Barcelona, que aquí no estamos tan mal, que es diferente. Pero el futuro no es halagüeño: el calor aumentará y empeorará la calidad del aire. La pasividad y la resignación solo nos llevan a una vida peor y a sufrir más muertes prematuras. Lo que sí podemos hacer es mejorar el aire, y bajar la temperatura y los decibelios. Eso sí depende de nosotros. Para salvar vidas. ¿Saben cuántas muertes anuales causan en España la contaminación ambiental y la acústica? 30.000 y 16.000, respectivamente.
Y 4.100 hospitalizaciones por ruido. ¿Continuaremos resignados? ¿Iremos al hospital con más frecuencia? ¿O apoyaremos soluciones que permitan una vida más sana? Convendremos todos en que por encima de la salud no hay nada, es lo primordial.
Por tanto, todo depende de la voluntad, de qué objetivo nos guía. Otro urbanismo es posible. No es una quimera. En muchísimas localidades españolas y europeas hace tiempo que viven de otro modo, que disfrutan de ciudades más amables y más sanas. Pontevedra no rebasa ningún día los parámetros de la OMS para calidad del aire, los más exigentes. Ese debe ser nuestro modelo. Esa debe ser nuestra aspiración. Eso debemos exigir. Por nuestra salud y nuestras vidas.
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