El arte de gobernar
Muchos sentirán que alguien tiene que corresponder a supuestos favores debidos
Los gobiernos nacen de la voluntad popular, pero los votos no son el gobierno, tan sólo determinan quién va a tener la potestad de gobernar, ... a partir de ahí la gobernanza se tiene que construir día a día conciliando múltiples influencias que vamos a tratar de desgranar.
Tras las elecciones, el nuevo gobierno surgido de las urnas, en primer lugar, debe ser coherente con el programa de gobierno presentado previamente en sociedad (hay estudios que destacan que más del 60% de los ciudadanos no leyó el programa que votó). Esa coherencia es imprescindible para dar valor al votante y, no tanto con los contenidos concretos, sino con el espíritu que guía al partido votado y al primer espada elegido y que representa esos valores.
Dado que el papel lo aguanta todo, el nuevo gobierno debe vencer las resistencias que se van a producir, con toda seguridad, por cambios sociales, de los rivales políticos, de las manifestaciones ciudadanas, de las condiciones económicas o de algún gobierno superior, del que se depende (más del 70% de la normativa española depende de la Comunitaria).
Y el nuevo gobierno debe jugar con la hoguera de vanidades de los propios que creen tener que recibir más que otros o que sienten que no han sido adecuadamente premiados con los cargos recibidos, las concejalías, consejerías o los ministerios más jugosos. Muchos sentirán que alguien tiene que corresponder a supuestos favores debidos. Esas luchas intestinas que, las más de las veces, son veladas, sutiles y casi siempre sin luz y taquígrafos, debe gestionarlas adecuadamente el líder del gobierno. Lo único a exigir en este sentido es que estas prebendas no alteren la frescura debida de los actos de gobierno, ni minen en demasía la gestión de este; por favor que los enemigos siempre vengan de fuera…
Conjugar todas las fuerzas que intervienen en los nuevos gobernantes es ese arte de gobernar aludido y que precisa de una combinación de mano izquierda, con determinación, con cercanía a los votantes y, sobre todo, con sentido de responsabilidad para el cumplimiento de la gestión de lo público con los dineros de todos. Hablando de dineros y como soy un liberal a ultranza, todo lo que vaya en la dirección de la gestión privada de los derechos públicos, la bajada de impuestos que generen mayores índices de riqueza y de apetito inversor, el aumento de la eficiencia de lo recaudado y la cercanía al emprendedor para que prefiera invertir en los terrenos gobernados antes que en otros, porque las facilidades aportadas así se lo permiten; todo ello es bueno y oportuno para la iniciativa privada, para el respeto por lo público y para el fomento de empleos de calidad. Ojalá tengamos una buena obra de arte.
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